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2x16 LAS PUERTAS DEL INFIERNO

La noche anterior, Bobbie se había quedado a dormir en la habitación con Rachel, ya que Henry se había mudado y había una cama libre. Aquella noche ninguna de las dos logró dormir. Después de lo ocurrido con los poderes de Bobbie todo había cambiado, y ahora habían decidido ser formalmente novias. Rachel estaba en la parte derecha de la cama con su brazo apoyado en las sabanas, observando a Bobbie, que trataba de dormir pues estaba bastante cansada, aunque se sentía muy feliz. Por fin, las dos tenían claros sus sentimientos. Por fin, la familia lo sabía. Por fin, todo era perfecto... perfecto.

RACHEL: Bobbie... Bobbie... Despierta, es hora de desayunar.
BOBBIE: (Se despereza) ¿Ya? Uh... qué dolor de cabeza... (Pone sus manos sobre su pelo)
RACHEL: (Se levanta y va hacia ella) ¿Quieres que yo te traiga el desayuno aquí?
BOBBIE: No gracias, ya me levanto yo.

Rachel se sienta junto a ella en la cama.

RACHEL: Oye, en serio, ayer me costó lo mío convencerte para que te quedases aquí a dormir. No seas tan tímida para estas cosas, que no molestas, ya te lo dije.
BOBBIE: Gracias, Rachel. Yo... La verdad es que esto es muy difícil para mí... No consigo asimilar aún todo esto de las brujas, los demonios, y los libros mágicos...
RACHEL: Es comprensible, ha sido demasiado rápido y lo has debido pasar fatal. (Coloca su mano en el rostro de la otra y la acaricia suavemente) Pero al menos no estas sola.

Bobbie se incorporó, quedando sentada pero con sus piernas aún tapadas por las sábanas, y cogió la mano de su compañera para apretarla en signo de cariño mutuo. Rachel le correspondió, acariciando su largo pelo, para después irse acercando poco a poco, lentamente. Sus cuerpos no se tocaban, pero casi se rozaban... Sus ojos se cruzaron en una profunda y sincera mirada. Ya casi podían notar el cálido aliento de la otra en su piel. Bobbie pasó suavemente su mano por el cuello de Rachel, y ésta entrecruzó sus brazos en el cuello de Bobbie. Las dos cerraron los ojos, y sus labios se rozaron en un instante casi imperceptible. Entonces, la puerta de la habitación se abrió.

MELINDA: ¡Buenos días! ¿Que tal está Bobb...?

Melinda apareció con una bandeja que contenía un vaso de leche caliente, unas galletas con chocolate, y algunos otros dulces más.

MELINDA: Oh, vaya... ¿Interrumpo algo?

Rachel y Bobbie se separaron algo nerviosas. Rachel se giró a ver a su prima.

RACHEL: No, no estábamos haciendo nada del otro mundo. (Dijo tratando de disimular)
MELINDA: (Algo arrepentida) Lo siento, no era mi intención interrumpiros. Esto... toma Bobbie, te he preparado el desayuno.

Rachel se levanta, coge la bandeja y la deja encima de una mesita de noche que estaba cerca de la cama de Bobbie. Después se vuelve a sentar junto a ella.

BOBBIE: Gracias Melinda, no tenías por que haberte molestado. De verdad, no quiero ser un estorbo, ya os he dado suficientes problemas como para ser ahora una carga... (Bajó la cabeza)
MELINDA: ¡No seas tonta! No molestas, la que molesta soy yo. De verdad, es que soy taaan oportuna... En fin, lo siento de veras.
RACHEL: No te preocupes prima, no es nada. Ahora bajamos a desayunar.
MELINDA: (Retirándose hacia la puerta) Vale, no tengáis prisa (Sonríe, le guiña el ojo a Rachel y se va dejando la puerta cerrada)

James se encontraba sentado en su trono, apoyando los brazos muy relajados en el enorme sillón. Había una gran mesa larga de estilo gótico con tonos negros y rojos, hecha de hierro y cristal, que se extendía casi hasta el final de la inmensa sala. En aquella mesa se encontraban los más poderosos representantes de cada facción demoníaca que estuviese de parte de James. Por supuesto, éste se encontraba en el extremo de la mesa, presidiendo y observándolo todo. Junto a él, a su izquierda, se encontraba Nahia, la única demonio mujer allí presente, la cual representaba a las Rosas Negras, un grupo de mujeres demoníacas que evidentemente eran odiadas entre la gran mayoría de los demás clanes demoníacos debido a sus objetivos, que eran acabar con los demonios hombres que lideraban el inframundo y hacer a las mujeres demonio con el poder. James hizo un pequeño gesto con la mano, y todos se mantuvieron en silencio.

JAMES: Bien... Os he reunido aquí para comunicaros un importante acontecimiento... (Sonríe) Se trata de Alice, una de las hijas de las legendarias embrujadas. Como ya os dije hace algún tiempo, estoy en vías de que Alice se pase a nuestro lado, convirtiéndose al mal y traicionando a su familia. Muchos de vosotros, diría que la mayoría, no confiáis en ella, ni creéis que yo pueda guiarla hacia los oscuros caminos del infierno, pero os diré algo: no me subestiméis... Pronto veréis vosotros mismos que Alice se encuentra entre mis brazos, y tendréis que obedecer sus ordenes, porque ella será vuestra próxima reina del inframundo.
JUNO: James, siento decirte que los licántropos y yo no te apoyamos en eso, no confiamos en esa niña. Creemos que puede usar su futuro conocimiento sobre nosotros para traicionarnos y acabar con todos nosotros junto a su familia.

Todos se miraron los unos a los otros y comenzaron a charlar. De repente, el representante de los demonios del sueño intervino algo enfadado.

ORPHEN: ¡Eso es! Además... nosotros no sabemos si es seguro confiar en alguien que confía en la líder de las Rosas Negras... ¿No es eso una organización de mujeres que quiere hacerse con el poder? ¡Ella no debería estar aquí! ¡Es una amenaza para nosotros, James! ¿¡Cómo podemos fiarnos entonces de tu juicio ante Alice sabiendo esto, eh!?

Nahia miró con odio a Orphen, pero siguió con los brazos cruzados, manteniendo el silencio y la paciencia mientras observaba la escena. Los demonios empezaron a hablar y discutir, a veces gritaban también. Unos señalaban a James, otros a Nahia, y otros se mataban entre sí por solo querer estar por encima de su contrario en esta discusión. James levantó una ceja y mantuvo los ojos entrecerrados, esperando a que los estúpidos de sus súbditos se tranquilizasen, o alguien diese otra opinión, Miró por un momento a Nahia, con una sonrisa un tanto extraña que a ella no le agradó demasiado. Después, dirigió su mirada a otro demonio que parecía querer decir algo.

NEIL: ¡Callaos ya! ¡Parad, hay que organizarse! (Todos parecieron tranquilizarse, era algo difícil discutir al líder de los demonios superiores cambiaformas) Yo estoy de acuerdo con Orphen. ¡Ella debería ser expulsada de esta reunión! ¡Es un peligro! ¡Es una zorra estúpida, que se cree que las mujeres son superiores a los hombres, y pretende hacerse con el poder! ¡Hay que acabar con ella!

Nahia se levantó del sillón de forma muy brusca y lo fulminó con la mirada. Acto seguido, levantó su mano hacia él, y de repente el demonio comenzó a gritar y gemir de dolor ante la mirada atónita de todos los presentes.

NEIL: ¡¡Aarrggg!! ¡¡Fuego, fuego!! ¡¡¡¡Aahhh!!!!

