.

.

3x14 IGNITIO

ANTERIORMENTE EN CHARMED NEXT GENERATION
En el subsuelo de la Red Swan, Karen observaba desde lo alto de una barandilla. Un hombre vestido de comando de negro se acercó a ella.
HOMBRE: Señora Andrews, fase uno completada.
KAREN: Perfecto.
Mientras el hombre se marchaba, Bobbie subía unas escaleras y se dirigía hacia ella.
BOBBIE: Señora Andrews, los voluntarios ya están preparados. Comenzamos cuando deseé.
KAREN: Gracias Bobbie (parándola antes de marcharse) Rachel no debe saber nada de este proyecto.
BOBBIE: (sorprendida) Por... supuesto...
KAREN: Comienza la fase dos: experimentación. Veamos cómo funcionan sus habilidades.
Karen volvió a apoyarse en la barandilla a observar. La sala era enorme, y había cientos de personas conectadas a aparatos médicos y completamente sedadas.

OLIVER: (se pone nervioso) Bueno... Debéis iros ya. En tres minutos volverán a funcionar los sistemas de vigilancia y de seguridad.
BOBBIE: ... No. (dijo imponiéndose)
RACHEL: Bobbie, Oliver tiene razón. Debemos irnos de aquí cuanto antes.
BOBBIE: ¡¡No, Rachel!! ¡Estoy harta de huir y esconderme! (se quejó enfadada) ¡Aquí hay gente atrapada contra su voluntad! No puedo permitir que sigan sufriendo como ya me hicieron a mí...

Rachel, emocionada, se lanzó sobre Bobbie y la abrazó mientras todos los cautivos se levantaban. Todos empezaban a quejarse y a vociferar asustados.
RACHEL: (gritando) ¡¡Por favor, escuchadme!! ¡¡¡Tenemos que salir corriendo de aquí antes de que nos descubran!!!

WYATT: ¡No me provoques, si no quieres correr la misma suerte!
CHRIS: ¡Claro! Porque Wyatt es el niño mágico por excelencia, con un nacimiento profetizado y uno de los brujos más poderosos del mundo... ¡Pero ni siquiera has sido capaz de ver lo que había más allá de tus narices para evitar que se produzca esta situación!

CHRIS: Es que… A veces me aterra. Es mi hermano y le quiero, pero no puedo evitarlo.
HENRY: ¿Wyatt te aterra? ¿Por qué?
CHRIS: Lo que te voy a contar no lo sabe nadie, salvo mis padres, tu madre y tía Phoebe. Nadie debe saberlo, ni siquiera Wyatt. Especialmente Wyatt. Prométemelo.
HENRY: Lo prometo.
CHRIS: Existió otro yo. Otro Chris venido de un futuro diferente, un futuro donde Wyatt era malvado y aterrorizó el mundo con su poder.
HENRY: (incrédulo) ¿Que qué?
CHRIS: Mi otro yo sacrificó su vida por salvarle a él y a toda nuestra familia. Ahora Wyatt es un brujo bueno, pero podría haber sido diferente. Cuando asesinaron a Alison, Wyatt se volvió más sombrío, y estuvo rozando una peligrosa línea por intentar recuperarla. Desde entonces resurgió este temor latente, esa sensación como si Wyatt fuese una bomba de relojería a punto de estallar. Y que llegado el momento deberé entregar mi vida a cambio de nuevo…


Todo tiene un comienzo y tiene un final. El fuego ya había alcanzado mi cuerpo, pero no fue hasta que le conocí cuando mi vida realmente dio comienzo. Había vivido en las sombras, y entonces la luz de su mirada me impulsó hasta el infinito.
4 vertical, 10 letras: corriente artística del barroco caracterizada por el violento contraste de luces y sombras. Mierda, esa me la sabía. Normalmente el café de aquí me pone las pilas, pero ahora mismo mi cabeza no funciona como debiera. Bueno, más bien los últimos meses. Espera… ¿ese chico con aspecto garrulo del final de la barra me está mirando? Agh, ¡y me ha sonreído! Viene hacia aquí, ¡rápido, colócate las gafas y finge estar muy concentrada en el crucigrama!
BRAD: Hola preciosa, soy Brad. Dime una cosa, ¿qué hace una chica tan guapa como tú aquí tan sola?
¿En serio? ¿Pretende ligar conmigo con eso?
SUMMER: Pues evidentemente, no buscando trabajo.
Sonreí divertida al recordar la 12 horizontal: vigorexia. ¿Por qué se creen algunos chicos que por el hecho de tener los bíceps más gruesos que su cabeza vamos a caer rendidas a sus pies?
BRAD: ¡Jajaja! Eres graciosa, eso me gusta.
Mierda, ahora se piensa que me interesa…
SUMMER: Me lo dicen mucho (repuse con desidia). Creo que debería montar mi propio show cómico…
BRAD: Ah, ¿eres comediante?
Y tú muy tonto, hijo…
SUMMER: Casi. Soy más de ingeniería de motopropulsión, o como a mí me gusta llamarlo, “mi propio infierno particular”.
BRAD: Eh… vale. ¿Quieres follar?
¡Joder! Este chico sí que va sin preámbulos. Ni “¿cómo te llamas?” ni nada…
SUMMER: Es que ahora mismo… me acabo de hacer lesbiana. (mentí descaradamente)
BRAD: Oh… ¡genial! Mi novia es bisexual, y a mí también me gusta mirar.
¡Tierra, trágame!
SUMMER: Pero… estoy hecha un asco, con este chándal y el pelo sucio. Y creo que estoy incubando un virus o algo. ¡Achís! (fingí un estornudo) Nada agradable de ver…
GRACE: ¡Eh tú, musculitos! ¿Por qué no te das el piro antes de que me haga embutido con ese triste pellejo que tienes por pene?
No sabía de dónde había salido Grace. Solía hacer aquello de aparecerse como un fantasma, aunque siempre resultaba de lo más oportuna.
BRAD: (la miró de arriba a abajo, sorprendido) ¿Es esta tu novia?
GRACE: ¿Novia? ¡¿Qué novia ni qué puñetas?! ¡Que te largues de aquí, imbécil!
Resulta bastante cómico ver a Grace, con lo bajita que es, intentando dar de collejas a un hombretón de más de 1’80 metros, y que encima éste lleve las de perder. Supongo que es parte de su encanto personal. Y mi enorme sonrisa dejaba claro que estaba disfrutando con esta escena, que compensaba en parte el desagradable flirteo barato del impresentable aquel.
BRAD: ¡Esta mujer está loca!
GRACE: ¡Sé dónde vives! ¡Como vuelva a verte por aquí les diré a todos tus vecinos que eres un pervertido!
SUMMER: Eres malvada. (reconocí entre risas)
GRACE: ¡No es culpa mía! No sé por qué eres un imán para los degenerados… (repuso con gesto cándido)
SUMMER: ¡Es verdad! Y mira que no podría ir menos arreglada…
GRACE: ¡Oh cariño! (se abalanzó sobre mí y me abrazó) Yo poniéndome como una arpía, ¡y ni siquiera te he dado un triste saludo!
SUMMER: Bueno, te perdono porque eres muy buen guardaespaldas.
Grace emitió su típica risa aguda acompañada de algunos ronquidos mientras tocaba la punta de mi nariz, un gesto suyo que le hacía parecer muy tierna.
GRACE: Venga, que llegamos tarde.
SUMMER: Pero…
GRACE: ¡Cheeee! ¡Nada de peros!
Grace me agarró del brazo con fuerza y tiró de mí, oponiéndose sin problemas a mi resistencia pasiva.
Una vez logramos esquivar a la muchedumbre del bar y salimos a la calle, me dispuse a hacer una señal a un taxi, pero Grace me agarró de la mano y negó brevemente con la cabeza. No entendía muy bien por qué, pero tenía el semblante muy serio y yo confiaba en ella plenamente. Me guio a través del oscuro callejón lateral del bar, donde unos gatos callejeros devoraban sobre el cubo de basura las sobras de empanada del día anterior y un ebrio vagabundo dormía la mona cubierto por unos cartones, roncando como un martillo pilón. Era increíble que tan cerca del mundo civilizado se pudiese ver un escenario tan tétrico.
Grace me hizo una señal con la cabeza, indicándome que le siguiese por otro estrecho y largo callejón que comunicaba con el que estábamos transitando. No dije nada en voz alta, pero en mi cabeza no podía evitar pensar mordazmente el grito de “¡paranoicos!”. Cada vez se las ingeniaban más por escoger lugares más y más histriónicos, aunque al menos esta vez estaba cerca. Grace se paró frente a una oxidada puerta corredera de acero y llamó seis veces exactamente; primero una, luego tres y luego otras dos veces más. La joven sueca abrió un par de centímetros, y con su inalterable gesto de enfado nos escrutinó de arriba a abajo, cual leprosas.
GRACE: Hola Annika, ¿llegamos tarde?
ANNIKA: Contraseña. (repuso con su fuerte acento escandinavo)
SUMMER: Oh, ¡venga ya! ¡Pero si nos conoces perfectamente!
ANNIKA: Contraseña. (insistió enfatizando su autoridad)
GRACE: ¡Cisne de mierda!
ANNIKA: Contraseña ser de semana pasada.
SUMMER: ¿Patito feo, patito muerto? (pregunté dudosa)
Annika abrió la puerta y nos hizo una señal para entrar, mientras Grace susurraba un socarrón “¡Puta!” bastante audible con el que apenas pude aguantar la risa. La sueca mientras nos miraba con expresión de ignorancia, como si, por increíble que pareciese, aquel término le resultase del todo desconocido.
Esquivamos con cuidado una desordenada pila de palés cuya madera parecía algo podrida y cuyos clavos sobresalían irregularmente manchados de óxido. Y encima estaba lleno de telarañas, ¡con lo poco que a mí me gustan los arácnidos! Aquello, unido a la impenetrable oscuridad que apenas dejaba vislumbrar las enmohecidas paredes, denotaba sin duda que dicho almacén llevaba bastantes años en desuso, algo realmente insólito para esta zona de la ciudad.
Llegamos al final del largo pasillo, y yo intenté abrir la puerta de chapa, pero se quedó atascada al girar apenas unos grados. Miré el pomo extrañada, hasta que Grace me apartó sin apenas darme cuenta y se lanzó contra la puerta como una bola de demolición, provocando que no sólo se abriese con violencia, sino que chocase contra la pared de la siguiente sala, emitiendo un peculiar sonido como el de un gong. En el interior, la gente que hablaba, aquellos que organizaban improvisadas sillas con bloques de hormigón, los que preparaban en bandejas sobre palés apilados un pequeño tentempié de Dr. Pepper con pastas a granel… todos, se giraron enseguida para ver el origen de dicho estruendo, con cierto temor en sus rostros. Grace sacó la lengua y saludó haciendo con la mano el gesto de la victoria.
GRACE: ¿Qué hay, peña? ¡Paz! (dijo animosa mientras caminaba rítmicamente, como si bailase hip-hop)
Algunos suspiraron aliviados, mientras que otros le dedicaron una leve sonrisa. Yo, en cambio, sólo podía cubrir mi rostro con la mano en señal de vergüenza ajena mientras procuraba aguantar a duras penas una carcajada que luchaba fieramente por salir.
Me desabroché la sudadera y la coloqué sobre uno de los bloques de hormigón, intentando amortiguar un poco su pétrea dureza. Sorprendentemente, no resultaba tan incómodo como en un principio parecía. Grace, satisfecha tras haber imitado con bastante gracia el clásico baile de Beyoncé en “Single Ladies (Put a Ring on It)”, se acercó con una sonrisa de oreja a oreja y se sentó a mi lado.
GRACE: Esto es arte, chavales. ¡Esto es puro arte! ¡Oh, happy day! ¡Oh, happy day! (canturreó al cielo emocionada, extendiendo su brazo izquierdo como intentando alcanzar el infinito)
Mientras Grace ejecutaba su particular solo musical, yo me quedé embobada mirando hacia el sucio ventanal de la izquierda. El cielo estaba empezando a oscurecerse ya, pero en gran parte era debido a los negros nubarrones que lo surcaban. “Se acerca una tormenta”, susurré apenas inaudible. Por alguna razón, aquella posibilidad turbaba mi pensamiento.“Pero es sólo agua y actividad iónica, ¿no? ¿Qué puede haber entonces en todo esto que te disturbe?”, pensé.
Algo se movió con rapidez en el borde de la ventana, y entonces me fijé en el pequeño gorrión que estaba anidando. Me sorprendió ver aquella ave, pues pensaba que habían acabado en peligro de extinción tras la iniciativa de 2028 de re-ozonificación, pero él (o ella) estaba ahí, contra todo pronóstico. Podía oír de fondo una voz masculina imponente, pero esto, no sé por qué, me resultaba mucho más interesante. El pajarillo cogía una rama, la soltaba, la ponía en otro sitio, cogía otra más grande y la deformaba con el pico, desechaba otra que parecía insegura… Una auténtica obra de ingeniería que muchos pasaban por alto. Alguien debió decir algo gracioso, no me fijé quién, pero sí que pude comprobar que todos se rieron con más o menos intensidad, aunque eclipsados por la histriónica risa ronquera de Grace. Aun así, yo seguí mirando a la ventana, al pajarillo. Estas reuniones me resultaban muy poco interesantes, y quizá algo excesivas. El gorrión intentó reforzar su nido por debajo con otra rama, pero entonces todo su duro trabajo se desvaneció y las ramitas cayeron sin remedio.
SUMMER: ¡Oh! (suspiré apenada)
GRACE: ¡Psss! ¡Eh, que estás en babia! (susurró por lo bajinis)
SUMMER: Es que esto me resulta muy violento. Es como si fuese una yonki yendo a terapia…
GRACE: ¡Esto no es moco de pavo! Estamos siendo amenazados…
SUMMER: Venga ya… (sonreí irónica)
GRACE: ¡Es cierto! ¿Si no cómo explicas que hoy no haya venido Danny?
SUMMER: Bueno, recuerdo que la última vez nos dijo que quería ir a Phoenix para ver qué tal les había ido a su exmujer y su hija con la reconstrucción de su hogar tras aquel atentado…
GRACE: Vale… (soltó resignada) ¿Pero qué pasa con Antoinette? ¿Y Pedro Javier? ¿Y Makeba? ¡Hace mucho que no han vuelto por aquí!
SUMMER: Y si es por mí, yo tampoco venía…
GRACE: Oh, ¡venga ya! ¿No te das cuenta? ¡Nos están dando caza! Quieren terminar lo que empezaron.
SUMMER: Eres un poco exagerada. Recuerda que ese luz blanca nos dijo que a partir de ahora se encargarían esos Holliday, o como se llamen…
MITCH: Tú, la pelirroja. ¿Tienes algo que decir al grupo?
Aquel hombre, que parecía imponer bastante autoridad en el grupo, me miraba fijamente. Al parecer, nuestra pequeña discusión entre susurros no estaba siendo tan discreta como pensaba.
SUMMER: Eh… no, lo siento. No quería interrumpir, de verdad.
MITCH: Venga, no te cortes. Te he visto venir a estas reuniones muchas veces, pero siempre has estado callada.
SUMMER: Es que yo… yo…
MITCH: Vamos, preséntate al grupo. Aquí nadie va a juzgarte, todos hemos pasado por lo mismo que tú.
SUMMER: Yo… la verdad es que no sé qué decir. (confesé aguantando una risilla nerviosa)
ELEANOR: Empieza por tu nombre, y luego háblanos un poco de ti. ¿Cómo descubriste lo que podías hacer? ¿Cómo llegaron hasta ti?
MITCH: Llega hasta donde te sientas cómoda.
Miré a aquella chica detenidamente. No aparentaba ser mayor que yo, y se la veía alegre y algo alocada, pero por al mismo tiempo parecía respetada. No parecía mostrar aquella atención por cumplir, se notaba que realmente le interesaba lo que pudiese contar.
SUMMER: Eh… bueno. Hola, me llamo Summer Wilcox.
TODOS: ¡Hola Summer!
Mierda, como en una maldita reunión de yonkis.
SUMMER: En fin, me crié en un pequeño pueblo de Missouri junto a mi abuelo. Mi madre tenía unos… quince años cuando se quedó embarazada, y cuando su novio se enteró… digamos que se marchó lo más lejos que pudo. Durante el embarazo, mi madre empezó a desarrollar comportamientos psicóticos, así que en cuanto me dio a luz la internaron en un psiquiátrico. De ahí que viviese con mi abuelo, claro. (me detuve un segundo y sonreí, intentando ocultar mi vergüenza) Bueno, a los trece años empecé a tener estas sensaciones… raras. Mi abuelo pensó que me estaba pasando lo mismo que a mi madre, hasta que un día mi padre volvió y… ¡sorpresa! ¡Eres una bruja! Supongo que eso hizo que mi madre se volviese loca, no debía de estar preparada para soportar mi poder…
Miré hacia el suelo, mientras me colocaba un mechón por detrás de la oreja. Esta era una de las razones por las que no me apetecía venir a estas reuniones, desnudar mi alma es algo demasiado personal para mí.
GRACE: Summy… (dijo en tono afable)
SUMMER: Por alguna razón pensé que todo esto de la magia serviría para unirnos, o al menos recuperar el tiempo perdido, pero lo único que esa sabandija quería dinero, a toda costa. Bueno… eso ya es otra historia. Mi abuelo se esforzó mucho porque tuviese una educación, así que me gradué en ingeniería de motopropulsión por el MIT. Estaba allí trabajando hace… creo que casi dos años, subvencionada con una beca de investigación de NERSAWD Systems. Solía quedarme allí hasta bien entrada la noche haciendo ensayos y simulaciones de flujos de calor en cámaras de combustión, pero un día sentí que alguien me estaba acechando. Miré por la ventana, y entonces vi a esos tipos vestidos de negro con pinta de paramilitares. Os podéis imaginar el resto.
Me senté rápido y miré al suelo, resoplando. No por vergüenza, que un poco sí, sino porque me aquello me resultaba muy aburrido. Inútil. Puede que a algunos les ayudase todo aquello de la terapia, a mí no. Yo era más pragmática: nos secuestró una multinacional y nos mantuvo en coma durante cerca de un año entero para experimentar con nuestros poderes, punto. Darle más vueltas no sólo era ridículo, sino una pérdida de tiempo. Aquella chica, mientras, parecía comentar animada sobre mi historia, recibiendo apuntes de parte Mitch, el otro chico a cargo del grupo. Yo por mi parte, ya había cumplido. Dirigí de nuevo la mirada hacia la ventana, y entonces pude ver de nuevo a mi pequeño gorrión, que no había cejado en su empeño por construirse un nido. Así me gusta.
Una mujer mayor se puso a hablar entristecida por lo mucho que se había perdido del crecimiento de su nietecito, seguida por la historia de un hombre que narraba emocionado cómo había conseguido recuperar a su novia tras tantos meses de ausencia y por último la de un joven, de cuyo aspecto se evidenciaba que apenas había acabado el instituto, que aseguraba completamente desquiciado que había encontrado un patrón conspirativo entre la conducta de sus vecinos del 4º, la racha de derrotas de su equipo de la NFL favorito, el repentino auge del rock&roll en los últimos años y la reciente variación en el sabor de la salsa de soja de “El imperio del tigre”. Pura paranoia. Grace, a todo esto, no paraba de repetir cosas como “¡La leche!” o “¡Hay que darles caña, nena!”. Yo, por mi parte, seguía distraída mirando a cualquier sitio y a ninguno a la vez.
El pajarillo intentó de nuevo acoplar una difícil rama, pero seguía incapaz de hacer que la estructura fuese estable. El nido volvió a descomponerse irremediablemente, y entonces el ave decidió emprender el vuelo. Mi corazón sabía que nunca volvería a verle, y por alguna extraña razón sentí un enorme pesar. Por una simple criaturita que acababa de divisar…
ELEANOR: (sacudiéndose levemente, como en un escalofrío) ¿Ya?
MITCH: ¿Ocurre algo, Nellie?
ELEANOR: Es que… tengo la sensación de que alguien viene a buscarme. ¿Ya son las 8:00PM?
ANNIKA: Ser 8:10PM. ¿Venir ese novio no-novio tuyo? (dijo en tono seco)
Saqué el viejo reloj del abuelo del pantalón y lo miré. Era cierto, ya se estaba haciendo tarde.
GRACE: ¡Uy con la rusa, si es abonada a radiopatio! (saltó burlona)
ANNIKA: ¡Ser sueca! ¡Escandinavo no ruso! (dijo ofendida)
GRACE: (alzando el índice como una barriobajera) ¡En mi idioma, bonita! Te va a ir muy mal si no aprendes de una maldita vez a hablar en cristiano…
Annika, roja como un tomate, miró a Grace con furia y le gritó un par de frases en sueco que no entendí, pero que casi seguro que eran de todo menos bonita. Grace se giró y me dedicó una mirada cómplice, bastante perturbadora.
GRACE: Vale, voy a arrancarle los pelos a esa pija de mierda.
Grace se levantó con rapidez y se lanzó hecha una furia contra Annika. Cerré los ojos, y por un segundo pude saborear el espectáculo de Grace arrastrando de los pelos por el suelo a aquella escandinava marisabidilla e insoportable. Cuando acabé satisfecha volví a mi ser y me interpuse antes de que la alcanzara.
GRACE: ¡Quita, que a esa polaca de mierda la voy a usar de fregona!
MITCH: ¡Quietas! No es momento de pelearse. Hay una amenaza cerniéndose sobre nosotros, una amenaza real.
GRACE: ¡Ugh! ¡Si lo sé! Es esta pedorra, que le gusta liarme…
Annika nos miró directamente y nos dedicó una sonrisa de superioridad. Cómo odio a esa sueca…
SUMMER: Entonces… ¿es verdad? (dije mirando incrédula a Mitch)
ELEANOR: No sé qué deciros, chicos. Cuando Rachel y Bobbie nos liberaron, éramos 927. Pero a día de hoy… únicamente tenemos noticias fiables de poco más de 500.
MITCH: Desde que Nellie contactó conmigo para que creáramos este grupo, he tenido el temor de que Karen y sus secuaces decidiesen atar cabos sueltos. Creo que piensa que tenemos cierto poder para influir sobre la opinión pública, y eso no le beneficia. Muchos de nosotros se han ocultado, o han vuelto a sus casas sin querer echar la vista atrás… No sé si alguno de esos más de 400 ha sido atacado, pero hay que tener cuidado. Cuidar los unos de los otros. Al fin y al cabo, nadie más conoce mejor por lo que hemos pasado.
Sí, la explicación en principio parecía tener sentido, pero por algún motivo era incapaz de creer que fuese verdad, quizá debido a que aún me resultaba ilógico que yo tuviese algo tan especial en mi interior como estos estúpidos poderes, y que hubiese alguien a quien le resultase interesante. No, debían ser todo exageraciones. Seguramente esas 400 personas debían de pensar como yo, que esto de la “terapia” es de lo más deprimente, y que era mejor hacer borrón y cuenta nueva lo más lejos y desconectado posible. Quizá pecase de ingenua, pero aquello a mí me parecía más lógico que ese complot maquiavélico digno del episodio más enrevesado de “The X Files”.
Vivir con semejante paranoia sin duda debía tener a todos en un estado de nervios, pero parecía ser un sentimiento fugaz viendo cómo se embalaban a devorar las pastas y los refrescos que habían traído para después de la reunión. Sinceramente, prefiero tomar el aperitivo en casa.
SUMMER: ¿Nos vamos a casa ya? (dije casi suplicante)
GRACE: Mira que eres pesada… Adelántate tú, yo me voy a quedar un ratito más. Quiero pedirle consejo a Mitch sobre esos problemas de ceguera temporal que te dije.
Grace poseía el don de la hipervisión, que le permitía enfocar objetos a distancias del orden de incluso miles de kilómetros, atravesando cualquier obstáculo que se interpusiese en su campo de visión. Sin embargo, desde que escapamos de Red Swan había empezado a sufrir periodos aleatorios de ceguera total que podían durar hasta varias horas.
SUMMER: Bueno, tú misma. ¿Me das las llaves?
GRACE: ¡Ah, sí! Toma. (abrió su bolso y rebuscó un rato hasta dar con el llavero de Terriermon, un monstruito que al parecer era bastante famoso cuando era niña) Que no se me olvide que tengo que hacerte una copia, ¿vale?
SUMMER: No te preocupes, tampoco quiero invadir tu piso…
GRACE: ¡Bobadas! ¡Te quedarás todo el tiempo que haga falta!
Entorné los ojos, pero me resistí a llevarle la contraria. Con Grace aquello siempre era perder el tiempo. Ella me guiñó un ojo, satisfecha al comprobar que había desistido, y me dio un toquecito en la nariz a modo de despedida.
Recogí mi sudadera sobre el bloque de hormigón y me la abroché apresurada. Sabía que sería una mala elección ir tan desabrigada en esta época del año, pero por una vez había decidido mandar a la porra uno de tantos flashes. Craso error, parece mentira que haya conseguido un doctorado siendo tan estúpida…
Abrí con cuidado la enorme puerta oxidada de la calle unos centímetros, dispuesta a llevarme una ducha de realidad, pero en vez de frío invernal sentí una brisa extrañamente templada. El vello de mi cuerpo se erizó lentamente, como si el aire estuviese ligeramente cargado de electricidad estática. Agarré la puerta, esta vez desde el quicio, e hice fuerza para que se deslizase sobre el descentrado carril. Me dispuse a salir, pero entonces me choqué con un chico que parecía tener prisa. O mejor dicho, él se estampó contra mí, provocando en el proceso que el viejo reloj del abuelo cayese de mi bolsillo al suelo. El chico se agachó con rapidez, pero yo fui más rápida y lo cogí antes. La esfera se había roto y el segundero parecía haberse encasquillado. Genial.
CHRIS: ¡Oh, lo siento mucho! Íbamos con prisa, y no he mirado ni por donde ando…
El joderrelojes me miró a los ojos con expresión de cachorrito desvalido, y a continuación me dedicó una tierna sonrisa. Yo, por mi parte, le respondí con lo más acorde para la situación: una mirada agria. Sin decir una palabra proseguí mi camino, dándole un topetazo con el hombro en señal de venganza y cuidándome de esquivar al otro chico que le acompañaba.
CHRIS: ¡Oye! ¡Que he dicho que lo sentía!
WYATT: ¡Y tú le has jodido su reloj antiguo, cenutrio!
No me fijé, pero pude percibir un intenso ruido, sin duda de una buena colleja. Sonreí, creo que adoraba a ese chico rubio…
Caminé por el largo callejón, pero debí equivocarme de salida, porque no lo reconocía en absoluto. Era más oscuro y estrecho, y el suelo tenía mucha más porquería de lo que recordaba. Encontré entonces la ventana por la que vi al pajarillo y sonreí levemente al encontrar terreno conocido, pero enseguida caí en la cuenta de que aquello me había confundido, pues antes no habíamos pasado por ahí. Intenté desandar el camino para volver de nuevo al largo callejón, pero sólo conseguí llegar a un callejón cuya salida había sido impedida por un pesado contenedor de basura. Aquello era como un laberinto, y lo peor es que empezaba a caer una débil llovizna, presagio de la fuerte tormenta que se aproximaba.
De repente, tuve esa extraña y loca sensación de que me acechaban. “Tranquilízate Summer, no dejes que esa panda de paranoicos te contagien”, pensé para mis adentros. Me esforcé en controlar los nervios, y ya casi lo había conseguido cuando de repente escuché un intenso ruido metálico a mis espaldas, apenas pudiendo ahogar un grito.
SUMMER: ¡Mierda! ¿Quién anda ahí? ¡Tengo spray antivioladores, pervertido!
Miré a todos lados, ventolín en mano, hasta que encontré la tapa de un cubo de basura amortiguando la rodadura junto a una rata bien gorda. Puag. Quise reírme de mi estupidez, pero por alguna razón apenas podía dibujar en mi rostro una triste sonrisa. Un enorme peso se había instalado en mi vientre, totalmente ilógico e irracional. No era sólo una rata, ahí había alguien. No veía nada, pero lo sabía. Lo sentía. De forma ilógica e irracional. Si estos poderes servían de algo, debía de ser para situaciones como ésta, pero ahora no podía sentir nada. Y eso, tras 20 años sintiendo toda clase de cosas, no podía presagiar nada bueno.
Decidí correr, lo más rápido posible y adonde fuese. Llegué de nuevo al callejón de la ventana del almacén, pero ahora parecía más oscuro aun. “La salida no es por ahí”, pensé entre susurros. Me di la vuelta, y corriendo, me alejé todo lo posible de aquella oscuridad casi tangible que había. Giré a la izquierda, y entonces me encontré con una gran plaza con una única salida al fondo, hacia otro callejón. Caminé lentamente, haciendo resonar ligeramente mis pisadas sobre los pequeños charcos del suelo, cuando de repente sentí como si la tierra se removiese violentamente. Me giré un segundo y no vi a nadie, pero al volver a mirar al frente me encontré a lo lejos una inquietante figura. No sabría decir si era hombre o mujer, sólo sé que llevaba una sudadera ancha de color gris con una enorme capucha cubriéndole el rostro por completo. Sus manos, cubiertas por guantes, se introdujeron en uno de los bolsillos de la sudadera y sacaron lo que parecía un enorme cuchillo de hoja sinuosa.
SUMMER: ¡Jo… joder! Ey tío, tranquilízate… (dije suplicante mientras daba pasos hacia atrás)
Podía ser perfectamente un asesino, un camello furioso o un proxeneta defendiendo su territorio, pero fuera lo que fuese, no estaba dispuesta a averiguarlo. Pillé una piedra del suelo y se la tiré con todas mis fuerzas, y entonces me dispuse a correr en la dirección contraria, pero antes de poder dar apenas un par de zancadas le vi frente a mí, como si mágicamente se hubiese interpuesto en mi camino de huida. Hice lo único que podía hacer: gritar.
CHRIS: ¡Eh, tú! ¡Déjala y métete con alguien de tu tamaño!
No recuerdo muy bien cómo fue el enfrentamiento, porque todo fue demasiado rápido. Sólo sé que de repente me encontraba tumbada en el suelo sintiendo como mi estómago goteaba, mientras aquél de la sudadera gris corría a toda velocidad seguido por el chico grosero y su hermano rubio. Sentí frío, acompañado por un intenso hormigueo por todo el cuerpo. Sentí como si cada una de las células de mi cuerpo vibrasen violentamente y se desintegrasen. ¿Así era morir?
SUMMER: No… ppor fffavor… (supliqué)