Pero no había fuego alguno, era una ilusión que Nahia había creado. Sin embargo, el demonio cayó de rodillas en el suelo, con sus manos en la cabeza, haciendo mucha fuerza mientras cerraba los ojos por el dolor.

NEIL: ¡¡Aaarggg!! ¡¡¡Maldita seas!!!

Entonces, el demonio explotó.

NAHIA: Sin ofender, estúpido. (Dijo muy seria, y se volvió a sentar)

Tras eso, todos los demonios se revolucionaron, gritaron muy cabreados y de nuevo comenzaron a luchar por defender sus diferentes ideas y aniquilar las contrarias. Bolas de energía, bolas de fuego, flechas negras, espadas, garras, y todo tipo de armas y poderes se encontraron en un pequeño instante. Varios demonios trataron de atacar a Nahia, pero ésta logró esquivar sus ataques con maestría. James, cansado de tanta estupidez, se levantó cabreado, lanzó una gran bola de energía que acabó con dos demonios a la vez y gritó, ordenando a todos que se callasen y se sentasen. Al parecer, todos hicieron caso, menos uno... que se abalanzó hacia la mujer. Los dos cayeron al suelo, ella debajo y él la cogía del cuello, apretándoselo con fuerza. Ella trataba de librarse. Hubo un instante en que James, que se encontraba de pie junto a los dos, miró a los ojos a Nahia, sin mover un dedo para ayudarla, y sonrió. Ella dejó de mirarle, y cabreada, se liberó de los brazos de aquel demonio, pegándole una patada en el estómago, aunque ella recibió un arañazo en el cuello. Entonces, James, antes de que Nahia se pudiese levantar para acabar con el agresor, cogió por el pelo al demonio, y lo levantó con fuerza, ignorando que ella siguiese en el suelo. Después atravesó al demonio con su brazo y acabó con su vida. Se frotó las manos mirando a Nahia en el suelo, en signo de superioridad, y se sentó en el trono.

JAMES: Tranquilos... Nahia es de confianza...  (Dijo irónico sonriendo) Sólo tiene mal carácter. Hay que enseñarla a respetarnos. (Volvió a sonreír) Nos será de gran utilidad entonces.

James sabía que Nahia no le podría contradecir, y que atacarle sería muy estúpido por su parte, ya que sería básicamente un suicidio. Nahia le miró con un gran odio. Quería matarlo allí y en ese mismo instante, pero sabía perfectamente que no debía hacerlo, al menos por ahora... Escuchó las risas de los demás demonios, era humillante... Entonces se levantó, se sacudió la ropa y se acercó a James, detrás del trono, para susurrarle algo al oído.

NAHIA: (Lo coge fuertemente por el brazo, y acerca sus labios al oído del demonio) Ten por seguro que esto no va a quedar así, James... Te arrepentirás de lo que has hecho...  (Lo suelta bruscamente, y desaparece entre sombras negras y moradas.)
JAMES: (Se ríe de forma prepotente y mira a los demás súbditos) Pronto aprenderá, y si no aprende... (Gira su mano y hace aparecer una bola de fuego enorme, con rayos azules electrizantes que la rodean y hacen pequeños sonidos como de cortocircuitos) Yo la obligaré a aprender...


Phoebe había salido un rato al parque. Se sentía bastante confusa. Toda la familia le ocultaba algo, lo sabía, lo sentía, estaba segura. Tanto misterio, tanta evasión... había algo que no cuadraba. Esto no estaba bien, necesitaba reflexionar. Se encontraba sentada en un banco, apoyando su espalda y brazos sobre el respaldo. Hacía viento. Una pequeña brisa revolvía su larga melena castaña. Se sentía bastante sola. Después de dejar de lado sus vasos de alcohol, le era mucho más difícil dejar de pensar en cosas tan complicadas para ella. Todo le parecía complicado. Ella veía a Rachel y Bobbie, o a Henry y su nueva novia y sentía unos celos horrendos acordándose de Owen, que la había abandonado sin apenas dar explicaciones en aquella pista de hockey. Suspiró.

PHOEBE: No lo entiendo, no logro entenderlo. Debo ser estúpida o algo parecido, porque no me cabe en la cabeza... (Se decía a sí misma) Llevo dándole vueltas y más vueltas, y no logro averiguar el por qué. Ahora entiendo el odio que le tiene tía Piper a los ancianos... (Añadió agachando la cabeza)

Dos pequeñas lagrimas se asomaron por sus bellos ojos. Se sentía fatal.

PHOEBE: ¡Owen! ¡Por qué! ¡¿Por qué?! ¡Dímelo! ¡Tengo derecho a saberlo! ¡Aún no lo entiendo, no puedo seguir así! (Gritó lamentándose mirando al cielo)

Apretó los puños, cruzó los brazos y luego subió sus pies al banco para apoyar sus codos en las rodillas y llorar desconsoladamente en medio de aquel solitario parque.

PHOEBE: Esto no, no... ¿Por qué tiene que pasarme a mi...? (Decía secándose las lágrimas un poco con las mangas)

Entonces, se escuchó detrás una débil órbita. Phoebe se secó las lágrimas y se giró.

En algún lugar del mundo ya había caído la noche. Los bosques, los cementerios y todos aquellos siniestros lugares se encontraban totalmente solitarios debido al frío y la superstición de los habitantes de aquella ciudad. Un hombre de pelo negro rizado, con algo de barba, caminaba tranquilamente justo en medio del asfalto. Su camisa negra de mangas cortas y sus pantalones del mismo color dificultaban poder verle en caso de atropello de algún coche que pasase por allí. Una luz extraña, como si se tratase de electricidad acumulada en una esfera, iluminó aquella avenida. Esa luz flotaba sobre la palma de la mano de aquel misterioso hombre, y su rostro, falto de bondad o de inocencia, se iluminaba con el color azul de la electricidad, mostrando en su mirada el deseo de venganza. De repente, se escuchó un fuerte pitido de un camión, que pretendía avisar al hombre de que se apartase para no ser brutalmente atropellado. Pero éste, con total tranquilidad, se giró hacia el camión, que en un desesperado giro para intentar esquivar a esa persona, se volcó destrozando varias casas, y arrastrándose hacia el chico sin poder frenar. En un movimiento rápido y seco, aquella bola eléctrica azul que tenía en la palma de la mano se abalanzó contra el camión, haciéndolo explotar en mil pedazos. Aquel hombre desapareció, dejando un rastro de pequeñas luces negras y azules oscuras. Aquella calle se consumió en el fuego, destrozando la vida de decenas de familias.

En un pequeño apartamento en Nueva York...

MARVIN: Bueno, esta será nuestra pequeña estancia.
PRUE: Está bien. Es pequeño, pero supongo que para dos personas es suficiente.
MARVIN: ¿Lo has decidido ya?
PRUE: (Pensativa) No. Aún no. Es complicado, necesito tiempo.
MARVIN: Pero no demasiado, Prue. Sabes que si tardas, empezarán a preguntar por ti. Tienes que decírselo ya.
PRUE: ¡Marvin, se lo diré cuando yo crea oportuno! ¿Estamos? Tengo muchos años, y hasta ahora mis decisiones han sido relativamente buenas. Sé cuidarme sola. No me controles, no lo soporto. (Dijo apartándose de él)
MARVIN: Está bien, tranquila. Baja los humos. (Dijo sentándose en el sofá) Tendremos que aprender a llevarnos mejor, vamos a estar aquí mucho tiempo.
PRUE: Lo sé, y tenemos que organizarnos para no ser descubiertos, o tendremos problemas. No quiero volver a pasar por esto.
MARVIN: (Suspira) Ya, será inevitable. Pero intentaremos ser precavidos.
PRUE: Nada es inevitable si realmente tratas de evitarlo con conciencia.

Al día siguiente por la mañana, Rachel asistía al trabajo. Le estaba costando bastante acostumbrarse a su nuevo compañero “Bobby”, y le resultaba muy extraño. Pasó su identificación por el escáner y entró en la misma sala de siempre. Allí le esperaba él.

BOBBY: Buenos días, Rachel. Muy puntual...
RACHEL: Buenos días. Lo soy desde que tuve aquel problema con la maquinita de la puerta de entrada. (Dijo algo desganada)
BOBBY: Ah, ya... He estado adelantando trabajo. Todo lo tienes ahí, en el cuaderno de apuntes.

Rachel cogió dos barras de metal y apretó un botón que tenía la barra de su mano derecha. Entre los dos metales apareció una pantalla virtual que poseía apuntes de la última hora de trabajo. La chica abrió los ojos sorprendida.

RACHEL: ¡¿Le has añadido 3 gramos de sulfuro de plomo?! ¿¡Tres gramos!? (Se acercó al experimento y observó que no se movía, estaba totalmente paralizado como si se hubiese endurecido)
BOBBY: Es lo que leí en tus apuntes...
RACHEL: ¡No! (Dijo alterada) ¡¿Pero como..?! Eso no puede ser. (Le dio a otro botón y la pantalla se cambió, mostrando los apuntes de ayer) “Añadir sulfuro de plomo...” (Dijo leyendo) Bobby...
BOBBY: ¿Qué? ¿Ocurre algo?
RACHEL: No eran 3 gramos... eran 0.03 gramos... Has... has estropeado el trabajo de todo un mes...
BOBBY: ¿Cómo? No, eso no es posible. (Mira los apuntes) Es.. esto tiene que ser un error. Lo siento Rachel, no sé cómo... No entiendo...
RACHEL: Da igual. (Dijo soltando el cuaderno de apuntes) Estoy harta. (Se va hacia la puerta) No quiero un nuevo compañero, quiero a Bobbie. ¡No pienso trabajar así!

Al volver a casa, Rachel se había tranquilizado un poco. Dejó el coche en la Red Swan para volver caminando, y por ello estaba más tranquila. Tenía ganas de llegar para contárselo todo a Bobbie. O quizás no, no debía preocuparla por esas cosas. Mejor se lo contaría a su hermano. Entró, y después de saludar a Chris en el pasillo, subió las escaleras, dirigiéndose a la habitación.

RACHEL: Bobbie, ¿qué tal te...?

Bobbie no estaba. Rachel, alterada, bajó las escaleras y fue al salón, donde se encontraban Chris, Jared y Melinda.

RACHEL: ¡Dónde está Bobbie!? ¡No está, no está en la habitación! ¿Dónde está?
CHRIS: ¡Ey, ey, ey! ¡Tranquilízate mujer, que te va a dar un ataque! Estamos llenos de neuróticos en esta familia, empezando por mi madre... (Dijo riéndose)
RACHEL: Chris, venga. No estoy para bromas, en serio. Decidme dónde está. ¿Lo sabéis?
JARED: Se fue a su piso. Por lo visto se dejó algunas cosas.
RACHEL: Pero...
CHRIS: No nos ha dicho si vuelve o no, por si es lo que ibas a preguntar.
RACHEL: Sí, pero entonces...
MELINDA: Dice que está insegura, que cree que va a molestar, y prefiere pensárselo un poco. Ya le hemos aclarado que aquí ella no molesta, pero como ha insistido tanto... no la íbamos a obligar a quedarse.
RACHEL: Ya, pero es que si ella está...
CHRIS: Le hemos dicho que si tardaba mucho, que la recogíamos vía órbita.
RACHEL: ¡¡Queréis dejarme hablar!!?
DAG: Mmmm... Me encantan las galletas (Dijo viniendo de la cocina con Bianca en brazos) ¿Hay más? (Jared lo mira mal. Desde aquello que pasó, odia que Dag coja a Bianca, más que nada porque tiene celos)
RACHEL: (Suspira) Por favor, sólo quiero saber que está bien. Temo que se descontrole con sus poderes, o que alguien se entere y vaya a por ella. Necesito que si pasa más de una hora, me orbitéis a su piso.
CHRIS: Si, eso está hecho.

En el piso de Bobbie, todo estaba ordenado. Era una chica muy limpia y organizada. Tenía incluso las estanterías de libros divididas por género. Era un piso bastante pequeño. Entró en su habitación y dejó su pijama bien doblado sobre la cama. La noche anterior, al haber estado durmiendo en casa de Rachel, se había llevado el pijama. Su gato Spock dormía placidamente en su almohada. Era un gato también muy limpio, incluso más de lo normal.

SPOCK: Rrrrraaaww (Se desperezó, despertando de su sueño y apoyándose sobre sus patas traseras sentado en la cama)
BOBBIE: Sshhh... Duerme Spock, duerme. (Le dijo con cariño, Spock le respondió mirando a la chica mientras se lamía la patita)

Bobbie sonrió. Empezó a recogerlo y ordenarlo todo. Pese a que ya estaba la mayor parte ordenada, ella lo quería todo mucho mejor. Cuando terminó, estaba algo cansada, y su gato seguía mirándole fijamente con ternura. Ella volvió a sonreír y le hizo carantoñas. Después fue al baño.

BOBBIE: Tengo que ducharme, Spock. Quédate quieto, ¿vale? A las seis nos iremos a casa de una amiga. (Le dijo al gato)

Cogió la toalla y la ropa que iba a ponerse, y antes de desnudarse escuchó un ruido en la puerta. Entonces salió del baño, pasando por su habitación, y se asomó al salón, que es donde estaba la puerta de entrada.

BOBBIE: ¿Hola..? (Dijo algo nerviosa) ¿Hay alguien?

En la mansión de Chicago, Alice se encontraba aún en su habitación. Ya había pasado la hora de desayunar, y ella había pasado de bajar. No quería ni se encontraba de humor para estar con la familia en aquella mesa por la mañana, comiendo galletitas mojadas en leche. Se incorporó de la cama y se sentó mirando hacia su ropero. Escoger ropa... menuda rutina más estúpida y cansada. Cogería lo primero que viese en ese estúpido armario y se lo pondría. Total, si el objetivo es no ir desnuda, ¿qué mas dará? Se levantó para vestirse, abrió la puerta del armario y miró su ropa. Suspiró de mala gana, no tenía ninguna gana de vestirse... ¿Para qué? ¿Para salir? ¿A dónde? ¿Con quién? Bah...
Al final volvió a la cama, arropándose, de nuevo mirando hacia el ropero. Poco a poco volvió a cerrar los ojos, y de repente escuchó un leve ruido detrás suya. No quiso abrir los ojos aún.

JAMES: Hola preciosa...
ALICE: ¡James!(Se incorpora y observa que él está sentado en la cama de su hermana) ¡Dios, qué susto! ¿Cómo has entrado? ¿No te es suficiente con estar todos los días en mi tejado?
JAMES: Cariño, me encanta verte dormir. Estás tan guapa bajo esas sábanas...
ALICE: (Se sienta, y descubre su pijama azul) Muy sutil... Creo que no es necesario que te recuerde que, si te ven aquí, te matarán. ¿Verdad?
JAMES: (Se levanta y acaricia el pelo de la chica) Tranquila, sabes que tú nunca lo permitirías. (La mira a los ojos) Me amas demasiado...
ALICE: (Le sujeta la mano) James, por favor... aquí no...
JAMES: (Ríe) Está bien. Supongo que tendré que darte algo más de tiempo.
ALICE: Aún no sé que pensar. Estoy algo confundida.
JAMES: Por ti, esperaría toda una eternidad.
ALICE: Yo no dispongo de tanto tiempo
JAMES: Pero yo sí puedo dártelo, si tú quieres. Solo tienes que aceptar lo que es más que obvio, Alice: nos amamos. Nuestro destino es el mismo. Nuestros senderos deben unirse para formar un único y bello sendero, juntos...