Me sentí elevada, como si mi cuerpo ascendiese, pero eso fue todo. Decían que cuando morías, podías ver pasar toda tu vida ante tus ojos, pero yo no vi absolutamente nada, sólo oscuridad. ¿Acaso eso era todo lo que había después de la muerte? ¿La nada absoluta? Incluso como agnóstica, aquello representaba una total decepción para mí. La nada. Pero me di cuenta de que había formas en la oscuridad. Formas intangibles, indescriptibles. La oscuridad no era en realidad oscuridad como tal. Era como si todo, absolutamente todo, pudiese verse al mismo tiempo, pero estaba tan mezclado e inconexo que sólo podía distinguirse un infinito borrón oscuro.
“No, por favor”, supliqué nuevamente, y entonces sentí como si la gravedad me empujase violentamente hacia el centro del universo.
Abrí los ojos, sobresaltada, y me incorporé. Estaba en la cama, debía haber sido sólo un sueño. Aún era noche cerrada y no podía verse nada. Coloqué instintivamente mi mano sobre la puñalada que había sentido sobre mi abdomen, y sonreí al no sentir nada. Me recosté nuevamente, y cerré los ojos.
CHRIS: ¿Qué ocurre, cielo? ¿Una pesadilla? (preguntó medio adormilado mientras me rodeaba con el brazo)
Un extraño se te arrima en la cama en mitad de la noche y comienza a susurrarte. ¿Qué haces?
SUMMER: ¡AAAAAAAAAGH!
Gritar.
Cogí el despertador de la mesilla y se lo tiré a aquel perfecto desconocido que se había colado en mi habitación mientras dormía, pero éste se cubrió el rostro con sus manos, desviándolo efectivamente hasta el espejo de pie que había a unos metros, y rompiéndolo en añicos.
SUMMER: ¡¿Quién puñetas eres tú y que haces en mi casa?! (grité histérica)
CHRIS: Sum, Summy… Tranqui… ¡tranquilízate por favor!
SUMMER: ¡¿Cómo sabes mi nombre?! ¿Me has estado siguiendo? ¿Me espías?
CHRIS: ¿Qué te pasa? ¿Por qué actúas así?
SUMMER: ¡VIOLADOOOOR! ¡Me quieren violar!
CHRIS: ¡Summy, soy yo! Soy Chris.
El chico, Chris, intentó acercarse con gesto conciliador, pero aquello me hizo sentir aún más amenazada. Agarré la lámpara de la mesilla y le amenacé con ella.
CHRIS: ¡No, la lámpara de la abuela Penny no!
SUMMER: ¡A la mierda! ¡No te acerques a mí, pervertido!
Y la lámpara impactó contra su cabeza, rompiéndose en diminutas esquirlas de porcelana. Mi acosador no había caído inconsciente, pero le había dejado algo atontado y con un buen corte en la sien.
CHRIS: ¡Aagh Summer! ¿Qué estás haciendo? ¿Es que no me reconoces?
SUMMER: (deteniéndome a pensar un momento) Espera… ¡tú eres el cretino que me rompió el reloj de mi abuelo!
CHRIS: Mi cabeza también está bastante rota, creo que estamos en tablas…
SUMMER: ¡Me importa un bledo! ¡¿Por qué te has colado en mi casa?!
CHRIS: Porque… es nuestra casa. ¿No lo recuerdas?
SUMMER: ¿Qué? Eso es… no puede…
Me fijé a mi alrededor, y entonces me di cuenta de que aquel loft era totalmente desconocido para mí. Los muebles, las paredes, los electrodomésticos… todo me resulta completamente ajeno. ¿Acaso era yo la intrusa? No podía ser, había dicho “nuestra casa”. ¿O acaso me estaba engañando?
SUMMER: ¿Qué es este sitio? ¡¿Por qué me tienes aquí encerrada?!
CHRIS: Summy…
SUMMER: ¡Deja de llamarme Summy! ¡No sé ni quién coño eres!
CHRIS: Soy… soy Chris Halliwell. Vivimos juntos en este piso desde hace unos meses. ¿De verdad no lo recuerdas? ¿Qué te ha pasado estos días que has estado fuera?
Caminé un poco por el loft, hasta que un pequeño marco alargado sobre una mesita de café captó mi atención. Había cinco fotos de fotomatón, en las cuatro primeras Chris y yo estábamos poniendo caras graciosas, mientras que en la última nos besábamos en los labios. Al lado estaba la edición matutina del Washington Post. “5 de Noviembre de 2036. VICTORIA CONTUNDENTE DE HARVEY MONTGOMERY EN LOS COMICIOS. El 49º Presidente de los Estados Unidos celebra su cargo precedido de grandes esperanzas populares de cambio”.
SUMMER: Yo… ¿ocho meses? ¿Cómo es posible? No recuerdo… ¡no recuerdo nada! (dije aterrada) ¿Dónde he estado todo este tiempo?
Chris paseó con el semblante preocupado, sin decir nada. Parecía como si acabase de caer en la cuenta de algo que yo no sabía, pero no acabara de creérselo. O, mejor dicho, no quisiera creérselo. Un chico que no conocía de nada estaba preocupado por mí, evidentemente eso me ponía muy nerviosa…
SUMMER: My pussy tastes like Pepsi cola, my eyes are wide like cherry pies…
… y cuando me pongo nerviosa, siempre acabo canturreando la misma canción cochina. Precioso tic.
CHRIS: Estás muy nerviosa, ¿verdad? (soltó sonriente)
SUMMER: ¿Cómo? (pregunté confusa)
CHRIS: Siempre canturreas esa canción cuando estás nerviosa. Me lo contaste hace algún tiempo.
SUMMER: Eh… sí. ¿Sabes? Eso sonaría muy dulce si no fuese porque no te conozco de nada.
CHRIS: Siempre me decías que podía pasar. Que podría llegar a encontrarte un día y que no recordaras algunas cosas, o incluso nada en absoluto. O que podrías recordar cosas que yo no recuerdo.
SUMMER: ¿Te dije eso? ¿Sabes por qué? (pregunté confusa)
CHRIS: (negando con la cabeza) Nunca lo entendí, pensaba que era una broma para hacerte la interesante…
Me di la vuelta, sin entender muy bien lo que pasaba a mi alrededor, y me senté en el sofá. Chris se acercó por detrás e intentó apoyar su mano sobre mi hombro en señal de afecto, pero yo me aparté. Sé que lo hacía con buena intención, pero no conocía a ese chico. Finalmente se dio por vencido y se alejó. Tampoco debía ser fácil para él.
Me quedé mirando desde el sofá la panorámica de la ciudad nocturna con sus brillantes luces, intentando entender lo que había pasado. ¿Estaba loca? ¿Había algún problema conmigo? Poco a poco la oscuridad del cielo se iba disipando, mientras mis párpados pesaban cada vez más.

De repente, el timbre del teléfono me despertó. Miré a mi alrededor, estaba tumbada en el sofá cubierta por una manta y el sol brillaba con fuerza. Según el reloj de pared eran las 9:42 de la mañana. Chris ya no estaba allí, seguramente se había ido a trabajar. ¿Debía coger el teléfono, o no? Me decidí finalmente a cogerlo, supuestamente también era mi casa.
SUMMER: ¿Di… diga? (dije dubitativa)
MUJER: Buenos días. ¿La señorita Wilcox, por favor?
SUMMER: Sssí, soy yo… (tartamudeé sorprendida)
MUJER: Le llamo desde el Hospital General de Chicago para confirmarle su consulta con el Doctor Hilbert a las 11:40 AM. ¿Todo correcto?
¿Una consulta en el hospital? ¿Para qué?
SUMMER: Sí. Sí, sí, sí, entendido. Descuide, allí estaré.
MUJER: Perfecto. Recuerde que debe venir en ayunas.
Aquella mujer del hospital colgó, pero yo me quedé con el teléfono en la mano, desconcertada. ¿Había sido Chris, o había concertado yo esa cita? Chris dijo que le conté la posibilidad de que olvidara cosas. ¿Es que ya sabía que me estaba pasando algo malo, algo que requería atención médica? Instintivamente me dispuse a marcar el número de Grace, en busca de apoyo.
OPERADORA: El numero al que ha marcado ya no existe.
“Qué raro”
, pensé. Decidí volver a marcar el número, por si acaso me hubiese equivocado, pero volví a obtener el mismo mensaje. ¿Acaso Grace había decidido cambiar de número? No, imposible. Grace era muy supersticiosa, y jamás habría dejado escapar aquel número que casualmente incluía los dígitos de su fecha de nacimiento.
Me levanté, algo torpe, y me estiré. No me había fijado anoche, pero llevaba puesto el camisón de seda color marfil, mi favorito. Era un consuelo encontrar al menos una cosa conocida entre tantas rarezas. Me acerqué a la barra de la cocina de estilo americano, y me fijé en el plato con huevos revueltos y tortitas de arándanos que había junto a un pequeño peluche de Dumbo. En la trompa había sujeta una nota que ponía “Recuérdame”, junto al emoticono de una cara triste. Pobre Chris, aquello me hizo sentir algo culpable. Era una pena que no pudiese comer nada…

Tras darme una ducha rápida y ponerme el vestido blanco de flores amarillas junto a la rebeca color azul marino, me dispuse a salir de casa. Llegué al hospital a las 11:20, con tiempo más que de sobra para encontrar la consulta del doctor. No estaba con ganas de dar vueltas, así que me acerqué al mostrador de recepción.
ENFERMERA: ¿Has oído lo de la Doctora Mitchell? Ha vuelto otra vez a atacarla a la pobre.
RECEPCIONISTA: ¿No la había dejado ya en coma?
ENFERMERA: ¡Sí! Y ahora su hermano no se separa de su cama. Pobrecita…
SUMMER: Disculpe, ¿la consulta del Doctor Hilbert?
RECEPCIONISTA: ¿El Doctor Hilbert? A ver… Está en Neurología, consulta 407 de la 4ª planta.
Neurología. Es decir, la explicación era que mi cabeza fallaba. ¿No?
SUMMER: Emmm… gracias. (contesté cabizbaja)
Comencé a andar hacia Neurología, casi como un autómata. Nunca había sido una persona que se dejase llevar por las paranoias. Siempre había procurado basar mis acciones y mis sentimientos en hechos, pero últimamente sentía que todo mi mundo se estaba dando la vuelta sin razón aparente. ¿Y si me pasaba algo grave? Bueno, era algo que me inquietaba, pero al menos sabría la respuesta. Entonces… ¿por qué tenía esta sensación, como si sintiera que era mejor no saberlo? Sin darme cuenta, una enfermera salió de la consulta 407 y dijo mi nombre, sacándome de mi ensimismamiento.
Entré en la consulta, donde se encontraba un hombre bajito, calvo, regordete y con bigote rellenando informes. El hombre se levantó enseguida para darme la mano amigablemente y me invitó a sentarme. Empezó a hablarme durante varios minutos de términos médicos que no entendía, mientras yo asentía levemente de vez en cuando como si sí los entendiese. Entonces llamó a una enfermera a la que pidió que me acompañara para hacerme un escáner, o un TAC… No sé, no entendía la diferencia.
Llegué a una sala que no estaba muy iluminada y me puse una de las batas del hospital. A continuación me tumbé sobre una especie de camilla, que acto seguido se introdujo en la máquina. Era sorprendente que, a pesar de que nunca había tenido problemas de claustrofobia, ahora estuviera sintiéndome tremendamente agobiada, impotente y con dificultades de respirar. Había un traqueteo intenso, fruto del funcionamiento de la máquina, que pensé por un momento que haría que mis tímpanos reventasen. Empecé a llorar sin poder contenerme.
Estuve ahí encerrada cerca de 20 minutos, aunque juraría que para mí fue poco menos que una eternidad. Tuve que contenerme con todas mis fuerzas para no estallar. Tras salir y vestirme, me enviaron de nuevo a la consulta del Doctor Hilbert, que estuvo en silencio observando los resultados de la prueba durante varios minutos con gran interés tras los gruesos cristales de sus lentes. Qué tiempos aquellos, en los que la sanidad te mantenía en vilo durante días tras hacerte unas pruebas…
DOCTOR HILBERT: No sé a qué se debe su caso, señorita Wilcox, pero sin lugar a dudas la causa no es neurológica. Lo siento (dijo finalmente)
“Ah”, fue lo único que fui capaz de contestar. Deseaba con todas mis fuerzas que no fuese nada malo, pero aquello era mucho peor. La respuesta es que no había respuesta. Genial…