Alice no supo qué responder. Esos ojos oscuros, ese cabello negro, esa mirada sensual, esa voz grave y profunda casi como un susurro... Se mantuvo callada durante unos segundos, y pronto algo interrumpió aquel momento.

PATRICIA: ¡¡Alice!! (Llamándola desde el piso de abajo) ¡Despierta! ¡Ya hemos desayunado todos menos tú! (Decía subiendo las escaleras)
ALICE: Es tarde. (Mira a James, que estaba a punto de besarla)
JAMES: (Suspira molesto) ¿Cuándo acabarán todas estas interrupciones, Alice? Te amo... Te deseo con toda mi alma. Quiero que seas mía... (Dijo amarrándola por la cintura y acercándose a su rostro) Te quiero, Alice...

Entonces la besó.

PATRICIA: ¿Alice? (Poco a poco se iba acercando a la habitación por el pasillo del piso de arriba) ¿No estás despierta?
ALICE: Corre, vete James. Estaré allí.

James se separa de ella y la mira a los ojos. “Espero verte donde ya sabes...”, fueron sus últimas palabras antes de fluctuar. Justo cuando desapareció, entró Patricia a la habitación.

PATRICIA: Alice, ¿estás sorda? Te he estado llamando un buen rato. ¿Por qué no contestabas?
ALICE: (Mirando hacia la ventana) No tengo hambre. Ya bajaré.
PATRICIA: ¿Te pasa algo?
ALICE: No me pasa nada. Ya bajaré. Baja tú.
PATRICIA: (Suspira) A veces me gustaría saber lo que piensas para ayudarte un poco. Deberías aprender a compartir las cosas y desahogarte un poco. No es malo contar los problemas, y si no quieres compartirlos con la familia y no son mágicos, podrías... plantearte ir a un psicólogo. Suelen ser de mucha ayuda.
ALICE: ¿Me estás llamando loca?
PATRICIA: (Sorprendida) No, no. Para nada, mujer. Yo solo...
ALICE: (Se levanta bruscamente de la cama) ¡A ti qué coño te importa lo que me pase! ¡Dejadme todos en paz! ¡Meteos en vuestros asuntos! ¿¡Por qué no te vas a llorar un poco al baño por lo de la mujer y el hijo de Alex y me dejas a mi tranquila!?
PATRICIA: Alice, eso ha sido un golpe bajo...
ALICE: ¡Pues te jodes! ¡Vete de una puñetera vez, urraca! ¡No soporto que estéis preguntándome a cada momento si estoy bien! ¡Tengo suficiente edad como para saber lo que hago!
PATRICIA: Mira, ¿sabes qué? ¡¡Eres una estúpida amargada!! ¡Estoy harta! Vengo a preocuparme por ti, y resulta que me vienes con estas... ¡Pues muy bien! ¡Espero que seas feliz estando sola!
ALICE: ¡¡Pues muchas gracias!! ¡¡Ya te puedes largar!!
PATRICIA: ¡Que te den Alice! (Se marcha con un portazo)
ALICE: Que te den a ti. (Dijo en voz baja)

Alice fue a su armario y se vistió. Sus típicos vaqueros y su jersey negro, que contrastaba con su pelo largo y rubio. Hizo su cama, recogió un poco su habitación y se sentó. Miró su mesilla y abrió un cajón. Ahí estaba, bajo algunos pañuelos, cuadernos y otras cosas, la daga. La cogió con su mano izquierda, y con la otra, cogió un pequeño cuadro que había encima del mueble. Al observarlo, se fijó en aquella foto de hace algunos años. Estaban todos allí: Henry, Rachel, Wyatt, Melinda, Phoebe, Patricia, Chris... y Helen. Suspiró, y miró los dos objetos que poseía. Aquel cuadro le hacía sentirse mal. Le resultaba triste, melancólico. Se sentía sola al ver la foto de todos estando juntos, y Helen viva. Ahora era todo tan distinto... En cambio, aquella daga le hacía sentirse bien, poderosa, dominante, viva... ¿Quizás feliz? Pero todo era tan confuso... En su interior, aunque le costase reconocerlo, sentía amor por todas aquellas personas que salían en la imagen del cuadro que sostenía, y la daga siempre había significado muerte y sufrimiento, aunque James...

El día anterior, en el parque...
Phoebe estaba sentada en el banco, reflexionando. Había empezado a llorar porque se sentía sola, desesperada y sin respuestas, pero entonces escuchó una órbita detrás suya. Se secó las lágrimas como pudo, y miró hacia atrás. Su corazón... no supo si se le había parado, o si latía tan rápido que no lo sentía. Era él.

PHOEBE: ¿Owen? ¿Eres tú? (Dijo sin poder creerlo)
OWEN: Si, soy yo.

Phoebe no dijo nada más, y se creó un incomodo silencio entre los dos. Ella temía que él viniese para explicárselo todo y después se marchase definitivamente y para siempre. Si ella había estado hace un instante quejándose de que aún no lo comprendía, y deseando verlo aunque fuese por última vez, era extraño o incluso “mágico” ver como aparecía de repente justo en ese instante. Pero a la vez tenía verdadero terror, miedo... pánico de perderle. No sabía que decir.

OWEN: Lo siento, Phoebe...

Se le aceleró el corazón. “¿Lo siento Phoebe?” ¿Se iba a despedir?

OWEN: Siento haber sido así de drástico, así de... cruel contigo. No pretendía hacerte daño, de verdad. Eso era lo último que hubiese deseado hacer...

Owen hablaba con bastante esfuerzo. Él tampoco sabía muy bien como decírselo, y ella no le ayudaba estando tan callada. Era un esfuerzo muy grande para él. Tenía que decírselo a Phoebe, y esperaba que lo comprendiese... Él sabía que lo que tenía que decirle no le gustaría nada ni a Phoebe ni a su familia, pero tenía que hacerlo. Debía hacerlo.

OWEN: ¿No dices nada?
PHOEBE: Yo... (Nerviosa. Suspira) Owen, yo... no sé por donde empezar...
OWEN: Di lo que sientes.
PHOEBE: (Lo mira a los ojos.) Owen...
OWEN:
¿Si?PHOEBE: Yo... no...
OWEN: (Se acerca a ella, y la mira con sus ojos claros) Dime, Phoebe.
PHOEBE: No quiero perderte... No quiero que te vayas. No quiero ni pensar que después de lo que sea que tengamos que hablar te marches y no vuelva a verte más. No lo soportaría.
OWEN: (Se quedó en silencio por unos instantes) Precisamente, he venido para hablar sobre ese tema.
PHOEBE: Lo sé, ya me lo imaginaba... (Dijo bajando la cabeza. Las lágrimas no aguantarían ya mucho tiempo, pronto caerían humedeciendo su rostro)
OWEN: Lo que tengo que decirte no es fácil para mí, y supongo que para ti tampoco...
PHOEBE: (Dos lagrimas caen por su cara lentamente, y suspira resignada, levantando la cabeza con esfuerzo para mirar a Owen) Di lo que tengas que decir... No hagamos esto más largo. (Dijo tragando saliva)
OWEN: Phoebe, te amo. Yo... no puedo vivir sin ti. Desde allá arriba siempre te vigilo, siempre estoy cuidando de ti. Estoy dentro de ti y de tu corazón. Veo como sufres, veo como tratas de olvidarlo todo usando la bebida y el alcohol para ahogar tus penas, y no puedo... No puedo...
PHOEBE: (Avergonzada) Owen, tienes que entenderlo. Estoy sola. No estoy orgullosa de lo que he hecho, nunca me ha gustado beber...
OWEN: Phoebe, no digas tonterías. Eso no debe preocuparte, eso es comprensible. Claro que es comprensible.
PHOEBE: No, Owen. Es algo de lo que me arrepiento.
OWEN: Phoebe... (La interrumpió)
PHOEBE: ¿Qué?
OWEN: Yo tampoco quiero perderte.
PHOEBE: …
OWEN: Voy a cortarme las alas por ti.
Phoebe se quedó sin palabras. El silencio inundó el parque, y sus miradas se cruzaron.

Bobbie decidió salir de su habitación. Ese ruido en la puerta no le había agradado demasiado. Cogió un paraguas, que fue lo primero que vio para defenderse, y se acercó a la puerta.

BOBBIE: ¿Quién es? (Volvió a preguntar)

El gato se bajó de un salto de la cama y la siguió muy de cerca. En ese momento, la puerta se abrió, rompiéndose en dos, y tres demonios aparecieron allí.

DEMONIO1: Hola, preciosa...
BOBBIE: ¡¡Aahh!! ¡¿Quiénes sois vosotros!? (Dijo caminando hacia atrás, con el paraguas en la mano para intentar defenderse)
DEMONIO2: Somos cazarrecompensas... ¿Sabes lo que significa? (Decía acercándose con decisión junto a sus otros dos compañeros)
BOBBIE: No, ni me importa. Dejadme en paz. ¡Salid de aquí!
DEMONIO3: Ssshhh... No hagas esto más difícil. Sólo queremos tu poder...
DEMONIO2: Eso es... Venimos a conseguir el poder de flora. Dánoslo y no saldrás herida... Bueno, solo un poco.
DEMONIO1: Jajajaja, vamos...

Bobbie intentó amenazarles con llamar a la policía, pero no funcionó. Uno de los demonios se colocó en la puerta, por si a la chica se le ocurría huir. Otro desapareció, y apareció tras Bobbie, para tenerla rodeada mientras que el último seguía delante suya. Bobbie temía por su vida. En unos instantes, pensó que si de alguna manera les pudiese dar el poder sin salir herida, se acabarían todos sus problemas. Pero no era tan tonta como para caer en esa trampa, aquellos hombres no la dejarían ir. Uno de ellos se abalanzó hacia Bobbie, tirándola al suelo y cogiéndola del brazo. Ella comenzó a gritar, mientras los otros dos se reían. El gato maulló con fuerza enfadado al demonio que estaba inmovilizando a su ama.

DEMONIO3: Oh, mira... un gatito enfadado... ¿Es tu guardián? (Decía riéndose)
BOBBIE: ¡Spock, vete! ¡Vete, cariño! (Le dijo a su gato)
DEMONIO3: ¡Jajajajaja! ¡¿Habéis visto eso, chicos!? Trata de salvar al gato, ¡en vez de salvarse ella! ¡Jajajajaja!

Spock maulló cabreado y se tiró sobre aquel demonio, que tuvo que soltar a Bobbie por los arañazos, y se puso a forcejear con él. El demonio fue mas fuerte y lo lanzó a la pared, para volver contra Bobbie. Esta vez, la cogió del cuello.

BOBBIE: ¡¡Aaaah!!
DEMONIO3: ¡Tú, estúpida! ¡Voy a acabar de una vez con esto!
BOBBIE: ¡No! ¡¡Aagg... ayuda!!

Una luz extraña de color lila ilumino la habitación.

DEMONIO3: ¿¡Pero que coño...!? ¡¡Ahh!!
DEMONIO1: ¡Mierda! ¡¡Uhhgg!!
DEMONIO2: No, no. ¡Joder! ¡¡¡Aahh!!!

Los tres demonios explotaron, pero Bobbie no vio nada. Estaba asustada y había cerrado los ojos. Cuando se dispuso a abrirlos, no pudo creer lo que estaba viendo.

BOBBIE: Oh, Dios mío... Tú eres...

En la oscuridad de una de las cuevas del inframundo, Nahia se encontraba sentada en un gran sillón. Sus súbditas no dejaban nunca de entrenar. Sabían que su objetivo era muy complicado, que tenían a gran parte del inframundo en contra de ellas. Por ello, apoyaban tanto a su líder, que había conseguido la confianza de La Fuente, y sabían que su “reina” conseguiría el poder que ellas, las mujeres demonio, tanto anhelaban. Pero Nahia sabía que las cosas habían cambiado. Ahora ella odiaba más que nunca a James. Había estado soportando su superioridad y egocentrismo hasta limites insospechados, actuando como si ella fuese una mera súbdita. Pero lo que pasó la noche anterior no iba a perdonárselo jamás... La humilló delante de todos aquellos demonios, y eso era el motivo de su ira... y su próxima venganza. Sabía perfectamente qué hilos mover, dónde tocar, dónde hacer daño: Alice. Y de todo ello, como buena y astuta líder, se encargaría de sacar provecho.

En la mansión de San Francisco...

CHRIS: Mamá, ya te he dicho que no lo sé.
PIPER: Chris, tu hermano ha estado aquí durante semanas encerrado en su habitación, sin hablar con nadie después de la muerte de Alison, y ahora hace días que no lo vemos. No ha vuelto, ¿y me estás diciendo que me tranquilice?
CHRIS: Sí, Mamá. Tranquilízate, Wyatt ya es mayorcito. Sabe cuidarse solo, y tú no estás para excitarte demasiado.
PIPER: ¡¡No me llames vieja neurótica, Chris, porque no lo soy!!
CHRIS: …PIPER: ¡¡Uh!! Sólo digo que quiero que te asegures de que está bien. La muerte de un ser querido puede afectarte mucho. Sólo quiero saber si está bien, nada más.
CHRIS: ¿Y por qué tengo que pagar yo siempre el pato?
PIPER: Porque lo digo yo, Chris. ¡Orbita tu culo hasta la China si hace falta, pero encuentra a tu hermano, y dime que está bien! ¡Vamoos vamoos, no tenemos toda la eternidad!
CHRIS: ¡Ya vaa ya vaa!

Chris desapareció orbitando, y fue a la mansión de Chicago. No iba a cargar él solo con el rollo de buscar a su hermano perdido.

CHRIS: Eh Rachel, ¿me ayudas a...?
RACHEL: ¿Y Bobbie, aún no la has recogido?
CHRIS: Oh, mierda...
RACHEL: ¡Chris!
¡Eres un desastre!
CHRIS: Se me ha olvidado por completo...
RACHEL: ¡Eso no son excusas!

Patricia bajó las escaleras y salió de casa sin despedirse. Todos se extrañaron un poco. Jared y Melinda se miraron, y Chris y Rachel se quedaron callados un momento.

DAG: ¿Cuándo vamos a cenar?
MELINDA: ¿Y éste? Todo el día queriendo comer.
JARED: Si no lo hubieras sacado de donde estaba... (Susurró)
MELINDA: ¡¡!! (Golpea a Jared) Dag, ven. Dame a Bianca.
DAG: Toma. (Le hace carantoñas a la niña y se la da) En serio, tengo hambre. Quiero probar más comidas de las que tú haces, Melinda. Me encantan todas.
MELINDA: Gracias (Sonríe)
JARED:  ¿Y no te encanta también limpiar o arreglar cosas? Podrías echar una mano en eso.
MELINDA: (Fulmina a Jared con la mirada) Dag, no le hagas caso.
RACHEL: Bueno Chris, venga ya. Vamos a por Bobbie. (Se agarra de su brazo)
CHRIS: (De mala gana, suspira) Christopher travels les desea buen viaje... (Orbita junto a su prima)

En casa de Bobbie...