Caminé durante horas, sin saber muy bien adonde ir, hasta que llegué a una hermosa arboleda que al parecer se llamaba Lincoln Park. El sol del atardecer brillaba sobre las doradas hojas de los árboles, agitadas por el viento otoñal. Por alguna extraña razón me hacía sentir como en casa, como aquellos días que salía de picnic con el abuelo a la pradera. Me senté en un banco cercano y cerré los ojos, concentrándome en el susurro del viento que traía consigo risas de niños.
CHRIS: Perrito con extra de cebolla y batido de fresa. Tus favoritos, ¿no?
SUMMER: (volviendo en mí, sorprendida) ¿Cómo…? ¿Cómo me has encontrado? ¿Cómo sabías que estaba aquí?
CHRIS: Me dijiste que a veces te gustaba venir aquí a pensar. Esperaba que aquello no hubiese cambiado…
SUMMER: Es muy curioso que digas eso cuando esta es la primera vez que paso por aquí.
CHRIS: ¿Tampoco recuerdas este sitio?
SUMMER: ¿Debería? ¿Ocurrió aquí algo importante?
CHRIS: No sé… Tú dirás.
Le dediqué a Chris una mirada fría, y antes de que pudiese reaccionar le arrebaté el perrito. Estaba realmente hambrienta.
CHRIS: ¡Vaya! Cualquiera diría que llevas siglos sin comer… (dijo entre risas)
SUMMER: He ayunado. Órdenes del médico…
CHRIS: Del… ¿del médico?
SUMMER: Ah, ¿no fuiste tú quien me concertó la cita con el neurólogo?
CHRIS: Primera noticia que tengo al respecto. ¿Y qué te ha dicho?
Bebí un largo trago de batido y le miré sonriente.
SUMMER: No hay daños neurológicos, así que la única explicación es que debo de estar loca.
CHRIS: O…
SUMMER: ¿O? (le interrumpí)
CHRIS: Quizá no sea muy objetivo, pero tengo un poco de experiencia con personas trastornadas y no creo que seas una de ellas.
SUMMER: Muy halagador. Entonces, ¿cuál es su teoría, señor Holmes?
CHRIS: Quizá estés bajo la acción de un hechizo. No sería la primera vez que me enfrento a casos de desmemorización mágica…
Me encogí de hombros ante la idea, mientras devoraba el último pedazo de perrito. De repente, algo en mi cabeza hizo clic.
SUMMER: ¡El cabrón de la sudadera gris!
CHRIS: ¿Cómo? (preguntó confuso)
SUMMER: Lo último que recuerdo es que me perseguía el tipo ese de la sudadera tras salir de la reunión del grupo de secuestrados.
CHRIS: El día que nos chocamos…
SUMMER: Sí. ¡Seguro que ese cretino me hizo algo!
CHRIS: ¿No sabrás acaso por qué te perseguía?
SUMMER: No. Bueno… no estoy segura. En el grupo decían que había una amenaza contra nosotros, pero a mí me resultaba un poco ridículo. Aunque ya no sé qué pensar…
CHRIS: ¿Qué clase de amenaza? ¿Red Swan?
SUMMER: Es posible. Sólo sé que cuando aquel tipo empezó a acecharme, deje de sentir.
CHRIS: Un momento… tus sensaciones, ¿es posible que se deba a ellas tu confusión?
Me quedé pensativa durante unos segundos. ¿Acaso era aquello posible?
SUMMER: No, no creo. Mi poder siempre se ha limitado a la clarividencia probabilística…
CHRIS: Nunca me quedó claro cómo funcionaba…
Le miré desafiante, enarcando una ceja.
SUMMER: ¿El gran Christian Halliwell del todopoderoso clan Halliwell no sabe cómo funciona un poder simple y estúpido? (repuse entre risas)
CHRIS: Es Christopher. Chris.
SUMMER: No, es Topher.
(repliqué sonriente)
CHRIS: (fingiendo desesperación) Pero no te vayas por la tangente. ¿Me lo vas contar?
SUMMER: Finges que no lo sabes por consideración conmigo, ¿verdad?
CHRIS: ¡No! (mintió descaradamente) Anda, ¡dímelo! ¡Porfa!
Chris me miró otra vez con aquella expresión de cachorrito desvalido que anteriormente me inspiraba atizarle, pero que ahora, sin embargo, me resultaba muy tierna. Comencé a reír a carcajadas al darme cuenta de mi cambio de actitud.
CHRIS: ¿He dicho algo gracioso?
SUMMER: No, Topher. A ver… (me paré un segundo, intentando buscar el mejor ejemplo) Mira aquel niño de la pelota: está a punto de tirar una falta. Ahora imagina que tú eres el niño.
CHRIS: No será difícil… (contestó bromista)
SUMMER: ¡Tómatelo en serio! (repliqué sonriente, dándole un manotazo en el brazo) A ver, estás a punto de lanzar. Es un evento importante, de ti depende la victoria de tu equipo. Podrías lanzar la pelota al compañero que tienes cerca, es un pase fácil pero él está muy marcado; o podrías arriesgarte con un lanzamiento más lejano hacia el compañero que está desmarcado en la línea de 20 yardas. Normalmente influye la velocidad del viento, la fuerza con que lanzas el balón… pero imagina que el touchdown sólo dependiese de elegir a cuál de los dos les envíes la pelota. Podrías usar este poder para examinar las dos alternativas, y actuar en consecuencia. ¿Lo has entendido?
CHRIS: … Perdona, ¿decías? (respondió, fingiendo que me había ignorado)
SUMMER: ¡Topher! (repuse ofendida, entre risas)
CHRIS: Pero normalmente hay infinitas posibilidades en un evento. Debe ser agotador verlas todas a la vez…
SUMMER: Sep. La única cosa buena de todo este lío es que no he tenido que soportar otrojujumuju cerebral desde que me atacara el cretino de la sudadera…
CHRIS: Emm… no creo que eso sea del todo un consuelo. Los poderes existen por un motivo.
SUMMER: ¡Qué consuelo! Perder mis recuerdos, perder mis jujumujus… No sé qué es peor entonces. ¿Alguna idea?
CHRIS: Bueno, supongo que podríamos probar un par de hechizos y sortilegios… ¿Alguien nos mira?
SUMMER: Creo que no. ¿Por?
Chris sonrió, una sonrisa pícara que seguro no podía augurar nada bueno. Sentí como su mano se deslizaba lentamente por mi brazo, provocando que me estremeciese, y entonces sentí como si acabara de subirme a una montaña rusa. Una luz brillante y azulada cegó mis ojos, y cuando se disipó pude ver que nos encontrábamos de nuevo en el loft, sentados en el sofá.
SUMMER: ¿Pero qué puñetas…? Uff, creo que voy a potar… (dije mareada)
CHRIS: Perdona, se llama órbita. Es un poder que te permite desplazarte de un sitio a otro de forma instantánea.
SUMMER: ¿Y siempre produce tantas náuseas?
CHRIS: Sólo al principio. Pero es raro… no es la primera vez que orbitamos juntos. (reflexionó confuso)
SUMMER: Genial. Más cosas para la lista de rarezas de Summer Wilcox…
CHRIS: ¿Es que las vas contando?
SUMMER: Claro. Hasta publicamos un boletín semanal…
CHRIS: Es bueno saberlo. Me haré una subscripción. (contestó entre risas)
SUMMER: ¡Oh, tortitas! (dije emocionada al ver el desayuno que no pude tomar)
CHRIS: ¡Venga ya! ¿No te has tomado el desayuno que te preparé? (preguntó decepcionado) Desprecias mi arte culinario. Qué mal, qué mal…
Me senté en el taburete que había junto a la barra de la cocina, y empuñé el tenedor con ilusión.
SUMMER: Tenía que ir en ayunas al médico…
CHRIS: ¡¿Y te lo vas a comer ahora?!
SUMMER: (devorando un trozo de tortita bañada en sirope) ¡Me encantan los cenayunos!
CHRIS: Cómo no… Está bien, iré a buscar material.
Pinché una tortita entera con el tenedor y la alcé, devorándola directamente a mordiscos, sin trocearla siquiera. Chris volvió entonces con una caja llena de extraños artilugios y un cuaderno bastante desgastado en la otra mano.
CHRIS: Por Dios, ¡te vas a atragantar!
SUMMER: Be ba ibual (respondí con la boca llena) ¿Guardas ahí tus ojos de tritón y tus muñecos vudú?
CHRIS: Ves demasiadas películas.
SUMMER: ¿Y tampoco tienes un libro de hechizos?
Chris agitó el cuaderno sonriente.
SUMMER: ¿Cómo? ¿Ese cuaderno pestoso?
CHRIS: Es que no creo que sea bueno que saque de casa el Libro De Las Sombras después de lo que le pasó a Rachel. Y estoy seguro de Wyatt no querrá verme…
SUMMER: ¿Debería saber quiénes son?
CHRIS: Mi prima y mi hermano. Creo que apenas los llegaste a ver, o siquiera a nadie de mi familia. Cuando mi hermano y yo nos peleamos, me dejó bastante claro que no quería que apareciese por allí cerca nunca más…
SUMMER: Vamos, no será para tanto… (dije quitándole hierro al asunto)
CHRIS: Prefiero no hablar del tema. Es que… fue la peor discusión que hemos tenido en nuestra vida.
SUMMER: Ostras…
Me puse a curiosear dentro de la caja, para dejarle su espacio emocional.
SUMMER: ¡Anda! ¡Ojo de tritón y una muñeca vudú!
CHRIS: Touché. ¿Nos ponemos a ello?
SUMMER: Como quieras, aunque yo casi que me quedaré mirando. Las pociones no son lo mío, y además me aburren un poco…
CHRIS: A lo mejor te puedo dar unas clases particulares… (dijo con un tono seductor)
SUMMER: Ehh… nop. No estoy de ánimos para flirteos. Ni para clases de cocina. Pero tú a lo tuyo…
Chris se sentó en el suelo, junto a la mesita de café del salón, y yo me senté delante. Había un infernillo sobre la mesa y un pequeño caldero en el que echaba ingredientes a cada cual más extraño y apestoso. Sinceramente, prefería no saber lo que eran, por el bien de mis movimientos gástricos…
Me eché para atrás, recostada sobre la alfombra, y me quedé observando la lámpara de la esquina. Podría jurar que había llegado un punto en el que mi ojo era capaz incluso de captar los parpadeos infinitesimales de la bombilla, de la cantidad de horas que estuvo probando diferentes hechizos y pociones. Con un trapo cubría el pequeño corte que había proporcionado la sangre necesaria para algunas de ellas, y la verdad es que estar ahí, de nuevo, tirada en el suelo y cubriendo mis heridas no era nada agradable.
SUMMER: Esto es un rollo…
CHRIS: Perdona que te aburra, cuando me toca a mí solo hacer todo el trabajo. Pensé que te interesaba descubrir qué era lo que te sucedía… (respondió con rintitín)
SUMMER: Ahora no me apetecen contestaciones pasivo-agresivas al estilo Grace… (repuse desganada) Me pregunto dónde estará…
CHRIS: ¿Quién?
SUMMER: Mi amiga Grace.
CHRIS: Seguramente, lo más lejos y oculta posible. Ya la intentamos buscar, y “niente”
SUMMER: Qué lástima. Ella con dos patadas encuentra una aguja en un pajar…
CHRIS: Lamento ser tan inútil en comparación… (dijo ofendido)
Me incorporé hasta quedar a la misma altura que su rostro. Se le veía agotado.
SUMMER: Perdona. Tanta confusión me está poniendo en modo arpía, pero no es justo que lo pague contigo.
CHRIS: Bah, es igual. Lo entiendo. (confesó sonriente)
SUMMER: Bien. Si no te importa, me voy al trono. Después de tantas horas me va a implosionar la vejiga.
Me levanté y me dirigí hacia el cuarto de baño, mientras Chris intentaba ahogar una risita. Cerré la puerta, accioné el pestillo y me recosté un momento sobre ella, cerrando los ojos con fuerza. Me sentía como aquellas damiselas inútiles de las películas de época que tanto detestaba. Abrí el armarito del espejo, buscando un frasco de aspirinas, pero entonces cayó sonoramente la navaja de afeitar de Chris sobre el lavabo, abriéndose y mostrando su afilada hoja. ¿Quién demonios seguía afeitándose a día de hoy con navaja?
Sostuve entre mis dedos aquel afilado objeto, observando cuidadosamente el grabado del mango. Mi abuelo tenía una parecida. De hecho, habría jurado que eran idénticas… Solía observarle cada mañana desde la puerta del baño mientras enjabonaba su cara, afilaba la cuchilla y rasuraba los pequeños pelitos que habían crecido desde la mañana anterior con cuidado de no cortarse. Nunca quiso que yo la tocara, no sólo porque fuese una reliquia heredada de la época de la Guerra Civil, sino porque no quería que me hiriese accidentalmente. No le gustó tener que deshacerse de ella…
El metal de la hoja se sentía frío. Extrañamente frío. Sentí mis dedos algo entumecidos. Al principio pensé que era por el frío, pero poco a poco la sensación de hormigueo fue extendiéndose por mi antebrazo, mi hombro… todo mi cuerpo. Y sentía como si todo se moviese.
SUMMER: Topher… ¡Topher!
CHRIS: A ver… ¿qué pasa ahora? (preguntó desganado desde el otro lado de la puerta)
SUMMER: ¡No lo sé! (respondí aterrada)
Notaba como cada parte de mi ser vibraba de manera descontrolada. Luces y sombras extrañas danzaban a mi alrededor.
SUMMER: ¡Está pasando! ¡ESTÁ PASANDO OTRA VEZ!
CHRIS: ¡Abre la puerta! ¡Ábrela!
Chris comenzó a forcejear. Intenté acercar mi mano al pestillo, pero al intentar girarlo mi mano lo atravesó limpiamente, como un fantasma.
SUMMER: ¡No puedo abrir! ¡Mi mano atraviesa el pestillo!
CHRIS: ¡Apártate de la puerta, Summy! Una, dos y…
Pude oír cómo Chris se lanzaba con todas sus fuerzas contra la puerta de madera, pero antes de llegar a tres, todo era oscuridad para mí. Aquella extraña oscuridad. No sabía dónde estaba Chris, ni dónde estaba yo misma. No quería volver a desaparecer…

Sentí un intenso dolor en el pecho, como si me atravesaran el corazón con una daga. ¿Había sido todo una alucinación? ¿Acaso seguía tumbada en el suelo de aquel callejón, dedicando mis últimas fuerzas a que mis entrañas no escaparan de mi cuerpo? El ambiente estaba cargado de humedad, y podía sentir las gotas de lluvia resbalar por mi frente, justo como aquel día. Sin embargo, seguía en esa total oscuridad. Quizá ya estaba a punto de morir…
Alguien aplaudía. Una multitud juntaba rítmicamente sus manos una, y otra vez. ¿Mi muerte era acaso un espectáculo? Quise gritarles a todos, maldecir a aquel grupo de gente que no podía ver, pero antes de poder emitir sonido alguno sentí como si cayese al vacío.
Al abrir los ojos pude ver a toda esa gente, rodeándome. Pero no me miraban a mí, sino hacia un escenario. ¿Qué sitio era aquel? No podía asegurarlo, pero juraría que me encontraba frente al Capitolio. ¿Por qué aquel sitio? ¿Y cómo había llegado allí?
La gente sonreía, agitando sus pancartas y banderitas de propaganda política. En el escenario, frente a un atril, pude ver a una mujer con traje de chaqueta que daba algunos toquecitos sobre el micrófono.
MUJER: ¡Damas y caballeros, con ustedes Harvey Montgomery, el Presidente de los Estados Unidos!
Ante aquel anuncio, la multitud comenzó a jadear y aplaudir emocionada mientras un hombre acompañado por varios guardaespaldas se aproximaba hacia el atril, saludando en todas direcciones.
HARVEY: ¡Gracias, gracias! Es un placer para mí encontrarme ante todos vosotros el día de hoy. Hoy es un día importante, y no quiero andarme por las ramas: existe una amenaza cerniéndose contra el pueblo americano, y contra el mundo entero. Sin embargo, dicha amenaza no es en absoluto reciente. De hecho, dicha amenaza existe desde tiempos inmemoriales, pero no ha sido hasta hace poco que hemos sido conscientes de su magnitud.
“Es tu fin, perra”, pensé al oír aquellas palabras, en relación a Karen Andrews y Red Swan.
HARVEY: El próximo sábado se cumplirán tres años de la catástrofe que asoló la ciudad de Phoenix, llevándose consigo a millones de personas. Millones de hombres, mujeres y niños. De buenos americanos. La tragedia que asoló nuestros corazones aquel día no sólo fue inesperada, sino también aterradora y desconocida. Una tragedia que desgraciadamente fue sólo el preludio de una serie de sistemáticos ataques posteriores a las ciudades de Nueva York, Boston, San Francisco, Chicago y otras muchas ciudades del globo. Sin embargo, hoy es el día en que dejamos de tener miedo a lo desconocido. Hoy, finalmente, obtenemos las respuestas que tanto ansiábamos conocer. Y es que este mundo en el que vivimos es mucho más misterioso de lo que imaginábamos, y oculta un poder que desconocíamos de su existencia. Un poder que los enemigos de la nación han utilizado para atemorizarnos y hacernos daño. Un poder que, como he dicho antes, ha estado amenazándonos sin saberlo desde tiempos inmemoriales. Hablo de… la magia.
La gente, al oír la palabra magia, empezó a vociferar confusa. Todos se miraban entre sí extrañados, como si no entendiesen lo que el presidente acabara de decir. Yo, por supuesto, me imaginaba que aquello no podía augurar nada bueno.
HARVEY: ¡Sé que pensaréis que se trata de una locura! Magia, brujas, poderes místicos… Todo ello suena a personajes de cuentos de hadas. Sin embargo, es real. Y es una amenaza real.
El presidente hizo una señal, y entonces los técnicos desplegaron una enorme pantalla holográfica a su espalda. Podía verse en ella una jaula de barrotes relucientes, que parecían como tubos de lámparas fluorescentes, y dentro una joven de pelo largo y oscuro agitándose como una lunática.
ALICE: ¡Soltadme o lo pagaréis, malditos hijos de puta! ¡Os mataré!
Ante las amenazas, la chica fue agredida con una descarga eléctrica, que sin embargo no hizo sino enfadarla aún más. Ella extendió sus brazos, y de ellos salió un potente chorro de nieve. La gente, al ver aquello, no pudo evitar ahogar un grito.
Ahora estaban enfocando a otra jaula. En ella había una mujer morena, de aspecto latino, aunque igualmente furiosa.
REBECCA: ¡Maldita escoria humana! ¡¿Cómo osáis encarcelar a la Rosa Negra?!
La mujer se alejó del borde de la jaula y comenzó a lanzar bolas de fuego a través de sus manos, hasta que finalmente los barrotes de la jaula se apagaron. De una buena patada consiguió abrir la puerta, y se fue quitando de encima a todos los agentes de Warsend que se lanzaban contra ella. Algunos de los asistentes comenzaron a gritar justo cuando la mujer lanzó una bola de fuego contra la cámara, destruyéndola y dejando la imagen en nieve.
HARVEY: Estad tranquilos, todo está controlado. No hay motivo para temer un ataque con magia, nunca más. Y todo ello se lo debo agradecer a Karen Andrews y a su empresa Red Swan, que llevan estudiando la amenaza mágica durante años para ayudar a contenerla.
SUMMER: ¡Hija de puta! (solté sorprendida)
Todos comenzaron a aplaudir cuando aquella víbora se dispuso a subir al escenario, saludando con una amplia sonrisa en su rostro. Todos vitoreaban a su salvadora. Si tan sólo supieran quién es realmente esa mujer…
HARVEY: Ya no tendremos que temer nunca más por la magia. Y para asegurarme de ello, he decidido instaurar lo que se conocerá como “Orden 66”. Este mensaje es para todos vosotros, infieles seguidores de la diabólica magia: no habrá misericordia para los enemigos de la nación. No habrá lugar donde podáis esconderos. Os encontraremos a todos y cada uno de vosotros y evitaremos que hagáis más daño a este país. Y es deber de todos, como ciudadanos inocentes de este país, asegurarnos de que ninguno de ellos escapa de la justicia. ¡Dios bendiga a America!
La gente aplaudía y ovacionaba emocionada, como si acabaran de ver lo más maravilloso de mundo. Yo, en cambio, no podía evitar las ganas de vomitar. Así acababa nuestra libertad…
Alguien se me acercó por detrás y me puso la mano en el hombro. Yo me giré, con lágrimas en los ojos, y le vi: Chris. Le dediqué una sonrisa amarga, mientras él me estrechaba entre sus brazos.
CHRIS: Tantos meses sin verte… Me alegro de que estés bien.
SUMMER: Yo… no entiendo qué está pasando.
CHRIS: No importa, buscaremos una solución.
Sentí el brazo de Chris rodear mi hombro. Yo cerré los ojos y apoyé la cabeza sobre el suyo mientras me guiaba entre la gente. Las fuerzas me empezaban a fallar…
Recuerdo que Chris me susurraba palabras de ánimo, pero estaba tan cansada que no presté demasiada atención. Abrí los ojos un momento, pensando que apenas habían pasado unos minutos, pero entonces me di cuenta de que ya no estaba en la calle, sino en una oscura habitación polvorienta. Había allí un chico joven mirando por la ventana, como si vigilase el peligro.
SUMMER: ¿Cuánto…?
ELYON: Corren vientos de cambio en el mundo.
SUMMER: ¿Eres amigo de Chris?
ELYON: La amistad es relativa.
SUMMER: ¿Eres… un brujo también?
El chico se giró, manteniendo el rostro impertérrito, y clavó sobre mí sus ojos de serpiente.
ELYON: No.
SUMMER: Oh, vale. (respondí nerviosa, dándome palmadas sobre los muslos) Perdona que te pregunte, ¿pero eres un demonio?
El chico asintió con seriedad.
SUMMER: Ah. ¿Y me vas a sacar las tripas con un picahielos? (sonreí divertida, intentando ocultar el pavor)
El chico se quedó pensativo, hasta que finalmente me devolvió la mirada de nuevo.
ELYON: Hoy no. Hay problemas más urgentes. Y no sería un acto honorable.
SUMMER: Que reconfortante… (respondí extrañada)
El chico asintió levemente, como si fuera una pequeña reverencia. Me resultó extraño, pues por lo poco que había oído hablar de demonios, aquel no era un comportamiento típico. Aquellas divagaciones hicieron que no me diese cuenta de los destellos azulados que habían materializado a Chris junto a la puerta.
CHRIS: ¿Ya estás despierta? Caíste rendida en cuanto llegamos aquí.
SUMMER: Oh, lo siento…
CHRIS: Elyon, gracias por tu ayuda. Te agradezco que hayas aparecido enseguida ante mi llamada. Eres un tío legal.
ELYON: Me siento honrado de tener vuestra confianza, Christopher Perry Halliwell. Realmente ansío el día en que pueda saldar nuestra deuda, para que entonces podáis demostrarme vuestro potencial en un duelo a muerte.
CHRIS: Lo sé, Elyon. Yo también. Pero hasta entonces, cuídate amigo.
Elyon asintió levemente. Chris se acercó para estrecharle la mano, y entonces le dio un pequeño tirón para acercarle y darle un breve abrazo. Era extraño, a pesar de ser un demonio no inspiraba temor, sino respeto y honor. Elyon agachó la mirada cuando se separaron, y entonces desapareció entre sombras.
SUMMER: Tienes extrañas amistades…
CHRIS: ¿Elyon? Le encontré cautivo hace un par de meses en el complejo de Red Swan de Atlanta. Le rescaté durante los test beta del chip de control mágico de la Orden 66. Fue el único superviviente. Desde entonces siente que está en deuda conmigo, y me ayuda en algunas ocasiones.
SUMMER: ¿Qué hacías en Atlanta? ¿Por qué querrías mezclarte con esa mierda de Red Swan?
CHRIS: Pensé… Yo… Creía que Red Swan te había capturado de nuevo, así que…
SUMMER: Me estuviste buscando…
CHRIS: Sí. Pero había cometido un error. Pensé que estabas atrapada en alguna parte del mundo, pero creo que en realidad habías desaparecido del espacio y el tiempo…
SUMMER: ¿Que yo qué? (pregunté atónita)
CHRIS: Hablé con La Vidente poco antes de que Red Swan atacara la escuela demoníaca. Ella me dijo que era incapaz de seguirte no sólo en el espacio, sino también en el tiempo, algo totalmente insólito.
SUMMER: Y eso… ¿qué significa?
CHRIS: Summy, creo que algo le ha pasado a tus poderes…
SUMMER: ¡¿Mis poderes?!
CHRIS: Dijiste que podías experimentar las infinitas consecuencias de un suceso al mismo tiempo, pero creo que desde que fuiste atacada aquella noche tu poder… mutó, o como lo quieras llamar. Y creo que desde entonces, en lugar de experimentar las consecuencias de un suceso, puedes desplazarte a través de ellas.
SUMMER: Un momento, ¿me estás diciendo… que soy mi propia máquina del tiempo?
CHRIS: (negando con la cabeza) Es lo único que parece tener sentido.
SUMMER: Guau, soy mi propia TARDIS… (dije entre risas)
CHRIS: ¡Summer! Esto es algo serio…
SUMMER: ¡¿Y crees que no lo sé?! (respondí ofendida) ¿Acaso crees que me gusta perderme días, semanas e incluso meses enteros? ¿Saltar descontrolada de un tiempo a otro como un papelito tragado por la boca del metro?
CHRIS: Ya sé que no es agradable, pero conseguiremos encontrar el equilibrio.
SUMMER: ¿Conseguiremos? ¿Desde cuándo hay un nosotros en esto? Porque la última vez, me parece recordar que era yo la que saltaba, ¡no tú!
CHRIS: ¡Ya lo sé! Sólo quería decir…
SUMMER: ¡Basta! (dije interrumpiéndole) ¿Por qué me sigues persiguiendo como un perrito faldero? ¡Apenas te conozco!
CHRIS: Pero creo… Sé que lo harás.
SUMMER: ¿Pero tú te estás oyendo? ¿Qué es esto, un salto de fe? ¿Una revelación mística? ¿Acaso tengo que confiar en que estos poderes de mierda acaben poniendo las cosas en su sitio? ¡Estoy harta! ¡No los quiero!
CHRIS: Yo no puedo pensar lo mismo. De no ser por ellos, jamás te habría conocido.
SUMMER: ¡Me importa una mierda!
Le di una patada a la mesilla, generando una gran humareda de polvo. Comencé a toser levemente, y Chris se acercó, pero yo di un paso atrás.
SUMMER: ¡No! ¡Déjame!
Chris se aproximó un poco más y extendió sus brazos, pero yo le di un empujón en el pecho. Sin embargo, aquello no le detuvo. Siguió acercándose, mientras yo le daba golpes en el pecho con mis puños, hasta que finalmente me estrechó entre sus brazos. Yo entonces apoyé mi cabeza en él, resignada, mientras gritaba y lloraba furiosa. Me sentía vulnerable, y eso me desagradaba.
Estuve bastante tiempo cegada por aquel ataque de furia, pero Chris no llegó a quejarse en ningún momento. Fue tremendamente comprensivo, y eso me agradó. Cuando logré calmarme finalmente, me fijé que estaba recostada de nuevo sobre el sofá, y Chris me sostenía entre sus brazos. El pobre se había quedado dormido mientras intentaba que me calmara.
Aparté con cuidado sus brazos, y entonces vi su cuaderno de hechizos sobre la repisa de la chimenea. Lo cogí y empecé a revisarlo durante unos minutos, pero no encontré nada que me fuese de utilidad. Sin embargo, aquello me dio una idea. Cogí el reloj roto del abuelo de mi bolsillo y me quedé mirándolo. Durante todos mis saltos, había permanecido a mi lado. Efectivamente, seguía sin funcionar, pero pensé que aquello no era necesario para devolverle la utilidad. Magia, ¿no? Si mi poder había degenerado en saltos temporales, quizá podría hechizar aquel reloj roto para que me sirviese como una especie de mapa temporal.
SUMMER: Dioses del tiempo y el espacio, esta plegaria a vosotros mando. Que esta reliquia perderme no me deje. Dadle vuestro poder para que el camino de la historia me sea desvelado.
Me quedé mirando el reloj durante unos segundos sin que nada ocurriese, pero entonces vi cómo las manecillas giraban a una velocidad vertiginosa. Cuando se pararon, vi que el indicador de la fecha marcaba el 18 de Abril de 2037. Perfecto.
Miré entonces a Chris, y me sentí culpable por cómo le había tratado. Había sido muy injusta, pero toda aquella situación era muy confusa. ¿Qué podía hacer yo, si ni siquiera lo podía entender del todo? Un poder descontrolado que me hacía saltar de un tiempo a otro… Ahora casi echaba de menos mi agotadora clarividencia probabilística, incluso.
“Un momento… ¡eso es!”, susurré emocionada. Todo había sido culpa de Red Swan. Si hubiera evitado mezclarme con ellos, podría impedir que mi poder degenerase. La respuesta era simple: tenía que impedir mi propio secuestro.
A pesar de que la manipulación de este nuevo poder era totalmente errática, estaba convencida de que podía conseguirlo. Cogí una hoja del cuaderno de Chris y dejé una nota, por si acaso.
<<Topher
Creo que he descubierto la manera de cortar todo esto de raíz. No estoy segura de si funcionará, o si volveremos a vernos, pero por si acaso, gracias por toda tu ayuda y apoyo.
Summer>>

Mientras escribía la nota, pude sentir cómo mis dedos vibraban sobre el bolígrafo, y aquello me hizo sonreír. Sabía que funcionaría, tenía que hacerlo.