BOBBIE: Eres... ¿Spock?
SPOCK: Sí, soy yo. No te asustes. (La ayuda a levantarse del suelo)
BOBBIE: Pero... tú... ¿No eras...?
SPOCK: Tienes mucho que aprender... No sólo tus poderes y los demonios son cosas mágicas y extrañas. También existen todo tipo de leyendas, seres y cosas que nunca podrías llegar a imaginarte. Entre ellas, estoy yo.
BOBBIE: Pero tú... ¿eres mi gato, Spock? (Preguntó atónita)
SPOCK: (Ríe) ¡Jajajaja! Sí, Bobbie. He estado siempre junto a ti para protegerte. Aunque no lo sepas, tu provienes de una familia mágica, tus padres eran brujos.
BOBBIE: ¿Cómo?
SPOCK: Tus padres eran brujos, y tú siempre has tenido poderes.
BOBBIE: ¿Yo? ¿Poderes? No, eso es imposible, yo solo tengo poderes por culpa del experimento de Karen.
SPOCK: No, verás...  yo he estado cientos de años junto a tu familia, y conozco prácticamente toda su historia. He estado aquí siempre para protegerte cuando llegase el día. Tus poderes fueron atados, y por eso crees que nunca has tenido poderes, porque tus padres te lo ocultaron. Pero Karen, con ese experimento, ha influido de alguna manera en tu ADN y ha desatado los poderes que tenías en tu interior, además de añadirte otros.
BOBBIE: Vale, me he perdido...
SPOCK: Bueno, no desesperes. Ya lo entenderás más adelante. De momento, lo más importante que debes saber es que no puedes revelarle a nadie nada sobre tus poderes.
BOBBIE: Sí, eso es lo que pretendo. No me gusta ir por ahí diciendo que tengo poderes mágicos, me tomarían por loca. De todos modos, Rachel es una buena persona, y me está ayudando mucho.
SPOCK: Lo sé, pertenece a la familia Halliwell. La conozco también.
BOBBIE: Si, así se apellida ella.
SPOCK: Ah, y otra cosa. No le digas a nadie yo soy que tu gato. Ni a Rachel.
BOBBIE: ¿A Rachel no? ¿Pero por que no pue …?
SPOCK: Hazme caso, a nadie. Sshhh....

Spock volvió a su forma felina, justo cuando unas orbitas azules aparecieron en el salón. Eran Chris y Rachel. Ésta, al observar los cuerpos de los tres demonios, se puso nerviosa.

RACHEL: ¡Bobbie! ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? (Corre hacia ella a abrazarla, nerviosa)
CHRIS: …
BOBBIE: Eh, no ha pasado nada.
RACHEL: ¿Cómo que no? ¡Mira esos tres demonios, han venido a atacarte! ¿Cómo los has vencido? ¿Te han hecho daño?
BOBBIE: No, no. No me han hecho nada, estoy bien. Pero prefiero no hablar del tema, estoy algo cansada...  (Dijo disimulando y mirando a su gato) ¿Nos podemos ir ya?
RACHEL: Ah, claro.
CHRIS: Conmovedor... ¿Nos vamos? Tengo cosas que hacer.
BOBBIE: Sí, vámonos. (Dijo cogiendo la maleta que ya tenía lista, y a Spock)
RACHEL: Muy bien, vamos.

Una semana después, Henry llegaba del trabajo. Ya era justo la hora de comer. Abrió la puerta de su nuevo piso y se percató de que olía muy bien a sopa de fideos con pollo. Cerró la puerta tras de sí, dejó su chaqueta en el perchero y entró al salón.

HENRY: ¡Ya he llegado!
ESTHER: ¡Hola Henry! (Dijo asomándose por el pasillo) Estoy terminando de hacer el almuerzo.
HENRY: ¡Genial, traigo mucha hambre!
ESTHER: Pues dentro de nada, estará listo.
HENRY: ¿Te ayudo en algo?
ESTHER: No, no. Tú quédate ahí, viendo la tele. Yo ya termino.
HENRY: Bueno, como prefieras.

Henry encendió la televisión. Más tarde, Esther y él comieron juntos y compartieron varias cosas sobre el trabajo, sobre gustos y aficiones que aún no conocían y varias cosas más. Henry a veces se paraba a pensar que esto era como un sueño, era algo increíble. Nunca se imaginó que sería el primero en independizarse de la familia y tener una relación estable. Todo era perfecto. Ella se portaba muy bien con él, y por supuesto él también con ella. Los días de diario por la mañana apenas se veían, así que los fines de semana aprovechaban, como hoy. De vez en cuando llamaba o visitaba a su familia, pero aquella semana decidió estar a solas con Esther. Se planteaba si pedirle algo, o no...

Era Sábado. Alice había estado esta última semana encontrándose con James cada vez que tenía oportunidad, y sus dudas iban tomando forma. En su mente, la idea de su familia y del antiguo cariño que había entre ellos estaba desapareciendo. Todo lo que James le había dicho parecía ser verdad. “No te quieren, no te aceptan como eres” “Eres especial, eres mejor que ellos y por eso te tienen envidia y hacen todo lo posible para arruinártela” “Fíjate bien, ni siquiera preguntan por ti, tú no te mereces eso” “Vamos, ¿cuánto hace que tu hermana no te da un beso? ¿O que tu prima Rachel entrena contigo? ¿O que Melinda te lleva el desayuno? ¿Cuánto?” Estaba encerrada en su habitación, sumida en sus pensamientos. Todo lo que tenía que ver con su familia le empezaba a repugnar, y sin embargo, todo lo que se refería a James, le agradaba. Había estado varios días aniquilando a demonios usando aquella daga que aún sostenía en su mano, algo manchada de sangre. De repente, vio una sombra delante de ella, reflejada en la pared. Miró hacia atrás y vio a una mujer rubia, con un traje negro de escote y unos tacones altos. Tenía los brazos cruzados y la observaba con sus ojos azules.

ALICE: ¿Que coño haces tu aquí?
NAHIA: Me encanta cómo recibes las visitas.
ALICE: Tu no eres bienvenida precisamente...
NAHIA: ¡Jajajaja! Sé que hemos tenido nuestras diferencias, Alice, pero estoy aquí para aclarar algunas cosas. Si me lo permites, claro.
ALICE: Pues mira tu por donde, no.
NAHIA: No hace falta que hablemos aquí. Hablemos fuera.
ALICE: A ver... ¿Qué parte de “no” es la que no entiendes?
NAHIA: Muy bien, tu te lo has buscado. (Sonríe) ¡Black!

Cuatro mujeres vestidas de negro aparecieron en la habitación de Alice, dispuestas a llevársela. Alice sujetó con fuerza la daga, se cortó un poco el dedo impregnando la hoja del cuchillo y se dispuso a luchar. Nahia permanecía al margen, observando cómo Alice trataba de defenderse. Entonces, Alice usó sus poderes de forma magistral, y se cargó a dos de las cuatro mujeres. Nahia se asombró, así que decidió intervenir. La habitación se volvió completamente oscura, era como estar en el vacío. Todo era negro y no había absolutamente nada. Ni paredes, ni muebles... nada. Sólo las dos mujeres que seguían atacando. Pero en ese momento, un haz de luz, como si fuesen hilos que flotaban en medio de la oscuridad, inmovilizó el cuerpo de Alice. Todo era una ilusión que Nahia había creado, y se había salido con la suya. Había secuestrado a Alice.

Mientras tanto, James esperaba impaciente en el sitio donde él y la “próxima reina del inframundo” habían quedado. Normalmente ella no llegaba nunca tarde, por lo que James se estaba cabreando. Entonces apareció delante suya una cara muy familiar, que le sorprendió.

JAMES: Vaya... ¿Cómo tú por aquí? Pensaba que estos oscuros lugares no eran muy de tu agrado. (Sonríe)
WYATT: Ahora sí lo son. (Dijo serio)
JAMES: ¿Y qué te trae por aquí, por el inframundo...? ¿Problemas familiares?
WYATT: Sabes muy bien que no, James.
JAMES: Oh, sería un gran honor que me lo explicases. (Vuelve a sonreír)
WYATT: Tú... tú me traes aquí... Tú y tus estúpidos súbditos, tú y tu estúpida forma de gobernar el inframundo.
JAMES: Alison, ¿no es así? La ira te corroe por dentro...
WYATT: Así es.
JAMES: ¿Y vienes a matarme para obtener venganza?
WYATT: No. Si hubiera venido para eso, ya lo habría hecho.
JAMES: ¡Jajajaja! Muy directo. Entonces dime: ¿para qué estás aquí?
WYATT: Necesito tu ayuda.
JAMES: ¿Mi ayuda? ¿Y qué te hace pensar que voy a ayudarte?
WYATT: Quiero recuperar a Alison. A cualquier precio. Haré lo que sea.
JAMES: Es una buena oferta. Pero... ¿yo cómo puedo ayudarte?
WYATT: Sé que tienes suficiente poder y contactos como para revivir a una persona.
JAMES: Interesante.
WYATT: Sabes que puedo serte de gran ayuda. Puedo acabar con tu competencia.
JAMES: Mi competencia son los Halliwell.
WYATT: Mi familia.
JAMES: Exacto.
WYATT: ¿Y esa tal... Nahia?
JAMES: (Le mira levantando una ceja) No has estado perdiendo el tiempo por lo que veo...
WYATT: Tengo muchos recursos.
JAMES: Está bien... Hagamos un trato.
WYATT: Soy todo oídos.
JAMES: Tú te conviertes en mi súbdito, y haces TODO lo que yo te pida. Y yo... te devuelvo a Alison.
WYATT: Un momento. No tan rápido.
JAMES: (Se ríe) ¿Ahora que sucede?
WYATT: Si algo he aprendido es que no hay que fiarse de los demonios como tú. Aceptaré ese trato siempre que se cumplan una serie de condiciones. Me devolverás a Alison tal y como era antes. Nada de trucos, nada de una Alison salvaje ni ninguna estupidez.
JAMES: Bien.
WYATT: Y haré todo lo que me pidas, mientras no dañe a mi familia. Aún les tengo algo de aprecio, y si tienen que sufrir, prefiero que lo hagan a mi modo.
JAMES: Muy bien. Estoy de acuerdo. ¿Algo más? (Dijo levantando las dos cejas y mirándole)
WYATT: Nada.
JAMES: Genial.

De repente apareció Nahia caminando y dirigiéndose hacia los dos.

JAMES: Vaya... ¿Hoy es algún día especial o todos tenéis ganas de hacerle una visita a La Fuente?
NAHIA: Tu siempre tan egocéntrico... (Dijo acercándose)
WYATT: Hola Nahia...

James miró a Wyatt, y le indicó con solo mirarle que no hiciese nada. Wyatt decidió marcharse de allí, tenía que entrenar los nuevos poderes demoníacos que había obtenido después de aniquilar a varios demonios, además de tener que acabar con varias arpías, trols, mujeres araña, hombres lobo y algún que otro humano.

JAMES: ¿Egocéntrico yo? No... para nada... (Sonríe de forma pícara)
NAHIA: Tengo a Alice.
JAMES: (Se queda parado un instante y su rostro se torna serio) ¿Qué?
NAHIA: Tengo en mis manos a Alice, tu querida Alice Halliwell. (Sonríe)
JAMES: No hablarás en serio...
NAHIA: Por supuesto que hablo en serio, James. Te avisé. Te dije que esto no iba a quedar así. Me humillaste delante de todos aquellos demonios, y ahora vas a pagar con creces lo que me hiciste.
JAMES: (La coge del cuello) ¡¡Suéltala ahora mismo si no quieres que te rompa lentamente todos los frágiles huesos de tu maldito cuerpo!!
NAHIA: Vamos, solo será un juego. No pretendo matarla... Solo la haré sufrir un poco y le meteré algunas ideas en su cabeza, para que desconfíe de ti...
JAMES: ¡Ni se te ocurra ponerle una mano encima, perra! (Le aprieta más el cuello)
NAHIA: James, sabes que soy la única que puede hacer que Alice cambie y elija definitivamente el lado del mal. No puedes matarme.
JAMES: Ja, te sobreestimas.
NAHIA: Créeme que no. (Se suelta de él) Quiero la inmunidad, la verdadera inmunidad tuya y de tus asquerosos súbditos hacia las Rosas Negras. Quiero un pacto de sangre.
JAMES: Ni loco. Antes acabo contigo.
NAHIA: ¿Ah, sí? ¿Estás completamente seguro? Alice morirá.
JAMES: Te he dicho que no voy a hacer un pacto de sangre contigo, ¡zorra! (La lanza lejos y ella se golpea con una pared de roca)
NAHIA: (Se levanta y se sacude el traje) Muy bien, tú mismo te lo has buscado. Me encargaré de hacer saber tu elección a Alice.
JAMES: ¡¡No!! ¡¡Joder!! ¡Id a por ella! ¡Vamos!

Chris, Melinda, Jared y Patricia llevaban algunos días buscando a Wyatt. Piper ya se había percatado de que no volvía, y se temía lo peor. Cosas extrañas ocurrían en las calles según las noticias, y no sería raro que fuesen obra de Wyatt debido a la ira reprimida que guardaba en su interior. Piper había vivido con miedo durante muchos años temiendo que aquel futuro que vio, en el que Wyatt se hacía maligno, se cumpliese, y ahora que sus hermanas y ella habían tenido hijos y estaban relativamente felices, tenía miedo de perder a Wyatt. Ya habían perdido a Helen, pero no querían perder a Wyatt si se hacía maligno o si moría. Wyatt no había estado perdiendo el tiempo: estuvo obteniendo poderes de los demonios de bajo nivel, y ya tenía un pequeño hueco y algo de respeto entre algunos demonios del inframundo, además de ser la nueva “mano derecha” de James, que pronto lo usaría.

En algún lugar del inframundo, en un sitio secreto donde se escondían las Rosas Negras, Alice se encontraba inmovilizada. Tenía cadenas en pies y manos y estaba anclada a la pared.