Miré al cielo nocturno, y pude sentir una intensa punzada en el corazón. Aquel enorme cometa iluminaba en la noche como la más grande de las Lunas llenas. Pero nadie prestaba atención a aquella maravilla del universo la noche del 29 de Julio de 2034. No cuando existía el temor de que en cualquier momento, y sin previo aviso, la ciudad en la que vivías fuese destruida. Incluso siendo el verano más caluroso de la historia de Massachusetts, la gente prefería permanecer en sus hogares.
El MIT estaba más vacío que nunca. Aquel verano se habían cancelado muchos cursos, apenas paseaban alumnos por sus muros. Tampoco quedaban muchos investigadores. Sin embargo, la ingeniera de motopropulsión Summer Lauren Wilcox seguía encerrada en aquel cutre semisótano que le gustaba llamar laboratorio.
Recordaba perfectamente aquellos tiempos. Mi vida se reducía a levantarme pronto para hacer tests de combustibles y pruebas de ciclos termodinámicos, para luego volver a casa a última hora de la noche. No sentía que nada mereciese más la pena entonces…
Me acerqué a la única ventana que daba luz natural al laboratorio durante el día. Sí, ahí estaba yo…
SUMMER (pasado): (hablando a la grabadora) Las pruebas con la nueva composición de oxidante parecían bastante prometedoras. Sin embargo, la reacción química demuestra ser excesivamente exotérmica. Dudo que la tobera del motor pueda aguantar suficientes ciclos antes de sufrir un fallo crítico, lo que obligaría a incrementar la resistencia a altas temperaturas del material constituyente. Huele a una penalización en peso bastante importante. Y a que me van a cortar la subvención…
SUMMER: Chica, si ese fuera el mayor de tus problemas…
Me fijé en que un par de agentes de Warsend se habían colado por la ventana del despacho del Profesor Berstein. Sin dudarlo un segundo, agarré uno de los azadones que el despistado jardinero siempre olvidaba tirados por aquella zona y lo estampé contra la ventana de mi laboratorio, provocando que mi yo pasada diese un brinco. No sabía qué más hacer, así que me dispuse a fingir unos gruñidos de bestia. Mi otro yo pareció no inmutarse, de hecho se acercó a la ventana, y segundos antes de que pudiese verme claramente ella recibió el disparo de un dardo tranquilizante en el cuello.
SUMMER: Mierda…

SUMMER (pasado): (hablando a la grabadora) Las pruebas con la nueva composición de oxidante parecían bastante prometedoras. Sin embargo…
SUMMER: ¡¿Ehh?! (dije confundida)
Miré a todos lados, sin entender qué había sucedido. Al parecer, al fracasar en mi empeño por salvarme de Red Swan, había regresado de nuevo a un instante previo, dándome la ocasión de intentarlo de nuevo. Cogí nuevamente el azadón del suelo, pero en esta ocasión me acerqué con sigilo hasta la ventana del despacho del Profesor Berstein y, sin que se diesen cuenta de mi presencia, le aticé con él en la cabeza a uno de los agentes, que cayó inconsciente. El otro se giró con rapidez y me dio un golpe con la culata de su rifle que me tiró al suelo, haciendo que se me cortase la respiración. Se dispuso a sacar una jeringa del bolsillo, pero antes de clavármela yo le di un rodillazo en el estómago y llevé la jeringa a su cuello. En cuestión de segundos la droga hizo efecto.
Me levanté con rapidez y me dispuse a colarme por la ventana del despacho del Profesor Berstein, justo a tiempo de ver cómo otro agente de Warsend cruzaba por el pasillo llevando mi cuerpo al hombro como un peso muerto.
SUMMER: ¡Joder! Necesito más tiempo…

SUMMER (pasado): ¡Oh no! El metal de la tobera está lleno de microgrietas…
SUMMER: Perfecto.
Cogí el azadón del suelo y me colé con rapidez por la ventana del despacho del Profesor Berstein. Desde la puerta pude ver como un agente se aproximaba desde la sala de reuniones y se disponía a bajar las escaleras que llevaban al semisótano. Yo me acerqué con sigilo y… ¡bam! Azadonazo en la cabeza. Bajé un par de escalones, pero no pude ver a nadie, así que decidí accionar la alarma de incendios. Corrí de nuevo hasta el despacho del Profesor Berstein y aticé de nuevo a los agentes intrusos antes de que pudiesen reaccionar. Creo que estaba empezando a coger un malsano gusto por reventar cráneos…
Me vi a mí misma por el rabillo del ojo subir corriendo por las escaleras, así que cerré rápido la puerta para mantenerme oculta. Me dispuse a seguirme, por si acaso aparecían más agentes en mi busca, pero aquello no hizo más que alertar a mi yo pasado.
SUMMER (pasado): ¿Ho… hola? ¡Si eres un puto violador, te advierto que sé kung fu!
SUMMER: ¡Oh! ¿De verdad sueno tan petarda? (susurré asqueada)
Empuñé el azadón con fuerza y lo estampé contra la pared, esperando que el estruendo hiciera huir a mi otro yo. Y lo cierto es que yo debía ser muy estúpida, porque en vez de alejarme lo único que hizo fue atraerme más hacia mi posición. Intenté pegarme lo máximo contra la esquina de la pared, como si de esa manera pudiese absorberme para evitar que me descubriese, pero justo cuando pude divisar los mechones de mi cobrizo cabello oí el silbido de un dardo que impactó contra el hombro de mi yo pasado. Ella cayó enseguida al suelo, con una expresión entre desconcertada y aterrada por ver mi rostro mientras sus ojos se apagaban.

SUMMER (pasado): ¡Bien, seguro que con esto tengo la beca ilimitada en el bote! Ahora sólo queda comprobar que la aleación de la tobera está en perfectas condiciones y…
Di un golpe con el azadón contra la ventana, retirando todos los cristales posibles, y me colé por el hueco con sumo cuidado. La cara de mi yo pasado era todo un poema.
SUMMER (pasado): ¡¿Pero se puede saber quién coño eres tú?! ¡¿Y por qué tienes mi puta cara?!
SUMMER: ¡Oye Summer, tranquila! Sé que esto debe resultarte extraño, pero estás en grave peligro…
SUMMER (pasado): ¡¿Que qué?! ¡Y una mierda!
SUMMER: ¡Es cierto! Vengo del futuro para advertirte.
SUMMER (pasado): ¿Salva a la investigadora, salva el mundo? Sí, ya… (contesté irónica)
SUMMER: ¡Van a secuestrarte! ¡Esos hijos de perra de negro de Red Swan!
SUMMER (pasado): Oh sí… Una farmacológica va a secuestrarme. ¿Y luego qué? ¿Una bola gigante caerá del cielo a chuparnos la vida?
SUMMER: Sí, y una bestia aparecerá para aniquilar todo el universo. ¿Quieres dejarte de tonterías y hacerme caso de una maldita vez?
SUMMER (pasado): ¡Atrás, sucia pervertida! He oído por ahí hablar de vosotros. Demonios, ¿no? Que os gusta haceros pasar por otra gente y dar por culo. ¡Pues nanai!
Me llevé las manos a la cabeza y comencé a agitarla en señal de desesperación, mientras mi yo del pasado salía corriendo del laboratorio y se disponía a subir las escaleras. Enseguida la oí gritar de terror, y supe perfectamente lo que significaba: fracaso absoluto.

SUMMER (pasado): (hablando a la grabadora) Los resultados de la simulación numérica se mantienen dentro de márgenes aceptables. Procedo a analizar los resultados del ensayo en banco.
Rompí de nuevo la ventana, esta vez sin tomar demasiadas precauciones con las esquirlas de cristal que quedaban, con lo que me gané algunos arañazos en los brazos.
SUMMER (pasado): ¡¿Quién puñetas eres tú?! ¡Tengo una táser en mi bolso, como te me acerques te haré soltar chispas hasta por el culo!
SUMMER: ¡Oh, cállate ya, pesada!
Me acerqué a mi otro yo y le aticé con el azadón en la cabeza, dejándola inconsciente. La arrastré por el suelo hasta acercarla a la ventana rota, y con toda la fuerza que pude intenté levantarla para sacarla por ahí, pero pesaba demasiado para mis escasas fuerzas. Debía urgentemente abandonar la bollería industrial…
Arranqué el cable del espectroscopio, lo arrollé alrededor de su cintura, subí por la ventana y me dispuse a tirar de ella.
AGENTE: ¡Hay dos de ellas! ¡Una de ellas se está llevando a la otra!
El agente se acercó corriendo a la ventana y comenzó a tirar con fuerza del cuerpo de mi otro yo. Yo tiraba con todas mis fuerzas, pero pude ver cómo otro agente venía corriendo hacia mí.

SUMMER (pasado): Esto es extraño… Se supone que la temperatura de la cámara de combustión no debería ser tan alta.
De nuevo rompí la ventana y me colé por ella. Mi yo pasado me miró con la boca abierta, sorprendida, pero yo hice una señal con la mano antes de que pudiese hablar siquiera.
SUMMER: ¡Chitón! ¡No estoy para paparruchas! Mira, sé que esto es una locura, sé que te piensas que soy un demonio o algo malvado por el estilo, ¡pero no tengo tiempo para tus gilipolleces! Un puto comando viene a secuestrarte por tus poderes… nuestros poderes, y a no ser que me ayudes un poco vas a pasar un rato nada agradable.
SUMMER (pasado): Pero… ¿quién…?
SUMMER: (la interrumpí) ¡Que soy tu yo futuro, puñetas! Necesito que utilices tu clarividencia probabilística para encontrar el mejor modo para que podamos huir de aquí.
SUMMER (pasado): ¿No eres yo? ¡Pues úsala tú, petarda! (respondí asqueada)
SUMMER: ¡Esos hijos de puta me la han quitado! Y antes de que digas nada, ¡no, eso no mola! ¡Ahora concéntrate, leñes!
Mi yo pasado asintió y cerró los ojos, concentrándose.
SUMMER: ¿Lo tienes?
SUMMER (pasado): Sí, creo que sí…
Resoplé aliviada, y mi yo pasado sonrió. Entonces, antes de que pudiese reaccionar, agarró una probeta de la mesa y me la estampó en la cabeza. Yo me agité en el suelo, aturdida, mientras ella salía corriendo del laboratorio.
SUMMER: Agh, estoy hecha una zorra…

SUMMER (pasado): Huele a una penalización en peso bastante importante. Y a que me van a cortar la subvención…
Me apoyé sobre la ventana, y comencé a llorar llena de rabia.
SUMMER (pasado): ¡¿Quién es usted?! ¡Nooooooo!

SUMMER (pasado): ¡Oh no! El metal de la tobera está lleno de microgrietas…
SUMMER: Mucha suerte, Summy. Ahora todo depende de ti… (susurré)
Cogí de nuevo el azadón, y me dirigí hacia la ventana del despacho del Profesor Berstein. Los dos agentes intrusos estaban nuevamente ahí, intentando colarse. Empuñé con fuerza el azadón y lo estampé sobre la cabeza del que estaba más cerca. El segundo se giró con rapidez, y yo comencé a hacerle burla.
SUMMER: ¡Ey, hijos de puta! ¡Estoy aquí, venid a por mí!
Solté el azadón, y comencé a correr lo más rápido que pude, seguida de cerca por el agente de Warsend. Esa debía de ser la solución: si me perseguían a mí, se olvidarían de mi yo pasado. Ella estaría a salvo, nosotras estaríamos a salvo. Debía funcionar, tenía que hacerlo.
AGENTE: (hablando por el walkie-talkie) Sujeto PN713 huyendo por Vassar St. Repito, sujeto PN713 huyendo por Vassar St.
Corrí. Corrí lo más rápido que había corrido nunca. Sentía que el futuro estaba al alcance de mi mano, un futuro sin temor y libre de la maldición que me perseguía. Hasta el agente de mi espalda estaba quedando lejos de ese futuro. Podía oír el silbido de los dardos que aquel agente me disparaba, pero sabía que no acertaría. Lo sabía porque era lo que tenía que pasar. Después de una vida tan pragmática, tener fe debía resultar algo irónico, pero algo en mí sentía que era posible cambiar mi pasado. Mi presente. Mi futuro…
Crash…
No me había fijado. No pensé en aquella posibilidad, siendo ya tan tarde, pero un coche se interpuso en mi camino de repente y me arrolló. Me levanté con rapidez, por suerte el coche estaba en tránsito urbano y no iba demasiado rápido, lo que me evitó mayores lesiones que algunas magulladuras, aunque me ralentizó mucho. Intenté volver a la carrera, pero estaba algo desorientada por el golpe, por lo que apenas unos diez o quince metros pasada la carretera caí mareada al suelo.
????: (por el walkie-talkie) ¡La tenemos! Objetivo capturado, la llevamos de inmediato a la sede central.
Fracaso, de nuevo. Sentí cómo aquel agente se sentaba sobre mi estómago y presionaba sus manos sobre mi cuello, asfixiándome. Ya no parecía interesado en capturarme, debía de pensar que no era más que un señuelo del verdadero objetivo, o una farsante. Sentía que quería acabar conmigo.
Pero eso no era lo importante. ¿Acaso no había ninguna manera de salvarme? ¿De cambiar mi destino? Cerré los ojos, aceptando lo que fuese a pasar a continuación mientras la sensación de hormigueo avanzaba desde mis dedos hasta el resto de mi cuerpo.

Sentí el viento frío sobre mi rostro, que traía consigo el aroma a corteza de árbol. Estaba de nuevo en Lincoln Park, sentada sobre aquel mismo banco, pero ahora todo estaba nevado. Miré el reloj del abuelo, era el 26 de Febrero de 2036. “Dos semanas tras mi ataque”, pensé en voz alta. Sentí una cálida mano sobre mi hombro, y cuando me giré y vi su cara se me iluminó el rostro. Era él, era Chris.
SUMMER: ¡Topher! (dije emocionada)
CHRIS: Eh… mejor Chris. Summer, ¿verdad?
SUMMER: Oh… ¡sí! Me llamo Summer, Summer Wilcox.
CHRIS: Encantado.
Soy Chris Halliwell, pero supongo que eso ya te lo habrán dicho en el grupo de apoyo.
SUMMER: Sssi… ¡Sí, sí! (tardamudeé)
CHRIS: Oye, antes de nada quería decirte de nuevo lo mucho que lo siento por haberte roto ese reloj antiguo.
SUMMER: Sí, bueno… No te preocupes. Eso ya no es importante.
CHRIS: Es que te fuiste tan rápido… Cuando volví de perseguir al tipo ese que te atacó ya no estabas. Por cierto, no te hizo daño, ¿verdad? ¿Te encuentras bien?
SUMMER: Ahora sí. (sonreí)
CHRIS: ¿Y sabes quién era ese tipo? Era muy rápido…
SUMMER: Eso no importa. Supongo que tarde o temprano lo sabré…
CHRIS: Vaya, qué místico… (respondió entre risas)
SUMMER: Es que no soy una persona convencional. A veces tengo estas cosas… raras. Puede que me veas un día y no recuerde que te vi aquí en el parque, o que siquiera me acuerde de ti.
CHRIS: (decepcionado) Ah, bueno… Ya sé por dónde vas. Perdona si te he molestado.
Chris se dispuso a marcharse, pero yo le agarré rápido el brazo.
SUMMER: ¡No! Lo siento, creo que no ha sonado como debería. No te rindas conmigo, por favor. Es que… mis recuerdos funcionan de forma extraña. También es posible que nos veamos en un par de días y hable de cosas que a ti ni te suenan.
CHRIS: Creo… que me estoy perdiendo. (respondió confuso)
SUMMER: Bah, no te preocupes por eso. Ahora no es importante.
CHRIS: Sabes, eres muy divertida. (dijo sonriente)
SUMMER: Eso dices ahora. No pensarás lo mismo cuando veas los cadáveres que escondo en la bañera…
CHRIS: Ah, ¿eres peligrosa? (preguntó insinuante)
SUMMER: Oh, sí. Mi sed de sangre es infinita. En los bajos fondos se me conoce como la asesina del azadón…
CHRIS: Así que asesina en serie…
SUMMER: Con la sola mención de mi nombre los niños lloran aterrados. (respondí fingiendo una gélida mirada)
CHRIS: Ahora entiendo que te persigan tanto…
Le miré a los ojos, y comencé a reírme a carcajadas. Chris me devolvió la mirada y sonrió.
CHRIS: Debo de ser un poco tonto, porque cualquiera querría huir de alguien tan peligroso como tú. Sin embargo… me tienes intrigado.
SUMMER: (sonreí) Tranquilo, conmigo estás a salvo. No voy a hacerte daño. Bueno… quizás un poquitín.
CHRIS: ¿Es una promesa?
SUMMER: No, sólo es inevitable.
CHRIS: Ah. ¿Podría…? No, déjalo.
SUMMER: ¿Qué? ¡Dímelo, anda!
CHRIS: ¿Podría invitarte a un café algún día?
SUMMER: No.
CHRIS: ¿No? ¡Venga ya!
SUMMER: Pero podrías invitarme ahora. (repuse insinuante)
Una corriente de aire sopló de repente, alborotándome el cabello. Chris alzó su mano y me apartó los mechones del rostro. Pude sentir el calor de su mano contrastar con el frío de mis mejillas.
<< • ¿Cuál es tu película favorita?
Aliens.
Blade Runner.
• ¿Libro?
El Resplandor.
El Dragón Rojo.
• Tres cosas que llevarías a una isla desierta…
Una red de pesca, un hacha, ¡y cerveza ilimitada!
El bolsillo de Doraemon, las bolas de dragón, ¡y un porrón de cerveza!
• ¿Lo más embarazoso?
Cuando resbalé por las escaleras delante de toda la clase el primer día de universidad.
El último año de instituto, en un día de borrachera que me detuvieron por escándalo público, por correr por ahí sin ropa.
• ¿Comida?
¡Chile picante!
¿Em… gusanitos?
• Si pudieses acabar con un gran malvado histórico…
El inventor de la esclavitud. No sé quién fue, pero sin duda merecía una buena patada en el culo…
Whoopi Goldberg.
¿Whoopi Goldberg? ¡Pero si es un tesoro nacional!
Alguien capaz de vivir tantos años seguro que debe haber hecho un pacto con el diablo. Además, no es tan graciosa.
Vale, definitivamente tienes problemas mentales…
• ¿Un lugar para perderse?
Mordor.
Mare Tranquilitatis.
…>>