NAHIA: Por fin despiertas. Estaba esperándote.
ALICE: ¿¡Que cojones...!?
NAHIA: Supongo que recordaras que teníamos algo que hablar...
ALICE: No. Tú tenías algo que hablar, y yo no tengo nada que hablar contigo.
NAHIA: Eres persistente, eh...
ALICE: Hasta más no poder.
NAHIA: Tengo mis propios métodos para hacerte hablar. No me hace falta la tortura física. Sé que no funciona en ti.
ALICE: ¡Anda, pero si la rubita teñida nos ha salido lista y todo! (Dijo irónicamente) Suéltame de aquí y luchemos. Te daré tu merecido, ¡bruja!
NAHIA: ¡Jajajaja! ¿Bruja? Te equivocas de término, no soy una bruja. Tú eres una bruja, y no, no voy a soltarte. Me divertiré contigo un rato mientras James decide que hacer.
ALICE: ¿James?
NAHIA: Sí.
ALICE: ¿Que tiene que ver esto con James? ¿Que estás insinuando?
NAHIA: ¿No lo sabes?
ALICE: ¿Qué debería saber, rubita?
NAHIA: James sabe que yo te tengo en mi poder, y está dudando sobre si rescatarte o no.
ALICE: ¡Jajaja! ¡No digas tonterías! ¡James no dudaría ni un segundo en rescatarme y darte una buena paliza! Vas a saborear el dolor.
NAHIA: Parece que has cambiado... ¿Te gusta ver sufrir a tus enemigos?
ALICE: Por supuesto. Sobretodo si eres tú, pedazo de zorra.
NAHIA: ¡Jajajaja! Eso es un gran paso... James sabe manejarte muy bien...
ALICE: James no me maneja, yo decido.
NAHIA: Claro. Tú decides lo que él te da a escoger.
ALICE: No. Él en todo momento se ha preocupado por mí. Me ha apoyado, me ha ayudado, mientras que mi estúpida familia no ha...  (Se queda callada) ¡No tengo por que explicarte nada!
NAHIA: Interesante.

Pasó la tarde. James había intentado encontrar a Nahia para rescatar a Alice y no lo consiguió. Sorprendentemente, la mujer había logrado esconderse y protegerse con alguna barrera mágica, o al menos eso pensaba James. Lo que él no sabía era que ella había desarrollado el poder de ilusión hasta tal punto que era capaz de controlar la mente y evitar que James y sus súbditos pudiesen encontrarla. Alice permaneció encerrada dos días. James perdía la paciencia, así que decidió reunirse con Nahia para poder llegar a un trato. James sabía que si llegaba a un acuerdo con Nahia conseguiría recuperar a Alice. O incluso tenerla para él, convertirla definitivamente al mal. La líder de las Rosas Negras era ahora una rival formidable debido a ese poder, que podía conseguir que Alice fuese la futura reina del inframundo. Pero juntos, Alice y James, acabarían con ella. Finalmente, llegaron a un acuerdo.

JAMES: Espero que todo salga según lo previsto y no uses uno de tus trucos... Te lo advierto, no tendré piedad.
NAHIA: Tranquilo. Ya tengo lo que quiero, poder... Es una pena que no hayas aceptado la inmunidad, pero qué se le va a hacer...
JAMES: No creas que soy tan estúpido como para darle la inmunidad a uno de mis principales enemigos.
NAHIA: (Sonríe) Oh, qué honor...
JAMES: Déjate de estupideces. En la cueva, a las seis.
NAHIA: Exacto.
JAMES: No te daré... demasiada caña... (Sonríe)
NAHIA: No me dejaré vencer tan fácilmente...  (Sonríe)

Más tarde, en otro lugar...

ALICE: ¡¡Eres una zorra teñida de rubio, asquerosa amargada!!
NAHIA: Sí, sí, sí... ¿Cuántas veces lo has repetido? Eres muy poco original...
ALICE: ¡¡¡Bastarda!!!
NAHIA: Pero qué patética, cállate de una maldita vez. ¿Esas son las únicas palabras que vas a decir antes de morir?
ALICE: ¡¡Perra de mierda!! ¡¡Suéltame de una puñetera vez!! ¡¡Voy a matarte con mis propias manos!!
NAHIA: Claro que sí... Dime, ¿cómo piensas librarte de ésta? ¿No vas a llamar a tu primo Henry?
ALICE: ¡Y una mierda! ¿A ese desagradecido? Es un engreído, ¡no lo necesito! ¡Prefiero morir antes de ser salvada por ese cretino!
NAHIA: (Sonríe) ¿Y Chris? ¿Y Jared, Melinda... y tu hermana Patricia?
ALICE: ¡¡No están!! ¡¡Están muertos para mí!! ¡¡¿Cuantas veces tengo que repetirlo?!!

Nahia miró a Alice a los ojos, fijamente, y Alice se calmó. Con una voz suave y profunda, sin dejar de mirarla a los ojos, Nahia dijo:

NAHIA: Deberías haberlos matado aquella vez... ¿Recuerdas? Cuando tú y Patricia estábais en peligro... y te abandonaron a ti... te dejaron tirada, arrastrándote por aquel acantilado mientras tu familia abrazaba a tu gemela, se olvidaron de ti...  (Nahia siguió hablando)

Alice se sentía rara. De repente su mente se llenó de ideas extrañas, cosas que su familia le había hecho. Había sido abandonada a su suerte, había sido traicionada, había sido incluso olvidada... ¿Qué estaban haciendo ahora mismo sus primos? ¿Y sus hermanas? ¿Dónde estaban sus tíos? ¿Y sus padres? ¿Dónde? Perdió la noción del tiempo. Al abrir los ojos, ya había anochecido.

ALICE: Joder. Joder... Mi cabeza...
NAHIA: ¿Cómo te sientes?
ALICE: ¡Hija de puta!
NAHIA: Desde luego, todo ha cambiado menos tu carácter...

Todo pasó muy rápido: James irrumpió en aquella cueva junto a todos sus demonios. Bolas de fuego, Bolas de energía, puñetazos, patadas y todo tipo de magia llenaron aquella estancia.

JAMES: ¿Me recuerdas?
NAHIA: ¿Cómo no iba a hacerlo?

Los súbditos de James y Nahia comenzaron a luchar entre sí, mientras que Alice seguía atrapada y Nahia la vigilaba. La Fuente de todo mal y la líder de las Rosas Negras se miraron a los ojos durante unos instantes, y se abalanzaron el uno sobre el otro en una feroz lucha. Nahia agarró a James por el cuello, y éste se liberó propinándole un puñetazo que la hizo alejarse. Ésta volvió a por él y le lanzó con telekinesis, haciendo que él chocase contra uno de los muros y lo destrozase. Se levantó y fue hacia ella. Una gran onda expansiva de energía se dirigió hacia Nahia. Ésta la pudo esquivar por los pelos, pero James apareció tras ella y le clavó una daga en la espalda. Ella gritó, y al darse la vuelta para atacarlo, comprobó que no estaba. James apareció ante ella, portando la daga que Nahia le había robado a Alice. La líder de las rosas negras cayó de rodillas en el suelo, debilitada, y ordenó a sus mujeres que desapareciesen, al igual que hizo James.

JAMES: Te lo tienes merecido...
NAHIA: ¿Por qué no acabas conmigo de una maldita vez?
JAMES: ¿Acabar contigo? Nah, paso... es más divertido derrotarte tres veces seguidas... (Ríe)
NAHIA: (Seria) Cabrón...

James liberó a Alice, que accedió a irse junto al demonio. Ella le agarró del cuello y él de la cintura de ella.

JAMES: De nuevo, he vuelto a salvarte... (Dijo con una mirada sensual)
ALICE: De nuevo, he sido salvada... (Añadió con la misma mirada)
JAMES: ¿Nos vamos a casa, mi reina?
ALICE: Volvamos, quiero estrenar mi trono... (Miró con odio a Nahia) Tengo que empezar a planear una venganza...
JAMES: ¿Y... tu familia? (Dijo medio sonriendo)
ALICE: De esos me encargaré más tarde. (Añadió con desprecio)

James rió, y besó con pasión a Alice, y ella le correspondió. El demonio intercambió una mirada cómplice misteriosa con Nahia por un instante, y después desapareció junto a Alice.

NAHIA: Oh... que romántico... (Dijo apareciendo tras una pared.)

Se acercó a su otro cuerpo, que yacía en el suelo de rodillas con una herida de daga en la espalda, y al tocarlo con su dedo índice, desapareció en una nube de humo.


Escrito por Iammedark

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