Estuvimos en una cafetería cercana al parque, conversando durante horas de todo y de nada en particular. Me gustaba cuando Chris sonreía, podía ver perfectamente todos sus dientes y cómo la alegría se reflejaba en sus ojos. Quizá la respuesta a todos mis problemas se basaba en eso, en dejarme llevar. Asumir lo que me deparaba mi errático destino sin preocuparme por controlarlo. Solamente… que a veces tendría cierta ventaja respecto al resto de la gente, y otras estaría completamente perdida. Pero… ¿qué más podría hacer?
Me fijé en la ventana de la cafetería, ya se estaba poniendo el Sol. Habíamos estado tanto tiempo que no nos habíamos dado cuenta de lo tarde que era. Chris estaba dispuesto a acompañarme, pero no estaba segura de a dónde podría ir, así que le dije que lo mejor era despedirse ahí mismo, a la puerta de la cafetería.
SUMMER: Me lo he pasado muy bien, de veras.
CHRIS: Yo también, mucho. Podríamos repetirlo, algún día.
SUMMER: Oh… claro, algún día.
CHRIS: ¿Hay alguna forma en la que pueda ponerme en contacto contigo?
SUMMER: Pues... yo… No lo sé. Si realmente sientes que necesitas volver a verme, estaré aquí, en el banco del parque.
CHRIS: Tienes mucha confianza en ello, ¿verdad?
SUMMER: Como te dije antes, es inevitable. (respondí sonriente)
CHRIS: (sonriendo) Supongo que no puedo contravenir el destino. En fin, espero volver a verte…
SUMMER: Aquí estaré.
Aquel momento se volvió tenso, como si no supiéramos qué hacer a continuación. Él parecía tembloroso, como si se debatiese por hacer algo, y yo estaba rígida como una tabla. Sin pensarlo siquiera, alcé mi mano, y él, extrañado, la miró y la estrechó. Chris entonces hizo una graciosa reverencia, y se dispuso a marcharse. Podía ver cómo se alejaba paso a paso de mí, y cada paso que daba me hacía dudar más de esa repentina fe irracional que había empezado a sentir. ¿Realmente todo volvería a suceder de la misma forma? El tiempo era tan caprichoso… ¿Y si esta vez no volvía a verlo nunca más? De repente, sentí una intensa presión sobre el pecho que me decía que estaba cometiendo un error. Debía seguir adelante, debía luchar. No podía dejarlo todo al azar. No podía alejarme de él, no ahora.
SUMMER: ¡Topher, espera! (grité nerviosa)
Salí corriendo a toda prisa hasta alcanzarle, y antes de que pudiese decir nada, fundí mis labios con los suyos. Todo mi ser ardía con aquel beso, que me destruía y daba sentido a mi ser al mismo tiempo. Chris me rodeó con sus brazos, compartiendo su calor con mi pecho y mis brazos mientras sentía cómo acariciaba mi pelo. Todo tenía sentido por fin.
SUMMER: No me dejes ir. Por favor…
Mi cuerpo se agitó como en una montaña rusa, rodeado de brillantes luces azules. Pero ahora no me sentía mareada, sino rodeada de una sensación cálida. Aquella habitación era muy acogedora, y en la mesilla había una foto de Chris junto a su hermano el rubio y a una chica morena. Debía ser su casa.
CHRIS: Perdona, no quiero que pienses que voy demasiado rápido. Es que…
SUMMER: (interrumpiéndole) ¡Shhh! No te preocupes. Hay tantas cosas que pueden pasar y que no podemos controlar, tanta furia, tanto dolor…
CHRIS: No quiero hacerte daño, ¿lo sabes?
SUMMER: Lo sé, yo tampoco. Sólo quiero conservar este momento, contigo.
Chris besó mis labios con cuidado, deslizando sus manos por mis brazos. Mis dedos comenzaron a juguetear con los botones de su camisa mientras él bajaba por mi cuello y mis hombros. Le abracé con fuerza, surcando con mis manos los huesos de su espalda. Él me quitó la blusa poco a poco. Nuestros cuerpos rozaban en la penumbra del crepúsculo, descubriéndose por primera vez, sintiendo la electricidad estática que inundaba el ambiente. Me recosté en la cama, sintiendo sus caricias y sus besos, sintiendo como si mi mundo estallase. El dolor y la confusión que trajo consigo esta maldición habían sido totalmente compensados ante calor del fuego compartían nuestros cuerpos desnudos. Cerré los ojos, deseando que aquel momento no acabase nunca…
Miré al techo, intentando descubrir patrones bajo la textura de la pintura. Chris me abrazó con cuidado, y me besó el hombro.
CHRIS: No quiero dormirme. No quiero que este día acabe nunca…
SUMMER: Yo tampoco. Podría vivir para siempre metida en esta cama.
CHRIS: Sería algo complicado, pero… ¡qué demonios! ¡Hagámoslo! (dijo entre risas)
SUMMER: ¿Ah sí? ¿Y cómo subsistirías? (pregunté sonriente)
CHRIS: Pues… cuando tenga sed, besaría tus preciosos labios. Cuando tuviese hambre, te abrazaría con fuerza…
SUMMER: ¡Eres un cursi! (repuse entre risas)
CHRIS: Sí nena, ¡y eso te encanta!
SUMMER: ¡¿Pero qué creído estás hecho?! (dije mientras le atizaba con el almohadón)
CHRIS: ¡Auch! Eso duele…
SUMMER: Ya te advertí que te haría sufrir… un poquito.
CHRIS: No puedo decir que no me advirtieses… (dijo sonriente)
Chris entrelazó sus dedos con los míos. Entonces se fijó en las cicatrices de mi brazo.
CHRIS: ¿Y esto? ¿Qué te paso?
SUMMER: Yo… ahora no quiero hablar de eso. Por favor…
CHRIS: Tranquila, no te preocupes. Cuando estés lista.
Chris soltó mi mano y jugueteó unos segundos con mi pelo. Bostezó un poco, cerró los ojos y se acomodó, algo amodorrado.
CHRIS: Espero… que esto no sea sólo un sueño.
SUMMER: Yo también… (dije con tristeza, mientras una lágrima escapaba de mis ojos)
Sentí cómo la respiración de Chris se hacía más profunda, estaba quedándose dormido. Alcé mi brazo y observé mis cicatrices, y entonces sentí de nuevo aquella extraña vibración que se extendía a partir de mis dedos.
SUMMER: No, otra vez no… (susurré aterrada)

Cuando abrí los ojos, sentí que había vuelto a casa, mi hogar. Pero ahora no inspiraba seguridad. Nunca cinco letras habían tenido tanto peso como en aquel momento, porque sabía dónde estaba. O más bien cuándo estaba: la noche que siempre había querido olvidar.
Abrí la puerta trasera que llevaba hacia la cocina, y pude ver que todo estaba tal y como lo recordaba. La mesa grande de caoba, los fogones de gas, el viejo refrigerador de los años 80… En el salón, se podían oír perfectamente los gritos de mi abuelo. Siempre había sido una persona apacible y tranquila, por lo que oírle gritar de aquella forma me marcó terriblemente en su día.

FINN: ¡¿Cómo te has atrevido?! ¡¿ACASO NO TIENES DOS DEDOS DE FRENTE?!
CLYDE: No necesito que me des lecciones, viejo. Es mi hija, no tuya.
FINN: ¿Tu…? ¿Tu hija? ¡¿QUIÉN COJONES TE HAS CREÍDO QUE ERES PARA VOLVER TRAS 13 AÑOS Y HACERLE PASAR POR ESO?!
CLYDE: ¡Oye! Se supone que iba a ser algo seguro…
De repente, oí un fuerte golpe y un ruido de cristales rotos. No había visto qué había pasado, pero no me hacía falta, lo sabía perfectamente: el abuelo le había dado un puñetazo en la cara a papá. La niña que se escondía tras el perchero del pasillo salió corriendo escaleras arriba al verlo, con los ojos llenos de lágrimas.
FINN: Óyeme bien, pedazo de escoria. Nunca me has gustado, ni cuando eras un renacuajo que apenas levantaba un palmo del suelo, ni cuando empezaste a salir con mi Laurie, y mucho menos ahora. Pero esa niña se merecía saber cuáles son sus orígenes.
CLYDE: ¡Claro, viejo! Yo puedo enseñarla… (respondió entre risas)
FINN: ¡CIERRA EL PICO! La has metido en un antro lleno de delincuentes para usarla para ganar dinero. ¡CASI LA MATAN!
CLYDE: ¡Ey! Iba a ser sólo un segundito, no tenía que pasar nada…
El abuelo, furioso ante aquella excusa, volvió a pegar a papá, y en esta ocasión comenzó a cebarse con él.
Mientras peleaban, subí las escaleras. Recordaba perfectamente aquella pelea, había sucedido durante uno de las peores etapas de mi vida: cuando mis poderes se manifestaron y no podía controlarlos. Peldaño a peldaño, podía oír la música a todo volumen que salía del baño del primer piso. Y sabía lo que sucedía, porque ya lo había vivido. Por eso no me sorprendió cuando oí gritos y golpes dentro del baño. En aquella época había tenido serios problemas con mi estado emocional, y mi vía de escape era la automutilación. Mis brazos escondían las cicatrices de los cortes que me hacía con una cuchilla de afeitar. Aquello me tranquilizaba. Sin embargo, aquella noche de invierno era incapaz de soportar todo lo que se me había venido encima. Un corte profundo en sendas muñecas, nada más. Ahora tendría paz…
Tuve que golpear la puerta fuertemente hasta que al final conseguí reventar el pestillo.
SUMMER: Mierda… (susurré asqueada al abrir la puerta)
Sabía lo que me encontraría, pero al verlo desde otro ángulo mi corazón se encogió. Mi yo de 13 años estaba tumbada en el suelo, catatónica, con los ojos rojos de tanto llorar y los brazos ensangrentados. Apagué el iPod y tapé sus heridas con una toalla. Esto me tendría con revisiones psicológicas hasta los 19 años, genial…
SUMMER: ¡ABUELOOOO! (grité, intentando entonar mi voz como mi yo de 13 años) ¡ABUELOOOOOOO!
Mientras oía el crujido de las escaleras, fruto de la carrera de mi abuelo hacia el primer piso, abrí la ventana del baño. No podía verme, no había manera de que pudiese explicarle aquello razonablemente a un simple mortal, pero era una suerte que aquella ventana quedase justamente a la altura del tejadillo del porche.
Tras unos torpes esfuerzos, conseguí bajar hasta el suelo. Mi padre había aprovechado el despiste del abuelo para escapar y salir corriendo. Vi cómo se acercaba a su furgoneta Chevy del 94, así que decidí seguirle.
SUMMER: Vaya, debes haber liado una muy gorda para hacer enfadar al bonachón de Finley Wilcox…
CLYDE: ¡Bah! Es un paranoico. Está de los nervios porque me he llevado a la pequeña Summy a dar una vuelta.
SUMMER: Claro, porque para una niña de 13 años es el pan de cada día que le apunten con una pistola…
CLYDE: Perdona, ¿quién coño eres tú? (respondió mirándome con ira) Te pareces a Laurie. ¿Eres la sobrina del viejales de Finn?
SUMMER: Algo así.
CLYDE: Pues te aconsejo que no te tomes tan en serio todo lo que dice ese imbécil. Hace falta que alguien le saque el palo que tiene bien metido por el culo…
Sonreí al oír aquello, y entonces agarré a aquel miserable por el cuello y le estampé la cara contra la puerta de la camioneta.
SUMMER: Deberías lavarte la boca con jabón sólo para mencionar su nombre. (repliqué furiosa) Finley Wilcox es más hombre y ha sido más padre para esa pobre niña de lo que tú has sido en tu miserable vida.
CLYDE: Agh, ¡que te jodan, puta!
SUMMER: Que me jodan, ¿eh? (puse mi pulgar entre sus vértebras y apreté, haciendo que gritase de dolor) ¿Te gusta? Es un truquito que aprendí de mi amiga Grace. Ahora, quiero que te marches de aquí y no vuelvas más. Si descubro que vuelves a rondar por aquí, o que intentas acercarte a la niña o a su abuelo, te arrancaré el corazón con mis propias manos y se lo daré de comer a los perros.
Solté lentamente a aquel impresentable que decía ser mi padre. Me miró de reojo, como si se sorprendiese de que le soltara, y antes de que pudiese reaccionar saltó al asiento del conductor y puso el motor en marcha. Parecía tener tantas ganas por huir de allí que no se preocupó por el buzón en forma de cohete que se llevó por delante. Me quedé mirándolo fijamente, estaba abollado y enormemente deformado por el golpe. Así que ese debía ser el motivo por el que el abuelo se deshizo de él…
Me agaché para recogerlo, pero mis dedos atravesaron la pieza de aluminio limpiamente. Sabía lo que sucedería a continuación: mi viaje continuaba.

Me sentía cansada. Por unos segundos había perdido la consciencia, y ahora me encontraba tirada en el suelo, en mitad de la calle. Nunca había sufrido un salto tan intenso.
Podía oír los gritos de la multitud, los llantos de mujeres y niños y las sirenas de la policía. Me encontraba en mitad de una revuelta ciudadana. La gente corría despavorida, algunos huyendo, otros lanzándose con fiereza contra el ejército de policías y de agentes de Warsend. Un hombre de mediana edad, de entre todos, se acercó preocupado e intentó ayudarme a ponerme en pie.
HOMBRE: ¡Levanta, querida! Es muy peligroso quedarse aquí tirada…
Me incorporé con rapidez y miré a mi alrededor. Entre los edificios pude ver el emblemático arco de St. Louis derrumbándose. Mi tierra natal, desmoronándose por culpa de Red Swan…
SUMMER: ¿Qué…? ¡¿Qué está pasando?!
HOMBRE: Acaban de asesinar al Presidente Montgomery durante su discurso.
SUMMER: ¡¿Han matado al Presidente de los Estados Unidos?!
HOMBRE: ¡Sí, es una locura! Parece que la presidenta de Red Swan ha decidido mandar a las fuerzas del orden contra la población en represalia.
Metí la mano en mi bolsillo y saqué el reloj del abuelo. 12 de Abril de 2039.
Un chaval que siquiera parecía pasar de los 18 prendió fuego a una botella de licor, lanzando a continuación el cóctel molotov contra un grupo de agentes de Warsend. Algunos quedaron cubiertos en llamas, pero los que resultaron ilesos apuntaron sus rifles hacia nuestra dirección y dispararon sin piedad. Yo me lancé contra el suelo al instante, mientras aquel chico, algunos amigos suyos y el hombre que me había ayudado recibían una serie de disparos en la cabeza y el pecho.
Antes de que tuviesen opción de volver a cargar sus armas, me levanté con rapidez y salí corriendo hasta ocultarme detrás de un camión. Pude ver a mi izquierda una cabina de teléfono, y sin dudarlo un segundo lo cogí, introduje una moneda e hice una llamada.
SUMMER: ¡Vamos, vamos! (dije nerviosa mientras oía tonos)
CHRIS: ¿Diga?
SUMMER: ¡Topher! ¡Ayúdame, por favor!
CHRIS: ¡¿Summy?! ¿Dónde has estado todo este tiempo? ¡Te he estado buscando!
SUMMER: ¡No hay tiempo! ¡Me persiguen!
CHRIS: ¿Dónde estás?
SUMMER: Delmare Avenue, St. Louis. ¡Por favor, date prisa!
AGENTE: ¡Ahí está! ¡Que no escape!
SUMMER: ¡TOPHEEEEEER!
El agente de Warsend disparó en mi dirección. La bala no llegó a darme por unos centímetros, aunque reventó por completo el teléfono. Me levanté y salí corriendo nuevamente en dirección contraria, hasta que pude ver a lo lejos unas brillantes luces azuladas materializándose. Sonreí aliviada.
SUMMER: ¡Topher!
CHRIS: ¡Summer!
Podía oír el silbido de las balas a mi alrededor mientras me acercaba más y más a él. Diez metros, cinco metros, tres metros… ya casi volvía a estar a su lado. El caos y la destrucción ya no importaban. Me lancé desesperada a sus brazos, dispuesta a que me rescatase y me estrechase con fuerza, pero nuestros cuerpos se atravesaron limpiamente. Sentí de nuevo esa extraña vibración en todas mis células mientras mis ojos se llenaban de lágrimas.

Mis ojos poco a poco se acostumbraban a aquella brillante luz del atardecer en una ciudad desconocida. Me encontraba en camposanto, coronado a lo lejos por un gran puente de metal rojizo. El aire traía consigo aroma a hierba recién cortada y brisa marina. Debía de tratarse de la ciudad de San Francisco.
Subí por una colina, y entonces me encontré a un niño jugando con su videoconsola portátil, recostado sobre una lápida de mármol blanco. Aquella tumba parecía que había sido cavada recientemente. El niño me miró de reojo, limpió sus ojos de lágrimas y volvió a concentrarse en su juego.
SUMMER: ¿Estás bien, chavalote?
CHRIS: No soy ningún chavalote. ¡Ya tengo trece años! (respondió arisco)
SUMMER: ¡Oh, perdone usted, señor! No sabía que estaba hablando con todo un hombretón… (dije irónica)
CHRIS: ¡Y a mí qué lo que tú pienses! (contestó de mala manera, seguramente dominado por las hormonas preadolescentes)
SUMMER: Pues eso… (dije siguiéndole la corriente)
Me apoyé sobre la lápida contigua, dejando que el viento agitara mi cabello.
CHRIS: ¿Te importa? (dijo molesto)
SUMMER: ¿El qué?
CHRIS: ¡Me gustaría estar solo!
SUMMER: ¿Para qué? ¿Para jugar a las maquinitas? (respondí burlona)
CHRIS: ¡Y a ti que te importa! ¡¿Es que no sabes que es de mala educación meterse con gente más pequeña que tú?!
SUMMER: ¡Oh, perdona! Pensaba que estaba hablando con todo un hombretón…
CHRIS: Bah, ¡chúpame un pie!
SUMMER: No es que a mí me importe, pero no deberías decirle cosas así a una chica…
CHRIS: ¡Las chicas dan asco!
SUMMER: No pensarás lo mismo dentro de poco, ¡créeme!
CHRIS: ¡Y a mí qué! ¡Que te pires! (dijo furioso)
SUMMER: ¿A qué juegas?
CHRIS: A un videojuego.
SUMMER: ¿A cuál?
CHRIS: ¡Eres una pesada!
SUMMER: Lo sé. ¿Qué juego es?
CHRIS: Final Fantasy X-2.
SUMMER: ¿Y qué tal es?
CHRIS: Pasable. Aunque donde esté Final Fantasy X…
SUMMER: Ya, es verdad… ¿Y por qué juegas aquí?
CHRIS: Para que me amargues la vida, según parece…
SUMMER: Oye, que si te molesto me marcho…
CHRIS: Pues ale, humo… (respondió sin dudarlo, haciéndome un gesto con la mano)
SUMMER: ¡Ale, ya me has ofendido! (dije divertida) Anda, no me ignores…
CHRIS: Es que… Es igual. (se paró en seco)
SUMMER: No, venga. Cuéntame.
CHRIS: Me he escapado de casa.
SUMMER: ¡Hala, un menor emancipado! (dije entre risas)
CHRIS: ¡Deja de reírte de mí!
SUMMER: Perdona. ¿Y por qué te has escapado de casa, si puede saberse?
CHRIS: Bronca con mi vieja.
SUMMER: Típico…
CHRIS: ¿A ti también te ponía de los nervios tu madre?
SUMMER: Supongo que lo habría hecho si la hubiese conocido.
CHRIS: Oh, perdona…
SUMMER: ¿Por qué?
CHRIS: No sé. Es lo que se dice en estos casos, ¿no?
SUMMER: ¿Y qué has hecho para enfadar a tu madre?
CHRIS: ¿Y qué te hace pensar que ha sido culpa mía? (saltó ofendido)
SUMMER: Oh, lo siento. Entonces, ¿qué te ha hecho tu madre a ti?
CHRIS: Nada, es sólo que está loca…
SUMMER: Suele pasar con las madres…
CHRIS: Es que… es todo siempre “¡Mira qué bien hace esto tu hermano mayor!”, o “¿Por qué no te parecerás más a Wyatt?”. Y luego está la petarda de mi hermana pequeña, que la tienen supermimada y recibe toda la atención. De mí sólo se acuerdan para echarme la bronca…
SUMMER: Es difícil ser el hermano mediano, me imagino…
CHRIS: Sí. Por eso me gustaba cuando íbamos a casa del abuelo, siempre nos lo pasábamos bien los dos juntos. Era al único al que yo le importaba…
SUMMER: No creo que eso sea así…
Chris se apartó un poco, y entonces pude leer el grabado de la lápida. “Victor Jones Bennett, 1949-2017. Tus hijas y nietos no te olvidan”.
CHRIS: Cáncer de pulmón. Murió hace diez días.
SUMMER: Lo… lo siento mucho. Sé que es duro, mi abuelo murió de un infarto cuando yo tenía 17. Era el único familiar que me quedaba.
CHRIS: Pensaba que si venía aquí… no sé, me sentiría más conectado a él. Pero nada, supongo que se ha ido y ya está…
Noté cómo Chris miraba hacia abajo, intentando aguantarse las lágrimas. Sin levantar la mirada, volvió a coger su videoconsola e hizo como que jugaba.
SUMMER: Tranquilo, no pasa nada por estar triste. Es normal. Pero aun tienes gente que te quiere y te necesita.
CHRIS: Sí, claro… (dijo en tono irónico)
WYATT: (a lo lejos) ¡Mamá, mira! ¡Está allí!
PIPER: ¡Chris! ¡Mueve aquí ahora mismo tu culo si no quieres otro mes de castigo!
SUMMER: ¡Es cierto! A veces no lo parece, pero nuestra familia, los que de verdad te quieren, están ahí siempre para ayudarte. Y a veces se enfadan contigo y se decepcionan, pero es porque realmente se preocupan por ti.
CHRIS: No sé…
SUMMER: Dímelo tú. Esa es tu madre, ¿no? Parece que lleva mucho tiempo buscándote, preocupada. ¿Acaso crees que lo haría si no te quisiese?
PIPER: ¡CHRIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIS!
CHRIS: Supongo…
SUMMER: Pues ya sabes que hacer.
Le di un toquecito en la nariz, justo el mismo gesto que mi amiga Grace hacía cuando quería animarme, y entonces Chris sonrió. Se limpió las lágrimas y se levantó del suelo, pero antes de marchar con su familia me dio un beso en la mejilla. Sonreí al verle alejarse, mientras mi cuerpo comenzaba a entumecerse y a vibrar intensamente.

Me encontraba muy cansada. Sentía un cómodo asiento bajo mi cuerpo, así que decidí mantener los ojos cerrados e intentar dormir un poco. Podía notar cierta agitación sobre mi cuerpo. ¿Efecto residual de mi último salto? De repente, sentí como si algo me empujara hacia adelante, y pude oír el sonido de un timbre.
????: ¡Última parada, señorita! (me gritó un hombre en la lejanía)
Abrí los ojos de golpe, sobresaltada. Me sorprendí al ver que estaba en un autobús.
SUMMER: ¿Dónde… dónde me encuentro?
CONDUCTOR: Es la última parada de la línea 34H, Lincoln Park.
SUMMER: ¿Lincoln Park? (pregunté sorprendida)
Miré por la ventana, aun había un poco de nieve en el suelo. Pude ver los árboles del parque que tan bien recordaba, algunos de ellos empezando a recuperar sus hojas verdes. Eché un vistazo al reloj del abuelo: 12 de Marzo de 2036. ¿Habían pasado casi dos semanas ya?
No podía evitar atormentarme con la duda de si Chris querría volver a verme, después de cómo desparecí de aquella forma tan fortuita. Aunque tampoco podría reprochárselo. Caminé llena de temor por el sendero, buscando de nuevo aquel banco que esperaba vacío. Sin embargo, no lo estaba. Chris había venido, me esperaba allí. Sentí una inmensa alegría, que sin embargo no podía ensombrecer la sensación de culpa que me presionaba el estómago.
SUMMER: Se acerca la primavera… (dije temblorosa)
Chris entonces se giró, y me miró sorprendido. Esperaba una expresión de odio, o de ira quizás. Puede que incluso de reproche. Sin embargo, sonrió al verme, una amplia sonrisa. Respiré aliviada.
CHRIS: Un Halliwell siempre paga sus deudas. (respondió entre risas, continuando la broma)
SUMMER: ¿Llevas mucho tiempo aquí esperando?
CHRIS: ¡Qué va! Me pillas de casualidad…
SUMMER: ¡Ah! ¡Pero qué puñetero! (dije sonriente, fingiendo ofensa)
CHRIS: ¡Ey! Fuiste tú la que te marchaste sin avisar…
SUMMER: Lo siento, tenía asuntos urgentes que atender.
CHRIS: Y yo sin medio alguno para poder contactar contigo… He venido al parque cada día, pero no estabas.
SUMMER: Pero ahora estoy aquí.
CHRIS: Y me alegro, la espera ha merecido la pena.
Chris se levantó y me rodeó con sus brazos. Sentí su respiración sobre mi rostro, hasta que nuestros labios se juntaron en un profundo beso. Entonces, apoyé mi cabeza sobre su hombro.
SUMMER: No quiero irme nunca más… (susurré)
Y haría todo lo posible para que así fuese. Resistiría todo lo posible.

Chris tenía que volver al trabajo un poco más tarde, así que yo decidí pasear por la ciudad. Al pasar por delante de un restaurante chino con el logotipo de un tigre de higiene más bien dudosa, recordé la pasión que Grace tenía por la comida oriental. Grace… ¿estaría bien? ¿Qué le sucedió? ¿O iba a sucederle?
Palpé mi bolsillo. Junto al reloj del abuelo, aun podía notar el llavero de Terriermon. No me había dado cuenta mientras andaba, pero estaba a apenas un par de manzanas de su apartamento. Parece ser que inconscientemente me había dirigido hacia allí…
Introduje la llave lentamente, temerosa de lo que pudiese haber al otro lado, pero no pude abrir. Parecía que Grace había sido precavida con mi desaparición, y había optado por cambiar todas las cerraduras. Llevé mis dedos hacia el timbre y presioné con cuidado. Sonreí al descubrir de nuevo el cacareo del Pájaro Loco que tenía instalado como ding-dong.
GRACE: ¡¿Quién coño llama?! ¡Si vienes a venderme algo, ya puedes volverte por donde has venido!
SUMMER: ¡Busco a Grace Cartwright! ¡Soy Summer, Summer Wilcox!
GRACE: ¡Un momentito!
Comencé a balancear los brazos, nerviosa. ¿Qué le diría? ¿Lo entendería siquiera? Ni siquiera yo, que lo estaba viviendo, podía terminar de creérmelo. Pude oír cómo Grace desbloqueaba varios cerrojos en la puerta. Tiempo atrás habría pensado que era una paranoica sin remedio, pero ahora todo tenía un nuevo sentido macabro para mí. Ella abrió la puerta tímidamente hasta donde la cadena de la puerta le dejaba. A su lado, un perro comenzó a ladrar con fuerza.
GRACE: ¡Cállate, saco de pulgas! (gritó nerviosa) Summy, ¿de verdad eres tú? ¿Dónde has estado?
SUMMER: Lo… lo siento, Grace.
GRACE: Espera…
Grace cerró la puerta, quitó la cadena y volvió a abrir. Ahogué un grito al verla, llevaba unas gafas del sol y un bastón en la mano. Con la mano me hizo un gesto para invitarme a entrar.
GRACE: Te diría que me alegro de verte, pero como ves estoy más ciega que un puto topo…
SUMMER: ¿Qué te ha pasado?
GRACE: Tuve otro ataque de ceguera un par de días después de que desaparecieses, y ya me ves. El pesado de Freddie Spears insistió en dejarme a este chucho para hacerme de guía, pero incordia el puñetero más que ayuda. ¿Limonada? Lleva un pellizco de aguardiente.
SUMMER: Oh… no, no gracias.
GRACE: Peor para ti. ¿Y tú, cuál es tu excusa?
SUMMER: Cosas malas. Cosas muy feas…
GRACE: Siendo nosotras, no es ninguna novedad…
SUMMER: Tenías razón, en todo. Estamos en peligro, y no estoy segura de cuándo dejaremos de estarlo.
GRACE: ¡Anda! ¿Una creyente? (dijo burlona)
SUMMER: Me atacó Red Swan la noche de la última reunión.
GRACE: (interrumpiéndola furiosa) ¡Hija de puta! ¡Esa zorra de Karen Andrews se merece un buen escarmiento!
SUMMER: Bueno… no estoy segura de si era de Red Swan. Estaba muy oscuro, y el tipo ese llevaba una enorme sudadera que no dejaba verle el rostro. Pero sí, creo que era uno de sus esbirros.
GRACE: ¿Y estás bien? ¿No te hizo daño, verdad?
SUMMER: Lo cierto es que casi me mata… Pero eso no es lo que más me preocupa. Creo… creo que nos hicieron algo raro.
GRACE: ¿Cómo que algo raro?
SUMMER: Mis… sensaciones, se han desvanecido.
GRACE: ¡¿Te han robado tu poder?!
SUMMER: No, no exactamente. Estaba desangrándome en el suelo, y de repente estaba bien, y habían pasado ocho meses.
GRACE: Summy, no te entiendo…
SUMMER: ¡Mis poderes se han degenerado! Ahora no hago más que saltar de un punto a otro en el tiempo de manera descontrolada.
GRACE: Espera, ¿estás viajando por el tiempo?
Miré hacia otro lado, incapaz de contestar aquella pregunta que en condiciones normales habría sonado absurda.
GRACE: Podías ver las distintas posibilidades futuras, y ahora saltas por el tiempo. Yo podía ver cosas a varios kilómetros de distancia, y ahora estoy ciega. Y el pobre Freddie…
SUMMER: Él tenía hipervelocidad. ¿Qué le ha pasado?
GRACE: Ahora tiene que ir con muletas. Los médicos no saben por qué, pero está sufriendo una distrofia muscular acelerada. Oh, joder… ¡JODEEEEEER!
SUMMER: Grace, esto no ha acabado… (dije asustada) Esto es sólo el principio.
GRACE: ¿A qué te refieres?
SUMMER: He visto el futuro. Nos quieren dar caza, no sólo a nosotros, sino a todos los brujos. El gobierno en colaboración con Red Swan. Lo llaman la Orden 66.
GRACE: ¡Hostia puta!
SUMMER: Creo que estás en peligro, Gracie…
GRACE: Como siempre, ¿no?
SUMMER: ¡No! Esta vez el peligro es real. No sé qué, ni cuando… Sólo sé que algo te va a pasar, y es inminente.
GRACE: ¡¿Y qué quieres que haga yo?! No… ¡no soy capaz de valerme por mí misma! (dijo asustada)
SUMMER: Tienes que irte, lo más lejos posible de aquí. Debemos buscar a alguien que pueda ayudarte…
GRACE: ¡No, Summy! ¡Te necesito, no me dejes sola!
SUMMER: Desearía poder hacerlo, pero… (repuse apenada)
GRACE: ¡Pero nada! ¿Qué hay más importante que tu mejor amiga?
SUMMER: No puedo asegurar que este extraño poder me vuelva a afectar de nuevo, y no me lo perdonaría si te dejase en la estacada a mitad de camino…
GRACE: Oh…
Grace agachó la cabeza, desanimada. Se acercó con cuidado al sofá y se sentó. Yo me apoyé en la pared, pensativa, mientras aquel labrador me miraba curioso.
SUMMER: ¿Y aquel tío que organizaba el grupo de apoyo? (apunté dudosa)
GRACE: ¿Mitch? No, no podría pedírselo…
SUMMER: ¡Tú no, pero yo sí! (respondí juguetona)
GRACE: ¡Summy! ¡Te juro que te atizo con el bastón en el espinazo! (repuso enfadada)
SUMMER: Está bien, no hago nada… (dije sonriente)
Cogí el teléfono y comencé a rebuscar en la guía que había junto a él, hasta que encontré el teléfono de Mitch Lochley.
GRACE: ¿Estoy oyendo unos tonos? (preguntó arisca)
SUMMER: ¡No! Es el temporizador del horno… (mentí)
GRACE: ¿El qué de qué? ¡Que te doy! (gritó furiosa mientras agitaba el bastón)
Agaché la cabeza, esquivando por milímetros el golpe que fue recibido por el jarrón de la mesilla. El perro guía se puso nervioso por el ruido y agarró el bastón de un mordisco, impidiendo que lo blandiese de nuevo. Grace refunfuñó derrotada.
Mitch parecía bastante preocupado por mis revelaciones, aunque no parecía que le pillasen del todo desprevenido. Según sus palabras, “El día que tanto temía ha llegado. Es el momento de desaparecer temporalmente, para poder reagruparnos en un futuro próximo y contraatacar”. También me dijo que no tenía que preocuparme, pues mandaría enseguida a alguien para ayudar a Grace a ocultarse.
Esperé sentada en el sofá, acariciando el lomo de aquel precioso labrador. Grace seguía furiosa, agitándose bajo la cinta aislante con la que la había aprisionado contra el sillón, por su propia seguridad. Al cabo de veinte minutos, oí la llamada a la puerta: primero un golpe, luego tres, y luego otros dos.
GRACE: ¡PUERTAAAAA! (gritó colérica)
Me acerqué a la puerta y abrí los cerrojos. Allí estaba Annika, con gafas de sol, mascando chicle y expresión desganada.
SUMMER: ¿Tú?
ANNIKA: ¿Dónde estar zorra culona?
SUMMER: Em… pasa, pasa.
Annika entró mirando todo con asco mientras se quitaba las gafas. Grace olfateó un poco, y al distinguir el perfume barato puso cara de tener arcadas.
GRACE: ¡Ah no! ¡Con la Barbie eslovaca ni de coña!
ANNIKA: Cerrar pico, cegata de mierda. (dijo tajante)
GRACE: ¡Como coja mi bastón te abriré la cabeza como a un melón, furcia barata!
SUMMER: ¡Grace, basta! Ya sé que no sientes especial simpatía por Annika…
ANNIKA: (interrumpiéndome) Sentimiento ser mutuo.
SUMMER: ¡Vaaale! Pero a lo que me refiero, es que necesitas ayuda, y ella puede dártela. Si aparcaseis vuestras diferencias durante un tiempo…
ANNIKA: Hacer favor Mitch, mi no problema.
GRACE: Grrrr…
SUMMER: ¿Grace? (insistí hastiada)
GRACE: Agh… ¡está bien!
ANNIKA: ¿Maleta de foca?
GRACE: ¡No estoy sorda, aria asquerosa! (gritó enfadada)
Corté un trozo de cinta aislante y se la puse en la boca a Grace. Sabía que a la larga aquello no podía traerme nada bueno, pero prefería que estuviese enfadada conmigo si con ello la ponía a salvo.
ANNIKA: ¡Tú bien hecho! (aplaudió entre risas)
SUMMER: ¡Calla o te pongo otro a ti! (le amenacé seria)
Annika asintió entristecida, mientras yo cogía la bolsa del suelo y se la entregaba. Cogí unas tijeras y corté la cinta aislante que atrapaba a Grace, y entonces me arreó una fuerte colleja.
GRACE: ¡Esto por bruja!
SUMMER: ¡Auch! Lo siento…
ANNIKA: Vosotras precioso matrimonio, pero estar sin tiempo.
Miré a Annika con desdén, y Grace le lanzó un cojín a la cabeza con sorprendente puntería para su ceguera.
SUMMER: Cielo, debes irte…
GRACE: (entre lágrimas) Summy…
SUMMER: Lo sé, yo también te echaré muchísimo de menos. Pero quiero que estés a salvo.
GRACE: Pero… ¿tú estarás bien? (preguntó mientras se limpiaba los ojos con la manga del jersey)
SUMMER: Tranquila, hay un chico guapo que vela por mí.
GRACE: ¡Ya te vale! Justo cuando todo se pone feo… (respondió entre risas)
Grace me agarró por sorpresa y me estrechó con fuerza entre sus brazos. Sentí en aquel preciso momento cómo mis ojos eran incapaces de contener las lágrimas, que se derramaron sin remedio por mi rostro.
GRACE: Toma. (dijo mientras sacaba su teléfono móvil del bolsillo) Así podré ponerme en contacto contigo si pasa algo.
Asentí y cogí el teléfono, mientras Grace me daba un toquecito en la nariz con el dedo. Annika se acercó, sosteniendo la bolsa de equipaje y la correa del perro con una mano, y agarró con la otra el brazo de Grace.
GRACE: Adiós cariño, ¡cuídate mucho!
Agité mi mano en señal de despedida, mientras la observaba abandonar su propio hogar. Un hogar que también había sido mío tras escapar de Red Swan, y que ahora se veía forzada a dejar por su culpa. ¿Alguna vez dejaríamos de sufrir por su culpa? Todo se antojaba altamente incierto ahora…
Ahora debía forjar mi propio camino. Cogí el teléfono y marqué.
SUMMER: Hola, quiero hablar con el Doctor Hilbert…

Ya casi era de noche. Incluso con semejante poder, era difícil de creer que el tiempo pasase tan rápido. Me acerqué de nuevo hacia Lincoln Park, a mi banco preferido. Adonde sabía que le encontraría.
No tuve que esperar muchos minutos hasta que sentí sus manos cubriéndome los ojos, jugando.
CHRIS: ¿Quién soy?
“El hombre de mis sueños”, susurré inaudible.

EMOCIONES…
Me giré al notar que Chris no me seguía. Le vi en cuclillas en el pasillo sujetándose la cabeza con las manos.
SUMMER: ¡Vamos, Topher! (dije emocionada)
Chris me miró un segundo, pero volvió a bajar la cabeza, triste. Me acerqué y me senté a su lado, preocupada.
SUMMER: Chris…
CHRIS: Nunca me llamas Chris.
SUMMER: ¿Estás bien?
CHRIS: Es que… nunca pensé que podríamos enfadarnos de aquella manera. Ha sido horrible, siento como si hubiese perdido a toda mi familia de golpe… (admitió desolado)
Le rodeé con mis brazos y le abracé. Chris buscó con sus labios en mi rostro y ligeramente rozó los míos.
CHRIS: Te quiero, Summy. No sé qué haría sin ti…
SUMMER: (nerviosa) Yo… también te quiero, Chris.
CHRIS: Es Topher. Para ti, es Topher. (respondió burlón)
AG. INMOBILIARIA: ¿Algún problema? (preguntó sacando la cabeza por la puerta)
CHRIS: En absoluto. Ahora mismo vamos.
Chris se levantó de un salto, y me ofreció la mano. Sentí su calidez entre mis dedos mientras cruzábamos la puerta de entrada de aquel loft, nuestro hogar.
CHRIS: Hombre… parece un poco pequeño. (dijo dudoso)
SUMMER: Es perfecto. (le corregí sonriente)

ALEGRÍA…
Sentí la mano de Chris rodear mi espalda, manteniéndome muy cerca de él en aquella fresca noche veraniega. Aquella era una noche mágica, la inauguración de los Juegos Olímpicos de Chicago.
SUMMER: ¡Mira, fuegos artificiales! (dije emocionada) Son preciosos…
HENRY: Sí… A Rachel le habría gustado. (admitió desganado)
CHRIS: ¿Está mejor?
HENRY: Aun sigue igual. (respondió con tristeza) Pero ahora no te preocupes por eso.
CHRIS: ¿Y… Wyatt?
HENRY: Sigue insoportable con la sola mención de tu nombre. Pero con la ayuda de una bella damisela estoy intentando ablandar su corazón de ogro… (dijo sonriente señalando con la cabeza en mi dirección)
CHRIS: Así que… ¿espiando en mi teléfono?
SUMMER: Alguien tenía que hacerlo… (dije mirando hacia otro lado) Además, sé lo mucho que echas de menos a tu familia. Yo daría lo que fuera por volver a ver al abuelo.
Chris, sonriente, sujetó mi rostro entre sus manos y me besó apasionadamente. Pude notar cómo su primo Henry reía al vernos y le daba palmaditas de ánimo en la espalda.

INCERTIDUMBRE…
Cogí un áthame de la mesa y pinché mi dedo, introduciendo la sangre en el pequeño caldero.
SUMMER: Espíritus de la noche, yo os invoco. Ayudadme en mi búsqueda, traedme de entre las sombras la localización de nuestro hermano perdido.
Chris se levantó de la cama, sorprendido de que no estuviese ahí, y se acercó a la mesa del salón.
CHRIS: ¿Qué estás haciendo?
SUMMER: Es que… estoy preocupada. Hace algún tiempo que no tengo noticias de Mitch, y Nellie parece no saber nada. Me preocupa que le haya podido pasarle algo a Grace. Algo malo se aproxima, y no sé si podré evitarlo…
CHRIS: Si quieres puedo ayudarte…
SUMMER: ¿En serio?
CHRIS: Ajá, pero ahora no. Creo que podemos esperar a que se haga de día…
Chris me rodeó por la espalda y comenzó a besarme el cuello que me hizo temblar de repente.
SUMMER: ¡Ay! Tengo cosquillas…
CHRIS: Mmm… Me alegro. (respondió sonriente)
Apartó mi pelo con cuidado, y comenzó a ascender por mi cuello hasta llegar a mis labios. No pude evitar volver a reírme, recordando aquella sensación casi electrizante.
CHRIS: Me encanta cuando ríes de esa forma. Haces que cualquier cosa sea posible.
SUMMER: Lo siento.
CHRIS: ¿Por qué lo sientes?
SUMMER: Ojala fuese por nada, pero… No sé qué me depara el mañana, quizá me mires a los ojos y veas que todo es diferente en mí. Espero que no, pero quiero que sepas que no es culpa tuya…
Me giré y abracé fuerte a Chris, mecida por el ritmo de su respiración, llena de esperanza.

LA REALIDAD
Siete meses. Siete fueron los meses que pasé llena de angustia y temor porque todo me fuese arrebatado. Pero nunca pasó nada. Sin embargo, a pesar del miedo, aquellos meses fueron los más felices de mi vida, unos pocos meses en los que finalmente encontré mi razón de vivir en él. Quizá ya había pagado mi penitencia. Quizá ya había conseguido controlar este poder que maldecía mi tiempo en el mundo. Quizá, y sólo quizá, por fin podría tener la vida con la que tanto había soñado. De verdad creía que lo había conseguido.
Con el comienzo del nuevo curso, me habían admitido como profesora interina en el departamento de ciencias de la universidad, sólo unas pocas horas a la semana. Chris había reducido su jornada laboral en el museo tras el gran éxito de la última exposición, lo que nos permitía pasar más tiempo juntos. Era todo perfecto.
Aquella tarde miraba el atardecer desde la terraza, leyendo el último número de la revistaAmerican Scientist mientras esperaba el regreso de Chris. De vez en cuando no podía evitar mirar de reojo la edición de tarde del Washington Post sobre la mesa, en la que anunciaban la ventaja de la senadora Vivian Forrester sobre el senador Harvey Montgomery en las últimas encuestas, y sonreía pensando la gran suerte que tenía de que por fin las cosas sucediesen como debían. Aun guardaba el reloj del abuelo en mi bolsillo como un acto reflejo, pero cada vez sentía más como si ya, siendo 2 de Noviembre de 2036, no lo necesitase.
SUMMER: ¡Ay! (me quejé al cortarme el dedo con una hoja de la revista)
Fui al baño de inmediato y busqué una tirita. Entonces sentí cómo vibraba algo en el bolsillo de mi pantalón, seguido por el clásico American Idiot de Green Day. Era el teléfono móvil de Grace. Un mal presentimiento se apoderó de mí.
SUMMER: ¿Diga?
GRACE: ¿Summy? ¡Gracias a Dios! Estoy… ¡estoy muy asustada!
SUMMER: ¿Qué ocurre, Grace?
GRACE: ¡Creo que nos ha encontrado! Annika me ha dicho que corra, y… que… ¡No… hacer! ¡Por…!
SUMMER: ¡Grace! Se corta, ¡no puedo oírte bien!
GRACE: ¡Summy! Yo… ruidos… estoy… ¡SUMMYYYYYYYY! (gritó aterrada)
SUMMER: ¡GRACEEEEE!
Llamada interrumpida. Di al botón de rellamada, pero su teléfono figuraba apagado o fuera de cobertura. Empecé a sentirme sofocada, impotente, y entonces regresó: aquella intensa vibración que casi parecía que iba a partir en dos y que pensé que finalmente había mantenido bajo control. Cogí con rapidez el pintalabios de la repisa, pero apenas pude escribir en el espejo “Peligro Grace” antes de que atravesase por completo mi mano como si fuese un fantasma. Sentí como si me diesen un fuerte mazazo en la cabeza…

Podía percibir la humedad, y el intenso olor a agua estancada. Sin embargo, la oscuridad era absoluta, únicamente aliviada por las pequeñas luces amarillas de emergencia que había sobre mi cabeza. Cuando me acostumbré a la falta de luz, pude distinguir que me encontraba en un largo corredor, aparentemente infinito. Giré a la izquierda en la siguiente bifurcación, y me encontré con una escalera de mano metálica junto a un letrero que rezaba“Departamento de Sanidad de Chicago”. Genial, me encontraba en las malditas alcantarillas…
Subí por la escalera y abrí la tapa de la alcantarilla. En el exterior el aire era más agradable, pero tampoco mucho más. Se notaba cargado de humo, y de un extraño aroma entre pútrido y dulzón muy desagradable. A pesar de ser la ciudad de Chicago, notaba los edificios enormemente cambiados, y había incluso algunos que desconocía por completo. Al mirar en el reloj del abuelo, me llevé una desagradable sorpresa: 3 de Junio de 2066.
Miré a mi alrededor, pero la calle estaba completamente desierta. Había basura y escombros dispersos, lo que hacía parecer que aquella parte de la ciudad había sido abandonada, pero entonces un ensordecedor sonido de bocina inundó la zona, como aquellos que se usaban para los avisos de tornado en mi tierra natal. Enseguida me vi rodeada por un ejército de soldados vestidos con armadura blanca que parecían como salidos de la nada.
SOLDADO: ¡¡¡BRUJA!!!
Intenté girarme y correr, pero antes de poder hacer nada siquiera sentí un intenso golpe en la cabeza que me hizo caer inconsciente.

????: ¿Hola? ¿Hay alguien ahí?
Abrí los ojos lentamente, pero la luz era cegadora. Me encontraba en un pequeño cubículo de color blanco intenso, lo que parecía ser una celda, y por alguna razón sentía un terrible escozor en la nuca.
????: ¿Hola? ¿Estás despierto? (dijo desde la celda contigua)
SUMMER: Agh…
????: ¿Hola? ¿Hola?
SUMMER: Sí, aquí estoy.
????: ¡Uf, menos mal! Al fin alguien me contesta. ¿Te importa si te pregunto una cosa?
SUMMER: Claro, por qué no… (respondí desganada) Dudo que tenga algo mejor que hacer aquí.
????: ¿Eres de la resistencia?
SUMMER: Resis… ¿pero qué coño es eso?
????: La resistencia mágica, los que luchan en contra del régimen dictatorial de Red Swan.
SUMMER: ¿Red Swan? ¿Pero todavía existe esa mierda? (dije sorprendida)
????: ¿Pero en qué mundo vives? Red Swan controla desde las sombras la práctica totalidad de los gobiernos del mundo.
SUMMER: Genial, puta Karen…
????: ¿Cómo te llamas?
SUMMER: Summer, para lo que gustes… (dije con desidia)
PEARL: Encantada, yo soy Pearl. Y… ¿cómo te han cogido? ¿Qué estabas haciendo?
SUMMER: ¿Cómo que qué estaba haciendo? No sé, no he hecho nada malo…
PEARL: Vaya, es verdad que no lo sabes…
SUMMER: ¿Cómo que no lo sé? ¿Saber el qué?
PEARL: Karen Andrews desplegó una red de satélites de detección de actividad mágica a lo largo del planeta, para poder capturar a aquellos que habían escapado a la Orden 66.
SUMMER: ¿La qué? ¡Oh, mierda! ¡¿Qué me han hecho esos hijos de puta?! ¿Me han puesto ese chip mierdoso? (dije furiosa mientras me acariciaba la nuca) Joder, ¡que esos putos chips acababan siendo letales!
PEARL: Desde que los rediseñaron en 2053, su efectividad e inocuidad se han incrementado enormemente.
SUMMER: ¿Y sabes qué fue del Grupo Artemisa?
PEARL: ¿El Grupo Artemisa? Un momento… ¿eres una de los primeros 927 cautivos?
SUMMER: Eh… sí. Mi asqueroso poder me ha traído hasta este futuro de mierda a lo 1984.
PEARL: Lo siento Summer, pero creo que no queda ningún superviviente. Fueron los primeros en caer, no porque constituyeran una especial amenaza, sino porque Karen quería demostrarnos que podía hacerlo.
SUMMER: Joder…. ¡JODEEEEEEEEEEEEER! (grité furiosa)
Desesperada, empecé a dar puñetazos en la cama. No me preocupaba que el colchón fuese como un papel de fumar, ni del consiguiente dolor en mis nudillos. Sólo me importaba descargar aquella furia desmedida contra cualquier cosa. Mi pobre Gracie…
PEARL: Siento lo de tus amigos. Gran parte de mi familia también fue masacrada por Red Swan. De hecho, estoy segura de que sólo sigo viva para usarme como cebo con el resto de mi familia…
SUMMER: Todos sufrimos por culpa de esa zorra… ¡AAAAAAAAAAAGH!
Sentí un intenso temblor de tierra bajo mis pies mientras gritaba. Las paredes comenzaron a agrietarse, y una de ellas se apagó y rompió en pedazitos de cristal, revelando un montón de cables sobre muro de ladrillo detrás. Debía ser aquella barrera mágica que vi en el vídeo del discurso del Presidente…
PEARL: ¿Has hecho tu eso?
SUMMER: No, yo no. ¿Qué está pasando?
PEARL: No lo sé, pero parece que hay muchos gritos ahí fuera.
¡Boom!
SUMMER: ¿Eso son explosiones?
PEARL: Creo que sí… ¡Me parece que la resistencia está atacando este centro! ¿Será que mi madre está luchando contra Karen?
SUMMER: ¡Pues espero que le destroce su culo de víbora!
Oí de nuevo el sonido de explosiones, pero en esta ocasión venían de un sitio más próximo. Alguien comenzó a golpear con fuerza la puerta de mi celda, hasta que finalmente reventó de sus goznes, liberando una gigantesca humareda que apenas permitía ver nada o siquiera respirar. De milagro aquella pesada puerta de acero no me aplastó.
De entre el humo y el polvo que había fuera, pude ver una sombra de aspecto humano que se disponía a entrar en la habitación. Un hombre sin camisa, llevando una máscara antigás que le cubría por completo el rostro. Me alejé con rapidez y me refugie en la esquina contraria de la celda, mientras aquel hombre se quitaba la máscara.
ELYON: ¡Está aquí! (gritó hacia el exterior)
SUMMER: Un momento… ¡yo te conozco!
ELYON: Me honráis con vuestro recuerdo, Summer Lauren Wilcox. (me dijo haciendo una pequeña reverencia)
Una nueva figura atravesaba la cortina de humo y polvo. Sentí mi corazón palpitar con fuerza, podía reconocerlo en lo más profundo de mi ser.
CHRIS: ¿Summy? ¿De… de verdad eres tú?
SUMMER: ¿Chris? (dije desconcertada)
Podía distinguir perfectamente los rasgos de mi Chris en aquel rostro, sin embargo el tiempo había hecho gran mella en él, y además tenía una enorme cicatriz que le surcaba desde la frente hasta la mejilla. No pude evitar quedarme con la boca abierta.
CHRIS: Te he estado buscando tanto tiempo… (dijo con tristeza) No has cambiado en absoluto en todos estos años.
ELYON: Lamento interrumpir su emotivo encuentro, Christopher Perry Halliwell, pero creo que deberíamos marchar mientras aun persista la confusión.
CHRIS: Tienes razón, amigo…
SUMMER: ¿Qué está pasando ahí fuera?
CHRIS: Ahora no deberías preocuparte por eso…
SUMMER: Pero… ¡pero no entiendo!
ELYON: La resistencia ha traído un emisario del pasado con la intención de derrocar el régimen de Karen Andrews. Están dirigiendo todo su poder contra su ejército para abrirle camino a aquella joven.
SUMMER: La madre de Pearl… (susurré)
CHRIS: Aprovecharemos que las fuerzas de Karen están distraídas para escapar antes de que se den cuenta.
SUMMER: Pero aquí hay gente inocente encerrada. ¡Tenemos que ayudarlos!
CHRIS: No tenemos tiempo.
SUMMER: ¡No podemos dejarles!
CHRIS: ¡No! (dijo tajante) He arriesgado mucho durante todos estos años, buscándote sin descanso, ¡y no permitiré que corras peligro ahora que al fin te he encontrado!
Miré a Chris extrañada, como un desconocido. ¿Cuándo se había vuelto tan insensible?
SUMMER: (decepcionada) No me puedo creer que digas eso. ¿Cuándo has dejado de preocuparte por los demás? ¿Cuándo has dejado de ser un Halliwell?
CHRIS: El tiempo a veces nos obliga a convertirnos en algo que no queremos para sobrevivir… (respondió enfadado, aunque manteniendo la calma)
SUMMER: Si no vas a ayudarme, lo haré yo sola…
Pasé de largo por la puerta, dedicándome Elyon una nueva reverencia. Me dirigí hacia la puerta de la celda contigua, y al verla entreabierta me dispuse a embestirla con todas mis fuerzas, pero costaba abrirla por los escombros que entorpecían su giro. Podía ver a aquella chica en el suelo, inconsciente bajo algunos cascotes. Me lancé de nuevo contra la puerta, dispuesta a abrirla a toda costa.
ELYON: ¡Cuidado! (me advirtió mientras corría a mi posición)
Sentí una intensa quemazón en la espalda que me dejó sin fuerzas e incapaz de maniobrar, llevándome a golpear la cabeza contra la misma puerta. Todo se volvió negro a continuación.

Cuando abrí los ojos, vi a una chica de cabello negro y expresión agradable devolviéndome la mirada. Sentía un fuerte dolor en el hombro, que tenía perfectamente vendado.
PEARL: ¿Ya estás despierta, Summer?
SUMMER: Me duele la cabeza… (respondí algo atontada)
PEARL: No me extraña, te diste un buen porrazo intentando ayudarme. ¿Sabes dónde estamos?
SUMMER: Espera…
Me levanté y miré a mi alrededor. Las paredes estaban sucias y llenas de telarañas, y parecía que aquella casa no había estado habitada en décadas, pero pude reconocer ese lugar al instante, pues estaba igual que como la recordaba.
SUMMER: Es la casa del abuelo…
PEARL: ¡Anda! ¿Y cómo hemos llegado hasta aquí?
SUMMER: Creo que Topher nos trajo aquí.
PEARL: Y… ¿quién es ese tal Topher?
SUMMER: Es… complicado.
ELYON: (desde las sombras) No tardarán en encontrarnos aquí. Deberíamos dirigirnos al Inframundo durante la próxima apertura de la barrera.
PEARL: ¿Quién… quién eres tú?
ELYON: Mi identidad no es importante, Pearl Willa Halliwell.
PEARL: ¿Cómo puñetas sabe este mi nombre?
SUMMER: Espera… ¿Halliwell? ¿Entonces eres un miembro de la familia Halliwell?
PEARL: Sí. Mi madre era Phoebe Halliwell. ¿La conociste?
SUMMER: No personalmente, pero oí hablar de ella. (suspiré agobiada) Entonces ni siquiera la poderosa familia Halliwell ha podido acabar con Red Swan…
PEARL: Nuestros padres subestimaron sus habilidades. Nunca pensaron que una simple mortal pudiese convertirse en una amenaza tan temible… (admitió desolada) Y Karen nunca nos perdonó que venciéramos a su hija Phyllis, desde entonces centró todos sus esfuerzos en borrar el apellido Halliwell de la faz de la Tierra. Ya apenas quedamos algunos primos míos y yo…
SUMMER: Topher… (susurré)
PEARL: ¿Qué dices?
SUMMER: ¡Topher! Quiero decir, Christopher.
PEARL: Así se llamaba mi tío. Un momento… ¿estás diciéndome que…?
Pearl no acabó la frase. Salió corriendo de la habitación, topándose por el camino con Elyon, y se dispuso a bajar las escaleras, esquivando los tablones rotos. Yo la seguí, hasta que la encontré en la puerta del salón. Allí estaba Chris, sentado en el suelo en postura de meditación y susurrando palabras que parecían no tener sentido.
PEARL: ¿Tío Chris? (dijo con temor)
Chris abrió lentamente los ojos, y miró unos segundos a aquella joven muchacha de cabello negro. Entonces volvió a cerrar los ojos y continuó rezando.
PEARL: Tío Chris, soy Pearl. La hija de Phoebe…
CHRIS: Hacía mucho tiempo que no me llamaban así. Tío. (dijo sin abrir los ojos)
PEARL: ¿Dónde has estado? Creíamos que habías muerto…
CHRIS: He seguido mi propio camino, lejos de la familia Halliwell. Tal y como vuestros padres… como Wyatt quería.
PEARL: Pero… ¡te necesitábamos! ¿Cómo has podido vivir todos estos años lejos de nosotros, haciéndonos creer que habías muerto? (le recriminó enfadada)
CHRIS: ¿Crees que es lo que yo quería? ¿Vivir en el exilio sabiendo que mis seres queridos están muriendo y que no puedo hacer nada? ¡Aún recuerdo el día en que mi propia hermana murió, y cómo Wyatt me impidió de una buena paliza poder despedirme de ella! Y ninguno de vuestros padres hizo nada por evitarlo…
PEARL: Tío Wyatt cometió muchos errores, sí, pero hasta su muerte siempre se preocupó por mantenernos a salvo y nos enseñó a defendernos. ¡¿Dónde estabas tú entonces, eh?!
Pearl comenzó a cargar su cuerpo de electricidad estática, y sin poder controlarse la liberó con fuerza contra Chris, que salió despedido contra el viejo armario de los licores.
SUMMER: ¡Pearl, no! (dije mientras me interponía) No sé qué ha pasado, pero a pesar de todo es tu familia.
Pearl me miró seriamente, luego a Chris, y por último a sus propias manos, sorprendida. No dijo nada, sólo salió corriendo.
SUMMER: ¡Espera, Pearl!
CHRIS: Déjala. Deja que se marche. No puedo reprocharla que tenga ese concepto sobre mí, en cierto modo me lo merezco…
SUMMER: Topher, no… (dije intentando animarle)
CHRIS: Podría decir que todo fue culpa de Wyatt, que él me apartó de mi propia familia… ¿Pero a quién querría engañar?
SUMMER: Hiciste lo que pudiste…
CHRIS: (sonriendo) Gracias, pero sé que no es cierto. Podría haber estado más cerca, al menos todo lo cerca que Wyatt me hubiese dejado, y así evitar gran parte del dolor que ha asolado a esta familia. Pero este rencor que he guardado dentro de mí todos estos años, la rabia, la envidia… He dejado que mi familia pague por mi estupidez.
Me acerqué y me senté a su lado. A pesar de todos aquellos años perdidos, aun podía vislumbrar en el brillo de sus ojos el recuerdo del Chris que amaba. Puse mi mano en su hombro, intentando calmarle.
CHRIS: Esta no es la clase de hombre que quería ser para ti, Summy. Y sé que tú tampoco, lo pude ver en tu mirada cuando me reprochabas mis actos tras rescatarte. El dolor y la soledad me han vuelto frío e insensible, incapaz de mostrar empatía incluso por los inocentes que antaño quise proteger a toda costa. Me engañaba a mí mismo día a día, haciéndome creer que era el justo precio por sobrevivir en este mundo a la deriva. Pero ahora que te veo a mi lado, sé cuan equivocado estaba, y eso me hace sentir tremendamente avergonzado de mí mismo.
Las lágrimas se derramaron lentamente por el rostro de Chris, un rostro ajado por los años. Pero sabía por su expresión que no se trataba de simples lágrimas de tristeza, sino que tenían un gran componente de furia hacia sí mismo. Me acerqué un poco más, y estreché entre mis brazos a Chris, unos brazos que ya me parecían lejanos. Chris apoyó su cabeza sobre mi hombro y comenzó a respirar profundamente.
CHRIS: Eres lo único que me ha mantenido con vida durante todos estos años. ¿Dónde has estado, Summy? ¿Dónde? (me susurró al oído)
SUMMER: No lo sé, todo esto es muy extraño para mí. Siento como si apenas hubiesen pasado unas horas desde que te despediste de mí en nuestra casa, y al mismo tiempo como si hubiese pasado una eternidad…
CHRIS: Maldito destino caprichoso… (susurró apenas audible)
SUMMER: ¿Cómo?
CHRIS: Es lo que siempre me dice Elyon. “El destino es caprichoso”.
SUMMER: Ah… ¿Puedo preguntarte algo?
CHRIS: Tú dirás…
SUMMER: ¿Cómo ha podido Pearl usar sus poderes? Pensé que el chip inhibidor servía precisamente para eso, para inhibir los poderes.
CHRIS: Os los retiramos en cuanto llegamos aquí. Fue muy difícil y arriesgado, pero lo último que necesitamos es que Red Swan vigile vuestros movimientos.
SUMMER: Supongo… (repuse dudosa)
Empecé a pensar en si aquello había sido una buena idea. ¿Un chip que neutralizaba mis poderes? De aquella forma podría seguir adelante con mi vida, sin preocuparme por la próxima vez en que saltase de manera descontrolada. Pero no, aquello no podía merecer la pena si me volvía a mantener a merced de la diabólica Karen Andrews.
CHRIS: Deberíamos descansar. La próxima apertura de la barrera mágica del Inframundo es a las 3:10.
SUMMER: Está bien…

Mi habitación. Viejos recuerdos, algunos de ellos nada agradables. No la veía desde los 17 años, desde que el banco embargó la casa tras la muerte del abuelo. Parecía mucho más pequeña ahora…
2:49. Por más que intentaba cerrar los ojos no podía dormir. No ya sólo por el viejo colchón lleno de bultos, los muelles del somier que se me clavaban en la espalda o la intensa luz de la Luna que atravesaba los tablones que bloqueaban la ventana y que me golpeaba en plena cara. No, la verdadera razón es que ya estaba harta de dormir. Estaba harta de perderme cosas.
Pasé por delante de la habitación del abuelo, donde la pobre Pearl intentaba dormir con aparente dificultad, y me dirigí hacia el piso de abajo. Me asusté al ver la sombra de Elyon junto a la ventana del salón, pero él no se inmutó en absoluto. Chris mientras dormía en el sofá.
SUMMER: ¿No puedes dormir?
ELYON: Los de mi especie no necesitamos dormir cuando se aproxima una batalla.
SUMMER: ¡Ah! ¿Y de qué especie eres?
ELYON: (mirándome seriamente) No lo sé.
SUMMER: ¿No lo sabes? (pregunté sorprendida) ¿Nunca has conocido a nadie como tú?
Elyon negó levemente con la cabeza, y volvió a mirar por la ventana.
SUMMER: ¿Has estado siempre… tú solo?
ELYON: Eso ahora no es importante, Summer Lauren Wilcox.
SUMMER: Ah, bueno…
Me senté sobre la mesita junto a la ventana y comencé a balancear las piernas, sin saber qué más hacer.
ELYON: He recibido noticias. (dijo de pronto) Christopher Perry Halliwell no quiere que la joven Pearl Willa Halliwell lo sepa aún, porque piensa que todavía es muy niña. Pero en este mundo ya no hay niños, todos han sido forzados a convertirse en pequeños adultos.
SUMMER: Ya… ¿Y puedo yo saberlo? (pregunté entre temor y curiosidad)
Elyon se giró y me miró a los ojos, unos ojos que casi hasta podían brillar en la oscuridad.
ELYON: Karen Abigail Andrews aún vive. La resistencia ha fracasado en el ataque que aprovechamos para infiltrarnos y rescatarlas.
SUMMER: ¡Esa zorra tiene más vidas que un gato! (repuse asqueada)
ELYON: El ejército de Karen Abigail Andrews capturó a los artífices del atentado y ya se ha ejecutado sentencia. Los familiares de la joven Pearl Willa Halliwell han sido quemados en la hoguera hace una hora.
SUMMER: ¡Joder! Pobre Pearl… (susurré apenada)
ELYON: Recuerdo haberos visto hace 29 años, 1 mes, 16 días, 7 horas y 38 minutos. No habéis cambiado en absoluto.
SUMMER: Tú tampoco. (dije sonriente)
ELYON: Me refiero a que no es normal, para un ser humano. Vos sois la dama que inquieta a Christopher Perry Halliwell, ¿verdad?
SUMMER: ¿Que yo…?
ELYON: (interrumpiéndome) Disculpe si ha sonado grosero, no era mi intención. Dicen que el amor incita a hacer locuras hasta al alma más calmada, como abandonarlo todo para vagar por el mundo en pos de una señal.
SUMMER: Em… seee. Supongo. (balbuceé extrañada) ¿Tú nunca…?
ELYON: No le encuentro sentido al amor. No por el hecho de ser un demonio, sino porque nací guerrero y moriré guerrero. Mi único cometido es la batalla, todo lo demás es irrelevante.
SUMMER: Oh, lo siento… Supongo.
ELYON: Agradezco vuestra compasión, Summer Lauren Wilcox, pero no es necesaria. Estoy satisfecho con mi vida, algún día recibiré mi recompensa con el desafío definitivo.
SUMMER: Eres bastante majete, pero a veces no te sigo…
ELYON: Eso no es importante.
Elyon volvió a dirigir la mirada a la ventana, pensativo. Quizá es que había conocido a pocos demonios, o quizá él era especial, pero no dejaba de resultarme un personaje extraño a la par que interesante. Me levanté de la mesilla y me acerqué al sofá, observando detenidamente cómo dormía Chris. Así, tan tranquilo y en paz, podía sentir casi como si el tiempo no hubiese pasado por él, como si fuese el mismo chico alegre que ponía sus manos sobre mis ojos en Lincoln Park. Me incliné y sin que se despertase acaricié con cuidado su cabello.
ELYON: Ya vienen. ¡CHRISTOPHER PERRY HALLIWELL! (gritó)
Chris, al oír el grito, se levantó de un salto. Me esquivó por poco, y se dirigió corriendo hacia la ventana.
CHRIS: ¿Cuál es la situación, Elyon?
ELYON: Puedo ver media docena aproximándose por el maizal que hay junto a la carretera, dos vienen en dirección norte y otros cuatro por el este-noreste. Estoy seguro de que debe haber como mínimo otra media docena aproximándose por la región sur de la casa y debe haber apostados francotiradores sobre ese tanque de agua y el granero.
CHRIS: ¿Qué son? ¿Betas, alfas?
ELYON: Me temo que se trata del equipo omega, Christopher Perry Halliwell.
CHRIS: Mierda, Karen… Quieres rematar la faena, ¿verdad?
SUMMER: ¿Qué es eso del equipo omega?
ELYON: Es el comando de mayor nivel de Red Swan. Soldados con años de entrenamiento en tácticas militares y con los poderes más letales.
Desde el tanque de agua pude ver como una especie de bengala se aproximaba a toda velocidad, hasta chocar a unos pocos metros de la casa contra una barrera azulada. La explosión hizo temblar fuertemente la casa, como un intenso terremoto.
SUMMER: ¿Qué coño ha sido eso? (pregunté asustada)
ELYON: Lanzagranadas táctico XM-38G, con carga de poción explosiva. ¿Aguantará la barrera?
CHRIS: Contra un equipo omega, no mucho. Un par de minutos, a lo sumo.
Desde el norte, la barrera comenzó a recibir impactos de bolas de energía, mientras desde el maizal salían 6 rayos láser y desde el nor-noreste disparaban sus ametralladoras. Desde el sur pude oír un potente sonido agudo que hacía daño a los oídos. La casa temblaba con fuerza a cada impacto que recibía la barrera.
ELYON: Necesitamos cinco minutos hasta que abran las puertas del Inframundo. Ahora vuelvo…
CHRIS: ¡Elyon! Es muy peligroso. (le advirtió preocupado)
ELYON: Conozco mi destino, Christopher Perry Halliwell. Sólo vos podéis matarme.
CHRIS: Aun así… ten cuidado, hermano.
Elyon hizo una pequeña reverencia, y entonces se lanzó por la ventana. No tardó mucho en oírse los primeros gritos.
SUMMER: ¿Qué hacemos ahora?
CHRIS: Tenemos que estar preparados para poder salir de aquí en cuanto todo esté despejado. ¿Hay alguna otra salida?
SUMMER: A ver… ¡El sótano! (recordé de pronto) Recuerdo que el abuelo me dijo que excavaron un túnel hasta el cobertizo de los aparejos durante la época de paranoia tras el 11S.
CHRIS: Muy bien, entonces quiero que vayas adelantándote hasta allí, yo iré a buscar a Pearl. El punto de encuentro es pasado el arroyo que hay cerca de la casa, ocúltate hasta que lleguemos y entonces…
SUMMER: ¡No! No te voy a dejar aquí solo.
CHRIS: Summy…
SUMMER: No estamos para perder el tiempo… (le recriminé divertida)
CHRIS: ¿Por qué serás siempre tan testaruda?
Nos dispusimos a subir las escaleras, y cuando llegamos a la habitación del abuelo, vi a Pearl, mirando por la ventana.
SUMMER: ¡Pearl, tenemos que irnos!
PEARL: Es imposible. Esos soldados nos tienen rodeados, y parece que le están dando una buena paliza a ese amigo tuyo…
CHRIS: No te preocupes por eso ahora, sabe cuidarse perfectamente.
Pearl se giró y miró con desprecio a Chris.
PEARL: Debe ser como una tradición para ti, lo de abandonar a la gente que se preocupa por ti…
SUMMER: ¡Pearl, basta! Ya sé lo que sientes, pero ahora no tenemos tiempo. Tenemos que ir corriendo al sótano.
PEARL: ¿Al sótano? (preguntó extrañada)
La débil barrera que protegía la casa se desmoronó finalmente. Los impactos concentrados del grupo de asalto provocaron un gran temblor en la casa, cuyo tejado del ala oeste se desplomó.
CHRIS: ¡Mierda! Han derribado la barrera. ¡Cogedme la mano!
Agarré la mano izquierda de Chris, y Pearl, con cierto recelo, agarró la derecha. Chris se dispuso a orbitar, pero sus órbitas parecían débiles y tenues, incapaces de desplazarnos a los tres.
CHRIS: Agh, me imaginaba que esto podría pasar…
SUMMER: ¿El qué? No entiendo…
PEARL: Los soldados han traído un emisor portátil de ondas neutralizadoras, como las que utilizan los chips. No van a dejarnos huir fácilmente.
SUMMER: Genial…
Bajamos las escaleras con rapidez, mientras el humo de las granadas de gas lacrimógeno impedía la visibilidad. Guié a Chris y Pearl por el pasillo hasta llegar a la puerta del sótano, y una vez dentro cerré el pestillo. Sabía que eso no les detendría, pero al menos les dejaría entretenidos durante un tiempo.
La oscuridad ahí abajo era total, pero entonces recordé que aún llevaba el teléfono móvil de Grace en el bolsillo, así que activé la aplicación de linterna.
PEARL: ¡Uff, esto está lleno de trastos! ¿Tu familia era un poco Diógenes?
SUMMER: ¡Ey! ¡Son las cosas de la bisabuela Jacqui! (respondí ofendida)
CHRIS: Bien, ¿y ahora por dónde?
Me detuve un momento a pensar, mientras podía oír cómo los soldados golpeaban la puerta.
SUMMER: A ver… ¡Detrás del cuadro eléctrico!
PEARL: ¿El cuadro eléctrico? ¡Pero si es minúsculo!
SUMMER: ¡Claro! Tenía que pasar desapercibido ante una invasión talibán…
PEARL: ¿Qué es un talibán? ¿Una especie de gorgojo? (preguntó confusa)
CHRIS: Lecciones de historia, luego. Ahora, salgamos cuanto antes…
Chris se acercó al cuadro eléctrico y giró la ventanita.
CHRIS: Sí, aquí está el túnel. Espero que no tengáis aprensión por las arañas…
SUMMER: Agh, la madre que le parió a Karen Andrews… (repuse asqueada)
Uno por uno, nos deslizamos por el estrecho hueco. Justo cuando Pearl recolocaba de nuevo el cuadro eléctrico, los soldados reventaban la puerta y bajaban las escaleras con sus linternas.
PEARL: Han entrado, y no tardarán en encontrar esta salida. (susurró)
CHRIS: ¿Por dónde debemos ir ahora? (susurró también)
SUMMER: Por aquí, todo recto. No hay desvíos.
CHRIS: ¡Espera! Deja que vaya yo delante…
Chris se adelantó con el teléfono móvil de Grace en la mano. Yo le seguí justo detrás, agarrando la mano de Pearl para que no se perdiese.
PEARL: Este sitio huele fatal…
SUMMER: Lo sé. El abuelo nunca me dejaba bajar aquí por las humedades, por si me hacía daño. La construcción no era firme y había riesgo de desprendimiento.
PEARL: ¡¿Desprendimiento?! ¡¿Pero en qué lugar nos has metido?! (preguntó aterrada)
SUMMER: ¡Queríais una salida despejada, y esto es lo único que hay!
CHRIS: ¡Shhhhhhhh! (chistó enfadado) Estas vigas están podridas, no creo que aguanten mucho más.
SUMMER: (afinando el oído) Me parece… Me parece que ya han encontrado el hueco tras el cuadro eléctrico.
PEARL: ¡Sigamos adelante! Tengo una idea…
Avanzamos unos cuantos metros hasta refugiarnos en la siguiente esquina, y entonces Pearl lanzó su electroquinesis contra la viga podrida, sin notorios efectos.
CHRIS: ¡¿Esa era tu magnífica idea?! ¡¿Y si acabamos sepultados vivos?! (le recriminó)
PEARL: Pensé que funcionaría…
CHRIS: Dios, ¡eres como tu tía Alice! (repuso con desgana)
SOLDADO: ¡Alto ahí, escoria Halliwell!
CHRIS: ¡Joder!
Chris levantó sus brazos, usando su telequinesis para estrujar la podrida viga. En cuestión de segundos empezaron a caer tierra y rocas, sepultando al soldado y cortando el paso en aquel punto.
PEARL: ¿Conque acabaríamos sepultados, eh? (dijo sonriente)
CHRIS: Eres una inconsciente… (respondió enfadado, acusándola con el dedo)
Miré con desdén alternativamente a Chris y a Pearl, aunque no debieron darse cuenta por la oscuridad. Seguimos adelante por el túnel, tranquilos porque ya nadie nos perseguiría, y entonces me fijé en la luz que llegaba del techo a lo lejos.
SUMMER: ¡Mirad! Es la luz de la luna.
CHRIS: Ahí debe estar la salida. ¿Cómo de lejos estamos del arroyo?
SUMMER: Como a unos 20 metros al oeste. Puede verse desde el cobertizo.
CHRIS: Bien. Voy yo primero. ¡Y no hagáis ruido! (nos advirtió en un tono paternal muy molesto)
PEARL: Sí, papá… (respondió aburrida, y pude ver que entornaba los ojos)
Chris me devolvió el teléfono y se acercó a la escala que había en la salida. Intentó levantar la trampilla, pero estaba demasiado vieja y oxidada como para moverse, así que la arrancó con su telequinesis orbitacional. Tras subir todos los peldaños, se agachó y nos ayudó a subir hasta el cobertizo. Se dispuso a abrir la puerta y salir, pero entonces me fijé en el soldado que se aproximaba desde el exterior.
SUMMER: ¡Cuidado Topher! (grité aterrada)
El soldado comenzó a disparar su ametralladora, y Chris, instintivamente, se echó sobre Pearl y sobre mí para protegernos del fuego. Desde el suelo, pude ver cómo Elyon se le acercaba por detrás al soldado y le rompía el cuello.
CHRIS: Agh…
SUMMER: ¿Topher?
PEARL: ¡Tío Chris! ¡Tío Chris!
Elyon se acercó y giró el cuerpo de Chris para dejarnos salir. Yo enseguida me agaché a su lado.
SUMMER: ¡Topher! ¿Estás bien? ¡¿Qué te pasa?! (dije aterrada)
CHRIS: Agh… No… puedo… respirar…
ELYON: Una de las balas le ha perforado el pulmón, Christopher Perry Halliwell. La sangre es oscura, creo que hay otra bala en su hígado. No aguantará mucho así.
CHRIS: Mar… chaos. La barrera… la barrera del inframundo…
PEARL: Tío Chris… (balbuceó entre lágrimas)
CHRIS: Dejadme… aquí. La barrera… está a punto de caer. Os… retrasaría…
SUMMER: No. ¡NOOOOOOO! (grité desconsolada)
Elyon cogió en brazos a Chris sin apenas dificultad. Las fuerzas parecían abandonarle segundo a segundo…
ELYON: Rápido, familiares de Christopher Perry Halliwell. He visto los primeros destellos del hechizo junto al arroyo.
Elyon me miró a los ojos, y asentí. Sabía que a pesar de todo, no podíamos perder más tiempo, y debíamos actuar rápido. Cogí la mano de Pearl, que tenía la mirada perdida, y seguí corriendo a Elyon hacia el arroyo mientras oía el silbido de las balas a mi alrededor. Una intensa y cálida luz verde nos rodeó por completo, alejándonos del peligro.

Estaba un poco mareada por el hechizo de transporte. Cuando pude enfocar bien la vista, pude ver que nos encontrábamos en el centro de una pequeña cueva penumbrosa, y que una decena de personas, aparentemente demonios, nos rodeaban con bolas de energía en la mano.
SASHA: ¡Identificaos! (gritó apremiante)
ELYON: El guerrero Elyon T’Neprees, canciller Sasha. Traigo conmigo a los brujos Summer Lauren Wilcox, Pearl Willa Halliwell y Christopher Perry Halliwell, que requiere atención médica urgente.
SASHA: ¡¿Dos Halliwells?! ¡Llevadle de inmediato con los luces blanca!
Sasha hizo una señal, y dos de los demonios se apartaron. Elyon fue corriendo por el hueco que habían dejado, y yo le seguí, hasta que llegamos a una tienda vieja y raída, como aquellas que usaban los indios. Elyon dejó el cuerpo de Chris sobre un colchón viejo en el suelo y entonces se acercó una mujer mayor vestida con una toga blanca.
LUZ BLANCA: ¡Apartaos! ¿Qué le ha sucedido?
ELYON: Disparos de bala en el pulmón izquierdo, hígado y pierna derecha. Lleva inconsciente un par de minutos.
La luz blanca puso sus manos sobre el abdomen de Chris, y estas empezaron a brillar. Las movía lentamente sobre todas sus heridas, pero no sucedía nada.
SUMMER: ¿Qué pasa? ¡¿Por qué no sucede nada?!
LUZ BLANCA: No lo sé. Parece como… si hubiese llegado su hora.
SUMMER: ¡NOOOOO! ¡NO PUEDE SER, NOOOO! ¡TOPHEEEEEER!

ELYON: Aquí estáis, Summer Lauren Wilcox.
Elyon me ofreció un trozo de cecina, pero negué con la cabeza. Seguí mirando aquel poblado de tiendas y chabolas que se encontraba bajo el desfiladero en el que me encontraba.
SUMMER: Gracias, no tengo hambre.
ELYON: Como deseéis.
Elyon cogió el trozo y lo devoró de un bocado. Yo seguí mirando el oscuro horizonte.
SUMMER: ¿Crees en el destino?
ELYON: Creo que cada uno construye su propia vida, pero aun así hay ciertas cosas que son inevitables según cómo se desarrollan los acontecimientos. En respuesta a vuestra pregunta, sí, creo en el destino.
Comencé a reírme. No era una risa alegre, sino nerviosa. Una risa descontrolada que no hacía más que hacer que llorase aún más.
ELYON: Disculpe, ¿he dicho algo gracioso?
SUMMER: ¿Alguna vez Topher… Christopher te habló de mí? ¿De lo que podía hacer?
ELYON: Christopher Perry Halliwell no era una persona muy habladora. Pero sí que me habló una vez de por qué os buscaba. Había un poder oculto en vos que os permitía viajar de forma descontrolada sobre el tejido del tiempo.
SUMMER: Así es. Vaya maravilla de don, ¿verdad?
ELYON: Cada don existe por un motivo. Todo existe por un fin, incluso la magia que no comprendemos.
SUMMER: Es que… ¡No sé qué hacer! Sé lo que va a pasar, ¡siempre! Pero no sé qué hacer para evitarlo. Por más que intento cambiar las cosas, todo sigue su curso…
ELYON: El destino es caprichoso. Se comporta como un bloque de arcilla fresca cuando es desconocido, capaz de recibir infinitas formas a placer, pero una vez conocido se vuelve inflexible y rígido como el diamante.
SUMMER: Creo… creo que lo entiendo. Creo que ya sé que hacer.
ELYON: Me alegro. Espero que encontréis vuestro camino, noble Summer Lauren Wilcox.
SUMMER: ¿Y tú qué vas a hacer?
ELYON: Estaba predestinado a luchar por mi vida contra Christopher Perry Halliwell. Con la muerte de mi gran adversario, mi existencia ha perdido su sentido. Supongo que lo único que podrá calmar mi dolor es proteger a la familia de Christopher Perry Halliwell, Pearl Willa Halliwell.
Me acerqué un poco y besé en la mejilla a Elyon.
SUMMER: Mucha suerte, Elyon. Eres un buen hombre…
Elyon asintió levemente, y yo cerré los ojos, dejándome invadir por aquella vibración que se desplazaba desde la punta de mis dedos.

La muerte de Chris arrancó de mi alma los últimos pedacitos de esperanza que me quedaban. Creía que, a pesar de todo, mi destino estaba entrelazado con el de Chris, pero me equivocaba. Cuanto más me mezclara en su vida, más le destruía. Pero él no podía evitar seguir buscándome una, y otra, y otra vez, hasta los confines del mundo. Intenté por todos los medios ocultar mi presencia, convertirme en un fantasma, pero él, a pesar de todo, seguía buscándome. Cada país, cada continente… Cada semana, cada mes, cada año… Nunca era suficiente para él. Siempre me perseguía, y yo, desde la distancia, podía ver su dolor con los ojos llenos de lágrimas. Quería tenerle a mi lado, pero sabía que aquello no podía ser, por su bien. El destino era tremendamente cruel conmigo, y me obligaba a serlo con Chris en respuesta. Pero si no podíamos estar juntos, ¿qué podía hacer yo para que fuese feliz? ¿Cómo podía asegurarme de que llevase una buena vida, alejada de mi recuerdo?

Sentía la nieve caer lentamente sobre mi pelo, deshaciéndose casi inmediatamente. Aquella parecía una noche mágica, y realmente lo era, pues no necesitaba mirar el reloj: 14 de Febrero de 2036, la noche siguiente a mi ataque. Era una ironía que, después de todo, aquella fuese la primera noche.
Las parejas paseaban por la calle, agarradas de la mano, abrazadas… Se respiraba el amor y la esperanza. Cosas que ya sabía imposibles para mí. A veces sentía cómo ellos me observaban ocasionalmente, reflejando en su rostro la lástima por mi soledad. Pero, a pesar de todo, era feliz.
Llegué a Lincoln Park, y encontré mi banco ocupado por una pareja de enamorados que hacían un picnic. El hombre se arrodilló en el suelo, abriendo una pequeña cajita con un anillo en su interior, mientras la mujer agitaba las manos emocionada y comenzaba a llorar. Sonreí al verlos, y me alejé lentamente en la oscuridad.
Cogí un momento el reloj del abuelo y miré la fecha, pensando lo cerca que estaba de mi objetivo…

CHRIS: ¡Espera! ¡Espera! (gritó a lo lejos, forzándome a darme la vuelta)
SUMMER: ¿Qué? (repuse incrédula)
CHRIS: Tu reloj, se te ha caído. Un momento… ¿no eras tú…?
No podía permitirlo, no podía empezar todo de nuevo. No era justo para él, ni yo era capaz de soportarlo.
SUMMER: (interrumpiéndole) Déjalo, por favor. No digas nada…
CHRIS: Pero…
SUMMER: Dejémoslo en que un reloj cayó al suelo y el tiempo siguió su curso.
Me di la vuelta, y me alejé. Sentí cómo Chris me seguía, incapaz de aceptar mi respuesta. Empecé a correr, mezclándome entre la multitud, y me deslicé hasta ocultarme en un fotomatón, esperando que pasase de largo.
Tras un par de minutos esperando, respiré aliviada. Entonces oí un craqueteo metálico, y pude ver cómo Chris se colaba en el fotomatón y se sentaba a mi lado.
SUMMER: ¡¿Qué haces?! ¡No!
CHRIS: ¡Ey! Espera un minuto, es de mala educación marcharse cuando van a hacerte una foto.
Chris alzó su mano, haciendo el gesto de la victoria, y sonrió.
#1
CHRIS: Mira, parece que estás cabreada conmigo y lo entiendo, pero…
SUMMER: No, por favor. No quiero saber más…
CHRIS: ¡Pero yo sí! ¿No merezco una explicación? (insistió ofendido)
#2
SUMMER: Yo me largo de aquí…
Hice ademán de levantarme, pero entonces Chris puso su mano sobre mi hombro.
CHRIS: Por favor, aún quedan tres fotos…
Miré hacia arriba, pensativa, mientras sentía la persistencia de Chris a mi lado.
#3
SUMMER: Está bien. (resoplé resignada) El más maravilloso de los dones puede llegar a convertirse en la más aterradora de las maldiciones.
CHRIS: No entiendo qué pretendes decir.
Saqué la lengua, y Chris saludó con la mano.
#4
SUMMER: He visto tantas cosas que no puedo contar. Amar y perder, para volver a empezar una, y otra, y otra, y otra vez… Estoy cansada de sufrir.
Me giré y besé los labios de Chris, aguantando las lágrimas en los ojos.
#5
SUMMER: Hasta siempre, desconocido.
Chris me miró desconcertado, con la mano aun en sus labios. Cogí la tira de fotografías y sonreí al ver esas cinco imágenes.
CHRIS: Ey, ¡tu reloj! (insistió con él en la mano)
SUMMER: Quédatelo, allá donde voy no lo necesito.
Introduje la tira de fotografías en el bolsillo de su camisa y me alejé lentamente, mientras sentía cómo vigilaba mis movimientos al alejarme, sin moverse del sitio. Mi pecho comenzó a agitarse con fuerza, pero ahora no era doloroso. Esta vez era como reunirse con un viejo amigo…

13 de Febrero de 2036. El cielo estaba empezando a oscurecerse ya, pero en gran parte era debido a los negros nubarrones que lo surcaban. “Se acerca una tormenta”, susurré apenas inaudible. En el aire se respiraba el dolor y la tragedia.
Escondida en una esquina, pude ver cómo Chris y su hermano Wyatt se aproximaban, charlando despreocupados mientras se encaminaban hacia la nave industrial en la que recogerían a Nellie para llevarla de vuelta a casa. “¿Qué podía hacer que dos hermanos que parecían quererse tanto acabasen con tanto odio y rencor?”, pensé entristecida. Antes de poder abrir la puerta, mi otro yo abrió de golpe y se chocó contra Chris, cayéndose en el proceso el reloj del abuelo. Chris se agachó con rapidez, pero mi otro yo fue más rápida y lo cogió antes.
CHRIS: ¡Oh, lo siento mucho! Íbamos con prisa, y no he mirado ni por donde ando…
Chris miró a los ojos de mi yo pasado con expresión de cachorrito desvalido, y a continuación le dedicó una tierna sonrisa. Mi yo pasado respondió con una mirada agria y, sin decir una palabra prosiguió su camino, dándole un topetazo con el hombro en señal de venganza y cuidándose de esquivar a Wyatt.
CHRIS: ¡Oye! ¡Que he dicho que lo sentía!
WYATT: ¡Y tú le has jodido su reloj antiguo, cenutrio!
Wyatt elevó la mano con rapidez y le atizó una buena colleja a Chris, que no lo esperaba en absoluto.
CHRIS: Agh… es verdad. Quizá debería ir a pedirle disculpas, y pagarle la reparación. ¿Verdad?
WYATT: No sé… ¿tú que crees? (respondió irónico)
Me deslicé por el callejón mientras discutían, procurando que no me viesen, y me dispuse a seguir a mi otro yo. En esta ocasión sabía perfectamente a dónde ir: la oscura plaza entre callejones.
Llegué con rapidez, y me oculté tras un viejo coche abandonado. Mi corazón casi se me sale del pecho al divisar a aquel individuo de la sudadera, escondiéndose en la esquina del otro callejón de salida que había al fondo. Mi yo pasado llegó unos segundos después, con el rostro blanco por el terror. Ella ya sabía que algo malo iba a pasar. Caminó lentamente, haciendo resonar ligeramente sus pisadas sobre los pequeños charcos del suelo, cuando de repente el individuo de la sudadera golpeó el suelo con la mano y la tierra se removió violentamente. Mi yo pasado se giró un segundo y no vio a nadie, pero al volver a mirar al frente se encontró al individuo de la sudadera dispuesto a atacar. Sus manos, cubiertas por guantes, se introdujeron en uno de los bolsillos de la sudadera y sacaron un afilado áthame.
SUMMER (pasado): ¡Jo… joder! Ey tío, tranquilízate… (dijo suplicante mientras daba pasos hacia atrás)
Mi yo pasado pilló una piedra del suelo y se la tiró con todas sus fuerzas, y entonces se dispuse a correr en la dirección contraria, pero antes de poder dar apenas un par de zancadas apareció de nuevo enfrente suya, con tanta rapidez que no me pude fijar en cómo lo hizo. Él (o ella) se abalanzó contra mi yo pasado mientras empezaba a gritar aterrada.
WYATT: Ey, ¿no has oído un grito? (dijo señalando en mi dirección)
CHRIS: ¡Eh, tú! ¡Déjala y métete con alguien de tu tamaño!
El individuo de la sudadera salió corriendo al sentirse amenazado por los Halliwell, que lo siguieron a toda velocidad. Mi yo pasado permanecía tumbada en el suelo, sujetándose con la mano el sangrante abdomen que aún sostenía el áthame. Yo salí de mi escondite y me acerqué lentamente, hasta arrodillarme a su lado.
SUMMER: ¡Shhh! No te preocupes, todo irá bien…
Sostuve su mano entre las mías, sintiendo cómo vibraba con fuerza. Ya había empezado.
SUMMER (pasado): No… ppor fffavor… (suplicó)
SUMMER: Lo siento, Summy. Es lo mejor… (respondí entre lágrimas)
Acaricié el rostro de mi yo pasado, sintiendo la vibración bajo mis dedos. Agarré el mango del áthame, lo saqué con cuidado y, llena de temor, lo hinqué de nuevo una, dos, tres, cuatro, y hasta cinco veces en su abdomen. Ella no lo esperaba, sus ojos parecían gritar sobre los míos “¿Por qué…?”. Y la respuesta era simple: no podía cambiar mi destino, pero podía destruirlo.
Sentí cómo su cuerpo dejaba de vibrar, y entonces noté como si recibiese un fuerte empujón contra el suelo. Al abrir los ojos, noté que era yo la que estaba ahí tirada, desangrándose y con sus últimos suspiros de vida. Sonreí al ver acercarse a Chris por última vez, como si viniera a despedirme.
CHRIS: ¡Oh no! ¡Oh no! ¡Espera, por favor! ¡No te mueras! (suplicó nervioso)
Chris puso las manos sobre mi abdomen, intentando detener el flujo de sangre, pero era imposible.
CHRIS: Mierda. ¡Mierda! Aún… no sé curar. (reconoció impotente)
SUMMER: ¡Shhh! Mi querido To… pher. Ttttran… quilo. Está… bien. (balbuceé con dificultad)
CHRIS: ¡Wyatt! ¡WYAAAAAAT!
SUMMER: Debbbbo ir… me. No pue… des hacer na… da. Essss mi… hora.
CHRIS: ¡No! No te rindas, Wyatt está a punto de volver y te sanará.
SUMMER: Es igual. No… pueddddes salvar… me. ¿Pero ha… rías una cccosa ppppor… mí?
CHRIS: Dime.
SUMMER: Bé… ssssame.
CHRIS: ¿Qué? (dijo sorprendido)
SUMMER: Bbbesame. Una úl… tima vvvez.
Chris agitó la cabeza, confuso, pero juntó sus labios con los míos con cuidado. Yo al fin me sentía tranquila, feliz, en paz. Porque no importaba nada ya. Tenía todo lo que quería, y todo lo que quería era a él. Morir por él, aunque no me recuerde. Mis ojos no podían evitar llorar, clavados sobre los suyos. Nunca sabrá quién soy, pero nunca nadie le amará igual.

Había pasado apenas un día, pero parecía una vida entera. Mi amiga Grace se alejaba llorando intensamente, arropada por el encantador Freddie Spears, cuando llegó Chris Él llevaba un traje negro, el mismo que había usado para el funeral de su tío Westley y de su prima Helen. Un traje que había cargado con un inmenso dolor, pero que ahora despedía a una persona completamente desconocida: a mí. Chris se acercó a la tumba recién cavada y depositó un ramo de peonías. No lo sabía, pero eran mis favoritas.
RACHEL: Chris, ¿estás bien?
CHRIS: No lo entiendo. Ella me conocía, pero yo…
BOBBIE: No debes culparte. A veces no podemos salvarlos a todos. Lo sé.
CHRIS: Ya. Pero… a pesar de todo, no puedo evitar sentirme mal. Como si hubiera perdido a alguien importante, alguien cercano.
RACHEL: Ella fue una de los 927 secuestrados por Red Swan. Tantos meses cautiva, para un final tan trágico…
BOBBIE: Es culpa de Red Swan. Culpa de Karen Andrews. Alguien debe enseñarle de una vez por todas que no puede hacer lo que quiera…
Rachel miró a su novia, entre orgullosa y aterrada. Ambas entrelazaron sus manos y se alejaron, pero Chris no. Chris permaneció unos instantes más observando las letras de mi lápida, un nombre tan ajeno como familiar. Introdujo la mano en el bolsillo de su chaqueta, sorprendiéndose al encontrar un extraño reloj que antes no estaba, el reloj del abuelo. Entonces se llevó los dedos a los labios, recordando aquel beso que le pedí. Nuestro último beso, nuestro único beso.

Y así fue como con un único beso mi vida cobró sentido. La historia de un amor que me cambió por completo. Un amor que nunca existió.
Escrito por Marlop88



2 comentarios:

  1. Cuando suben elñ proximo capitulo?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Ulasiiox! Todo depende de cómo le vaya a LQSA_Recio escribiendo, ya que es su turno, pero seguro que estará mucho antes de que acabe este mes.

      Eliminar